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¿QUÉ FUE DE ADÁN GARCÍA…? (semblanza)
Gira artística “Todos vuelven”, Rubén Blades San Juan, P.R. / agosto 2009
Por Roberto Cedeño
Desde que retorné a la ciudad de Panamá no he dejado de silbarla. Me levanto en las mañanas con la melodía todavía presente, pero ya descansada en la mente y las imágenes de aquel trágico relato urbano y su malogrado protagonista aún vívidas en la circunvolución cerebral que las procesa e integra. Como no logro repetirme en sucesión exacta su letra —porque va ligada a la dramáticamente triste expresión que vimos en Rubén en ese ancho escenario del Choliseum San juanero al cantarla— . . . pues bien, se me unen líricas, sonido e imagenes en una sola figura, en síntesis de percepción y de iluminada ternura.
Rubén hizo ese número del intenso programa —más de tres horas— en vintage…con tan sólo su guitarra de fiel y solidaria acompañante en tan grande y conmovedor tema, y ante el cual la muchedumbre calló de manera impresionante y queda que nos permitía escuchar el ritmo de —talvez— los más de 16,000 corazones presentes latir y batir simultáneamente en cónsona actitud.
Los “muchachos” (que ya son maduros señores) de Seis del Solar, más un par de destacadísimos trombonistas, entre los que figuraban el legendario Reynaldo Jorge, y por otro lado el talentoso Ortiz, tecladista, se relajaron al momento para un descanso a medias y para secar sudores por la agitación de las piezas previas que incluyeron, los también clásicos: “El padre Antonio”,” Juan Pachanga”, “Amor y Control” … para poner atención a este remanso vocal de Blades. Se fueron sentando y recostando en los niveles y tablados del stage, cuya iluminación los técnicos regularon con luces suaves y mortecinas para ese momento. Entonces escuchamos todos atentos, con toda la audiencia, los primeros acordes en las manos de Blades quien nos advierte antes de empezar: “miren, es primera vez que voy a hacer esto así…” dijo:
Yo recuerdo haber tenido frente a mí varios “Adanes García”…o quizás, también “Evas García”. El que más acude a la memoria durante el sentido canto de Rubén data del tiempo de aquellos andares políticos, inmersos en la policromía de rostros y situaciones experimentadas durante esa colorida campaña, al ir acompañando los pasos decididos de un Rubén Blades en pos de la presidencia de la nación panameña. Corría el 93’ al 94’ y fue —a quien me refiero— un pintoresco personaje del área de Azuero…precisa y coincidencialmente de nombre Adán, aunque no García. Enjuto y cenizo rostro matizado por una nerviosa sonrisa de simultáneos temor y picardía y que dejaba ver un par de oquedades de parcial adonecía y que disimulaba con relativo éxito…podía talvez ser un peso mosca o jockey de mala muerte, si es que por algún deporte se hubiese decidido. No podía contar con más de 33 o 35 años, no obstante, en él la pobreza se expresaba a fuerza de una preconcepción ajada y de desaliño que hacía curioso contraste con una natural y no sorprendente creatividad, sin duda labrada en el constante apremio por la consecución de lo materialmente imprescindible para sus dependientes, mujer e hijas. Tenía un pequeño automóvil de tercera o cuarta mano que hacía rodar más a fuerza de ruego a la suerte, que por mecánica de mínima eficiencia…puertas con cierre improvisados con picaportes de segunda y mangueras de radiador adaptadas con retazos y sobras dejadas por los bomberos del pueblo y pegadas con alquitrán. Su hablar era un hipercinético farfullo en ametralladora de lo que, inteligible, podría ser sólo la cola restante del predicado y con lo que lográbamos ubicar, tanto quejo y solicitud, como ruego y pesadumbre.
