¿QUÉ FUE DE ADÁN GARCÍA…?  

(semblanza)

 

 

Gira  artística “Todos vuelven”,  Rubén Blades

San Juan, P.R. / agosto 2009

 

Por Roberto Cedeño

 

 

Desde que retorné a la ciudad de Panamá no he dejado de silbarla. Me levanto en las mañanas con la melodía todavía presente, pero  ya descansada en la mente y las imágenes de aquel trágico relato urbano y su malogrado protagonista aún vívidas en la circunvolución cerebral que las procesa e integra.  Como no logro repetirme en sucesión exacta su letra —porque va ligada a la dramáticamente triste expresión  que vimos en Rubén en ese ancho escenario del Choliseum San juanero al cantarla— . . . pues bien,  se  me unen líricas, sonido e imagenes en una sola figura, en síntesis de percepción y de iluminada ternura.

 

Rubén hizo ese número del intenso programa —más de tres horas—  en vintage…con  tan sólo su guitarra de fiel y solidaria acompañante en tan grande y conmovedor tema, y  ante el cual la muchedumbre calló de manera impresionante y queda que nos  permitía escuchar el ritmo de —talvez— los más de 16,000 corazones presentes latir y batir   simultáneamente en cónsona actitud.

 

Los “muchachos”  (que ya son maduros señores) de Seis del Solar, más un par de destacadísimos trombonistas,  entre los que figuraban el legendario Reynaldo Jorge, y por otro lado   el talentoso Ortiz,   tecladista,  se relajaron al momento  para un descanso a medias  y para  secar sudores  por la  agitación  de las piezas previas que incluyeron, los también  clásicos:  “El padre Antonio”,” Juan Pachanga”,  “Amor y Control”  … para poner atención a este remanso vocal de Blades.  Se fueron  sentando y recostando en los niveles y tablados del stage,  cuya iluminación los técnicos regularon con luces suaves y mortecinas para ese momento. Entonces  escuchamos  todos  atentos, con toda la audiencia,  los primeros acordes en las manos de Blades quien nos advierte  antes de empezar: “miren, es primera vez que voy a hacer esto así…” dijo:

 

 

“El último día en la vida de Adán García

lo halló como todos los otros de su pasado…”

 

 

 

 

 

Rubén Blades y Los Seis del Solar para su actuación en San Juan, Puerto Rico 2009

 

 

Yo recuerdo haber tenido frente a mí varios “Adanes García”…o quizás, también “Evas García”.  El  que más acude a la memoria durante el sentido  canto de Rubén  data del tiempo de aquellos  andares políticos,  inmersos en la  policromía de rostros y situaciones experimentadas durante esa colorida campaña, al ir acompañando los pasos decididos de un Rubén Blades  en pos de la presidencia de la nación panameña.  Corría el 93’ al 94’ y  fue —a quien me refiero—  un pintoresco personaje del área de Azuero…precisa y coincidencialmente de nombre Adán, aunque no García.   Enjuto y cenizo rostro matizado por una nerviosa sonrisa de simultáneos temor y picardía y que  dejaba ver un par de oquedades de parcial adonecía y que disimulaba con relativo éxito…podía talvez ser un peso mosca  o jockey de mala muerte, si es que por algún deporte se hubiese decidido. No podía contar con más de 33 o 35 años, no obstante, en él la pobreza se expresaba a fuerza  de una preconcepción ajada y de desaliño que hacía curioso contraste con una natural y no sorprendente creatividad, sin duda labrada en el  constante apremio  por la consecución de lo  materialmente imprescindible para sus dependientes, mujer e hijas.  Tenía un pequeño automóvil de tercera o cuarta mano que hacía rodar más a fuerza de ruego a la suerte, que por mecánica de mínima eficiencia…puertas con cierre improvisados con picaportes de segunda y mangueras de radiador adaptadas con retazos y sobras dejadas por los bomberos del pueblo y pegadas con alquitrán. Su hablar era un hipercinético farfullo en ametralladora de lo que, inteligible, podría ser sólo  la cola restante del predicado y con lo que lográbamos ubicar, tanto quejo y solicitud, como ruego y  pesadumbre.

 

La luz  de escenario se vuelve más tenue y rojiza alrededor del banquillo donde vocaliza  Rubén:

 

 

“soñando ganarse el ‘Gordo’  en la lotería

los  hijos y la mujer durmiendo a su lado…”

 

 

 

Ese  Adán que conocí,  Adán de Azuero, desempleado común  como  tantos  y de seguro sin ningún posible dinero destinado a comprar billetes del “Gordo” de la fortuna, hizo sin embargo, lo que estuviese a mano para demostrarse útil con nosotros.  La política partidista y aleccionadoramente clientelista es el medio culturalmente ideal para “la oportunidad de enganche” a todo nivel, aquí en nuestro lar  hispano y  talvez  —con otros matices y sesgos— en todas latitudes.   Los audaces y oportunistas bailan la perinola de cabeza y ofrecen: desde el voto de la familia consanguínea o  afín, amén del de todos los amigos que les deben favores, hasta sus servicios personales que pueden incluir  ser mandadero, abre-puerta, guardaespaldas y soplón de los bochinches de otros candidatos y adversarios,  o bien  procurarte la mejor y más apetecible ciudadana del poblado o barrio para favores carnales con uso a discreción…o no. Los agresivos y rufianes esperan la oportunidad para demostrar que se les teme y se convierten en las semillas de futura y organizada represión.   Los incautos y timoratos, ¡ah!…el rostro  les delata en  un desamparo de roedor acosado y  aderezado por  pocos gramos de hemoglobina en los tegumentos…  y unos ojazos paradójicamente nobles a la vez que expectantes. Multiplicada prole y aquel instinto cardinal e irrenunciable  por educarla.  Y —aun así—  el inescrúpulo continúa aprovechándose de ellos, pensábamos.