La luz de escenario se vuelve más tenue y rojiza alrededor del banquillo donde vocaliza Rubén:
Ese Adán que conocí, Adán de Azuero, desempleado común como tantos y de seguro sin ningún posible dinero destinado a comprar billetes del “Gordo” de la fortuna, hizo sin embargo, lo que estuviese a mano para demostrarse útil con nosotros. La política partidista y aleccionadoramente clientelista es el medio culturalmente ideal para “la oportunidad de enganche” a todo nivel, aquí en nuestro lar hispano y talvez —con otros matices y sesgos— en todas latitudes. Los audaces y oportunistas bailan la perinola de cabeza y ofrecen: desde el voto de la familia consanguínea o afín, amén del de todos los amigos que les deben favores, hasta sus servicios personales que pueden incluir ser mandadero, abre-puerta, guardaespaldas y soplón de los bochinches de otros candidatos y adversarios, o bien procurarte la mejor y más apetecible ciudadana del poblado o barrio para favores carnales con uso a discreción…o no. Los agresivos y rufianes esperan la oportunidad para demostrar que se les teme y se convierten en las semillas de futura y organizada represión. Los incautos y timoratos, ¡ah!…el rostro les delata en un desamparo de roedor acosado y aderezado por pocos gramos de hemoglobina en los tegumentos… y unos ojazos paradójicamente nobles a la vez que expectantes. Multiplicada prole y aquel instinto cardinal e irrenunciable por educarla. Y —aun así— el inescrúpulo continúa aprovechándose de ellos, pensábamos.
Continúa Rubén…y las líneas de la lírica van enunciando escena y trama:
Adán solicitó –tal como veía las cosas-- un puesto en el directorio provincial de ese flamante partido político que integrábamos. Y ofreció su hipercinesis casi esquizoide para una febril e insomne actividad. Pegar papeles y colgar afiches, repartir volantes a bordo de su matraca coronada de altavoces de alquiler y al ritmo del estribillo de la autoría del cantautor y candidato
así como, con actitud pendenciera y gratuita, se ofreció con firme determinación para insultar procazmente a quienes se burlasen de nosotros, de él y su “partidito de cachiflines”.
Por evocación, también el canto de Blades —esa noche de lleno completo en San Juan— me hace recordar a la frágil consorte de Adán, silente y lánguida sombra a la diestra del marido; él, con los dientes pelados y henchido de motivado optimismo oyéndonos instrucciones. A ella se le iluminan brevemente las facies al momento de la asignación de tareas para el padre de sus hijas…y una modesta remuneración, habida cuenta de las conocidas estrecheces financieras del colectivo, sólo rico en ideas y objetivos.
—Adán: se te van a pagar viáticos, además de lo imprescindible para la escuela de tus hijas…y algo de gasolina para el “chunche”….y el compromiso del recorrido en “puntos clave” de las provincias. Hay que ganar adeptos…y ganar las elecciones con mística y este grave, firme propósito cimentado en la esperanza…y el “cambio” para ti, tu familia y un montón.
Al dar la espalda para retirarse escucho a Adán decir bajito:
—Ahora sí que voy a arreglarle el eje al carrito, Estefanía,…pa’ llevà a las chiquillas a la escuela cuando está lloviendo...
Y en el Choliseum yo le susurro a Luis: “escucha, está tocando la canción en ‘La Mayor’”:
Me dijeron que lo primero que hizo Adán al recibir su prometido y esperado viático fue pagar el “fiao” de la tienda para poder seguir pidiendo “fiao” y arreglar lo de la desconexión del medidor de luz comunal “trampeao” del tugurio llamado vivienda donde habitaban…y, por supuesto, conseguir un eje cigüeñal de segunda para la “matraca”.
Y así fue. Durante las fugaces visitas que hacía en el fragor de la campaña, allá en los campos y bajíos de las provincias azuerenses y sus cabeceras, sabía de Adán, sus andanzas y sus esperanzas compartidas con quienes le acompañaban, de trabajar y continuar activándose en todo lo que fuese necesario para el triunfo: ¡carajo, ¡que vamos bien! exclamaba. Entusiasmado en exceso, porque aquella “esperanza” íntimamente se cifraba en la victoria del partido y, de seguro, su garantizado puesto público. Se volvió gritón y exaltado. Su verborrea se hizo irrefrenable. Los ojos siempre vidriosos y saltones que me recordaban los del hipertiroidismo.
Reclamó insistentemente más apoyo económico para el área y —casi delirante— —Un día me dijo que iba a conseguir el revólver de un ex –guardia que le había prometido, porque “las vainas se iban a poner feas y quería defenderse de cualquier pendejo”. Allí comprendí que, de lo excitado y creativo esquizoide, talvez había pasado a los bordes de la paranoia e hice denodados esfuerzos por convencerle a que pisara el cemento firme de la realidad, que nadie le iba a hacer ningún daño a él ni a su familia…a lo que me respondía con una retahíla impronunciable de improperios contra los atacantes de su imaginación y sus amenazas.
Comenzaron a marginarlo y a indisponerlo los demás representativos del partido, aludiendo a su temperamento frenético y de incontrolable impulsividad. Tocaba las puertas de otros militantes de madrugada para la asignación de tareas y “misiones” que se le ocurrían intempestivamente y se iba en chancletas a teléfonos públicos a hacer llamadas de acecho para detectar posibles traiciones al partido o a Rubén…. ¡y cómo resolver aquello a cualquier costo! Le escribió cartas de súplica por apoyo financiero a Ross Perot, y al ver que no le respondía, le escribió una al Papa de Roma…quejándose de Perot e instruyó a un grupo de adolescentes voluntarias a que efectuaran una colecta pública en el Parque Unión para llamar por teléfono al entonces presidente de México, Carlos Salinas, a ver cómo hacía el PRI para alzarse con la victoria de “pelota a pelotas”…
Más interesado en la psico-génesis de su carácter --y su repercusión en la interior dinámica de su familia-- que intrigado o preocupado por lo que su conducta pudiese ocasionar a lo interno de un partido político, dediqué algo en espacio, tiempo y disposición para conocer sus antecedentes elementales… y talvez, hasta su historia clínica, caso de que fuese un conocido caso psiquiátrico. No tuve que esforzarme por indagar; la cultura provinciana y de pueblo chiquito es prolija en trasmitir de gratis.
Adán procedía de hogar humilde. La madre abandonó a un padre que crió desesperadamente a seis chicuelos, Adán el segundo mayor y sólo menor que una hermana fallecida de tuberculosis a los 18 años. El padre cayó de un andamio fatalmente y en estado de embriaguez cuando Adán contaba con 20 años de edad. La crianza de sus cuatro hermanitos fue su inaplazable prioridad y —aun sin delito a cuestas― sólo calificó para labores eventuales como jornalero en las zafras de sal y recolector en los cortes de sandía. Se educó en la nocturna graduándose de primer ciclo y completó un curso de contabilidad que lo hizo idóneo para laborar en el Ministerio de Obras Públicas al lado de capataces o “maestros” de obras. Una vez, un par de obrero-delincuentes se robaron parte de una planilla y culparon al “loquillo Adán”…Aunque no le comprobaron participación ninguna, lo cesaron. Días después, uno de los delincuentes arribó al cuarto de urgencias del Hospital Regional con una larga brecha en la frente y concusión cerebral que lo tuvo en estado estuporoso cerca del coma por más de cuarenta y ocho horas. Todo fue producto de un batazo de soft-ball que le habían propinado en una reyerta de reclamo. Adán llegó por otro lado a la legación de policía acompañado de su joven mujer y dos vecinos, aun en uniforme de pelota: “creo que maté a un huevón mentiroso, señor. Por él me botaron del trabajo…y en la pelea él sacó un filo primero y le tuve que batear el pecho y la cabeza….”
La canción viaja en la garganta de Rubén, ya próxima a su desenlace para su Adán García.
¿Dónde se deben resolver primariamente salud, educación, vivienda?...en el Ministerio del Trabajo y Promoción Laboral, reflexionábamos con cierto desaliento. ¿Para qué empeñarnos en citar cifras y teorizar sobre consecuencias acerca de sistemas y economías fracasadas o aviesamente empujadas a fracasar? …ni qué Wall Street, o caídas de muro y el reparto demográfico cada vez más angustiante del espacio vital y sus recursos por demás enfrentados a catástrofes, guerras y calentamiento que derrite glaciales y mata osos. Cuando nació Blades —unos años luego de la Segunda gran guerra—, el orbe tenía unos 2,000 millones de habitantes; la cifra se triplicó durante lo que tenemos de vida. El diagnóstico es harto conocido, planteado, denunciado: “masa en cesantía”, “crisis financiera” “la voluntad política” vs. “la necesidad” y ¿…Cómo ha de resolverse lo de la garantía de un trabajo digno para nuestro Adán y el de la inspiración de Rubén? La cesantía. Qué, cuál “sistema” lo garantiza y quien me advertirá —no seas tú tan pendejo, Bob— por lo cándido e ingenuo de mi pregunta, ¿ah, Rubén?
Sin una oferta laboral (racional y realista de acuerdo a nuestros “IPC”, “PIB” y —desde luego— de responsable y justa distribución) sólida, solvente, sostenida, la sociedad se debilita. Se hace más vulnerable a las distorsiones producidas por los “cucos” sociales mayores… ignorancia, analfabetismo secundario (gente que aprendió una vez, pero ya no sabe leer conceptos articulados como consecuencia del reemplazo; p.ej la constante señal de la TV y su alienante sobre-oferta oral- gráfica o simbólica – del consumo) y la corrupción, siempre ésta in- crescendo y exacerbada por el severo azote del delito rampante, descarado y hasta violento. La fragilidad y lentitud en la administración de Justicia.
Aparte de las consabidas imágenes que —aunque lastimosas, también pintorescas— observamos al ver crecer el ejército de vendedores callejeros , niños, niñas y adolescentes, muchos de ellos a un paso de la prostitución inducida como modus vivendi y que a pleno solazo de medio día o bajo los puntuales aguaceros de temporada asedian en su desesperada oferta a los automovilistas encerrados por seguridad en sus 4x4 con aire acondicionado (yo soy uno de esos), con toda suerte de artículos que van desde toallitas, frutas, chicles, mapas, antenas, celulares, música y pornografía… y que va constituyendo —de por sí— una ya reconocida e hipertófica vértebra de la “economía informal”.
así, paralelamente a toda intención gubernamental, política de estado, planificación, etc, está el poderoso dinero que genera y circula con el tráfico de sustancias psicotrópicas. Es un poder “emergente” y arrollador que compite con la deseada eficiencia por una cada vez más amenazada formalidad institucional… y la va desplazando. Esa actividad delictiva es cada vez más capaz y envolvente en su compra de jueces, fiscales, policías, testigos de conciencia, dignidades, recatos y el reclutamiento de cada vez más gente en perspectivas de sucumbir ante la tentadora oferta, pese al riesgo mortal, pero que te hará “salir de la pobreza” con un “business chuchón” …pero: “hey…vas a resolvé rápido y con mucho más que pa’ poné la paila, men…eso sí: ponte vivo, el que pestañea pierde y al que se ahueva, quiébralo, ya tú sabe!”.
Y de allí, pues, lo consabido. Inundados de droga por, ya no kilos dispersos sino tonelajes en contenedores y lanchas rápidas, barcos con nicas, salvatruchos, cuates-mex, hondureños que les importa un bledo con Zelaya o Micheletti…y la recua de gente (que ya no cabe en las abarrotadas galerías de las cárceles obsoletas y malolientes) que involucra muchachos, muchachas, doñitas, diputados, empresarios, abogados, paisas, panas, gringos, uno que otro cura…y los cuerpos sentenciados-ejecutados hallados con espantosa rutina en montes, carreteras y veredas con las manos atadas atrás y tiro en la nuca…o in-identificables amasijos de carbón orgánico incendiados con gasolina en autos irreconocibles y de cuyos casos (de vergonzante explotación mórbida periodística) ya el lector de los tabloides matutinos ni siquiera se escandaliza… o peor aún, ni siquiera se asombra.
Suerte que nuestro anti-héroe de Azuero estaba muy lejano a ser absorbido por esa u otra delictual subcultura. Su arcilla fundamental era buena. Salida del tiesto, pero buena. Con aspiraciones, no pretensiones vácuas ni objetivos fantasiosos más allá de lo básico para mantener un hogar en suficientes condiciones de higiene, alimentación en los “tres golpes”, así como evitar al máximo con Estefanía, su mujer, disgustos y coitos interruptus por angustiosa estrechez y… --algún día-- disfrutar la deseada sonrisa de satisfacción por sus hijas graduadas, al menos de secundaria… Pasar de la sobrevivencia marginal a la seguridad de ser e identificarse como un ciudadano feliz y valioso.
Pero la opción política fue abatida…en buena lid. El partido calificó electoralmente en tercer lugar, discutiendo cifras y posibles “marullerías” de conteo de votos a nivel de “mesas” por un notorio déficit de organización en la vigilancia del proceso sufragante con dudosa confección y firma de actas en varios sectores del país… pero calificó como una alternativa que era preciso continuar desarrollando.
No obstante, Adán de Azuero se desmoronó ante la derrota. Quizás se veía a si mismo como porta bandera de esa opción política que ahora sería blanco del escarnio y la ridiculización. Descompensado en su psiquis al conocer de los resultados locales, primero se peleó a puños hasta con amigos que trataron de consolarlo vanamente con --inicialmente sorbos-- luego: ya tragos a “rejo limpio” de seco alternados con buches de soda roja que devolvió en una vómica en proyectil al momento en que un par de guardias lo reducían por la fuerza en su agitación. Lo llevaron ante el sub-teniente de turno en la comisaría y lo dejaron dormido en una celda preventiva sin levantarle cargos como delito por “ingerir licor el día de las elecciones”. Adán era conocido por “medio loco”, más no por borracho busca-pleitos.
Días después se sumió en una desgarradora depresión. Se iba caminando hasta Monagre (playa del litoral de Azuero) con el cuerpo lastimosamente encorvado e inapetente de alimento, luz y brisa marina. Permanecía oteando el horizonte por horas que interrumpía brevemente para lanzar conchas y lajas de piedras desgastadas contra las olas y el viento Sur-este de mayo. Su mujer en ocasiones lo seguía o enviaba a alguien a que lo vigilara por si acaso pasaba a decisiones mayores o dislocadas…no era para tanto.
No obstante, para él ―al parecer― sí. Le costó mucho recuperarse de lo que, entendí, fue el factor que precipitó tal severo despeño emocional, luego del casi pasional frenesí político y electorero, por conocida costumbre, cultura y folklore provincianos, saturado de promesas y expectativas.
Meses después me tocó verlo. Retorné al área a organizar el trabajo de un partido político aún existente a nivel local y que logró “sacar” al menos seis legisladores limpiamente y que constituyeron una voz con cierto peso específico en la Asamblea legislativa. Sin embargo, ningún ruego, solicitud, influencia, “palanca”, “push”, etc, fueron capaces de colocar al “loco Adán” en alguna posición donde pudiese fungir para ganarse la vida con honradez. Siguió él con mujer e hijas viviendo de “camarones”, salves y contribuciones de urgencia que temporalmente le proporcionamos varios de los que entendemos estas cosas… ayudas que no fueron suficientes para que no se viese p.ej forzado a vender el “chunche” por menos de una bicoca, para pagar matrícula, enseres escolares de sus hijas y obtener un par de catres, también de segunda… e improvisar capotes con plásticos para que sus hijas no se mojen al ir a la escuela.
Esa tarde que le fui a visitar, haciéndome el que pasaba por allí accidentalmente…lo vi sentado en un taburete lijando un pequeño cajón de cocina. El sol de las cinco y tanto de la tarde me ofrecía su todavía más enjuta figura cortada a contraluz. Al verme se sonrió con una demoledora mezcla de amargura y vergüenza. Se fue acercando a mí mientras me apeaba de la también ya veterana camioneta y, con los evidentes estragos del desamparo, me enseñó una pequeña y desvencijada cassetera que portaba colgada al cuello y asegurada con una mediana banda de caucho y de dos baterías. En ella hacía sonar música del cantautor y ex-candidato a la presidencia.
Luego de estrechar manos me miró fijamente y con los ojos húmedos me preguntó: “¿oiga, doctor… es cierto lo que me dijeron, que Rubén Blades me dedicó ‘Adan García’ a mí…?”
EPÍLOGO Y SALUDO A RUBÉN.
La triste historia de Adán García dramática y solitariamente cantada por Rubén esa noche en San Juan constituye, aunque no la primera en género y corte, la canción porta estandarte en la génesis más descarnada de la injusticia social. El alarido de muerte de Adán y su cadáver en calzoncillos, precedida por la ironía de un revólver inocuo en manos de un hombre bueno pero desesperado, no sólo simboliza sino que exacerba la conciencia ante el drama urbano que discurre a diario, con todos sus anti-valores que moran en prejuicio, agresividad social, violencia, atraco, marginalidad y enajenación. Adán García y Adán de Azuero viven en nuestra imaginación, nuestro recuerdo fiel…y existen.
A Rubén lo sentimos poeta. Yo diría poetazo. Entrañable, al igual que –recíprocamente-- sus entrañables amigos han tenido la distinción otorgada por él de escucharle sus temas de “prima voz”, muchas veces con bastante antelación a todo proceso elaborado de arreglo, grabación, producción, etc, etc, y todo el complicado camino hasta el masificado producto final. Para sus amigos es inicialmente eso: escritura y guitarra, talvez un par de bongós, voz y sentimiento en la garganta. Oídos atentos.
Tuve el privilegio de escucharle, así descrito y al inicio de los 90’, e igual que había ocurrido con otros temas, el Adán García primario y conmovedor. La textura armónica perfectamente cónsona con la línea melódica, sencilla e inobjetable. Le comenté en esa ocasión que se podía cantar --al igual-- en “tres por cuatro” en tiempo de vals peruano, así como lo factible que sería interpretarla en “corrido” del tipo Juan Charrasqueado , o talvez en un acompasado guaguancó con clave de síncopa oriental…y hasta --por último-- imaginaba a una rondalla o estudiantina haciéndolo con voces a coro y hasta acompañando a Mercedes Sosa en el Monumental del River, ¡o en un descampado en Rosario o Santiago del Estero!... El asunto era que el hipotético relato, su contenido y su inmensa expresión lírica de denuncia correspondían a una entrega de corte universal y de vigencia inextinguible. Hoy, al escucharlo luego de tantos años en San Juan de Puerto Rico en compañía de fraternales compañeros de lucha e intelecto, nos es más que honroso evocar cálidamente la textura fiel de su creación acerca de esa “gran cosota” psico-social del drama urbano que lo inspiró, que nos dio ese producto y de cuyo efecto en nosotros, conmovidos viajeros de San Juan e incorporados dentro de la vibrante masa del Choliseum, estamos —como sensibles amigos— más que orgullosos.
Nota del editor: El Dr. Roberto Cedeño ha sido amigo de Rubén Blades desde 1967, y parte de sus aventuras quedaron plasmadas en el libro “Blades: La calle del Autor”, que Cedeño publicará en 1992. El Dr. Cedeño también es un destacado autor de canciones, y muchos lo recordaran por el tema “De Panamá a Nueva York”, el cual forma parte del LP bajo el mismo nombre que Rubén Blades grabara con la orquesta de Pete Rodríguez a finales de los sesenta. Además, el Dr. Cedeño ha participado en varias grabaciones como percusionista, siendo una de sus más conocidas la ya legendaria “Panamá Está Bueno y… Má”, con el grupo panameño Los Exagerados. En actualidad, el Dr. Cedeño reside en Panamá, es médico de profesión —lo ha sido por muchos años—, y sigue activo en la música, prestando sus servicios donde el deber lo llame. (EEG)
Edición Diciembre 2009-Enero 2010
Derechos Reservados de Autor Herencia Latina
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