 

Continúa  Rubén…y las líneas  de la  lírica van  enunciando   escena y trama:

 

 

“…Adán salió de su casa al  medio día

  después de una discusión muy acalorada….”

 

 

 

 

Adán solicitó  –tal  como veía las cosas--   un puesto en el directorio provincial de ese flamante partido político que integrábamos. Y ofreció su  hipercinesis  casi esquizoide  para una febril  e insomne actividad. Pegar papeles y colgar afiches, repartir volantes a bordo de su matraca coronada de altavoces de alquiler  y al ritmo  del estribillo de la autoría del  cantautor y candidato

 

  “¡llegó, llegó, qué fuerza tiene…!”(R. Blades, campaña 1994)  

 

así como, con actitud pendenciera y gratuita,  se ofreció con firme determinación para  insultar procazmente a quienes se burlasen de nosotros, de él y su “partidito de cachiflines”.

 

 

Blades junto al  gran Cheo Feliciano en el Coliseo "Miguel A. Agrelot", San Juan, Puerto Rico 2009

 

 

Por evocación, también el canto de Blades   —esa noche  de lleno completo en San Juan—  me hace recordar a la frágil  consorte de Adán,  silente y lánguida sombra a la diestra del marido;  él, con los dientes pelados y henchido de motivado optimismo oyéndonos instrucciones.  A ella  se le iluminan brevemente las facies al momento de la asignación de tareas para  el padre de sus hijas…y una modesta remuneración, habida cuenta de las conocidas  estrecheces financieras  del colectivo, sólo rico en ideas y objetivos.

 

—Adán: se te van a pagar viáticos, además de lo imprescindible para la escuela de tus hijas…y algo de gasolina para el “chunche”….y el compromiso del recorrido en “puntos clave” de las provincias. Hay que ganar adeptos…y ganar las elecciones con mística y  este grave, firme  propósito cimentado en la esperanza…y el “cambio” para ti, tu familia y un montón.

 

Al dar la espalda para retirarse  escucho  a Adán  decir bajito:

 

—Ahora sí que  voy a arreglarle el eje al carrito, Estefanía,…pa’ llevà a las chiquillas a la escuela cuando está lloviendo...

 

 Y en el Choliseum yo le susurro a Luis: “escucha, está tocando  la canción  en ‘La Mayor’”:

 

 

“Por última vez entró a la tienda del barrio

Y le fiaron un paquete de cigarrillos…”

 

 

Me dijeron que lo primero que hizo Adán al recibir su prometido y esperado  viático fue pagar el “fiao” de la tienda para poder seguir pidiendo “fiao” y arreglar lo de la desconexión del medidor de luz comunal “trampeao”  del tugurio llamado vivienda donde habitaban…y, por supuesto, conseguir un eje cigüeñal de segunda para la “matraca”.

 

 Y así fue. Durante las fugaces visitas que hacía en el fragor de la campaña, allá  en los campos y bajíos de las provincias azuerenses y sus cabeceras,  sabía de Adán, sus andanzas y sus esperanzas compartidas con quienes le acompañaban, de trabajar y continuar activándose en  todo lo  que fuese necesario para el triunfo:  ¡carajo, ¡que vamos bien! exclamaba. Entusiasmado en exceso, porque aquella “esperanza” íntimamente se cifraba en la victoria del partido y,  de seguro,  su  garantizado puesto público. Se volvió gritón y exaltado. Su verborrea se hizo irrefrenable.  Los ojos siempre vidriosos y saltones que me recordaban los del hipertiroidismo.

 

Reclamó insistentemente más apoyo económico para el área y —casi delirante—

—Un día me dijo que iba a conseguir el revólver de un  ex –guardia que le había prometido, porque “las vainas se iban a poner feas y quería defenderse de cualquier pendejo”.  Allí comprendí que, de lo excitado y creativo esquizoide, talvez había pasado a los bordes de la paranoia e hice denodados esfuerzos por convencerle a que pisara el cemento firme de la realidad, que nadie le iba a hacer ningún daño a él ni a su familia…a lo que me respondía con una retahíla impronunciable de improperios contra  los atacantes de su imaginación y sus amenazas.

 

Comenzaron a marginarlo y a indisponerlo  los demás representativos del partido, aludiendo a su temperamento frenético  y de incontrolable impulsividad.  Tocaba las puertas  de otros militantes de madrugada para la asignación de  tareas y “misiones”  que se le ocurrían intempestivamente y se iba en chancletas a teléfonos públicos a hacer llamadas de acecho para detectar posibles traiciones al partido o a Rubén…. ¡y cómo resolver aquello a cualquier costo!  Le escribió cartas de súplica por apoyo financiero a  Ross Perot,  y al ver que no le respondía, le escribió una al  Papa de Roma…quejándose de Perot e instruyó a un grupo de adolescentes voluntarias a que efectuaran una colecta pública en el Parque Unión para llamar por teléfono al entonces presidente de México, Carlos Salinas, a ver cómo hacía el PRI para alzarse con la victoria de “pelota a pelotas”…

 

 

“desde que Adán fue botado de su trabajo, dijo un vecino

Noté en su forma de ser un cambio muy raro…”

 

 

 

 

     Más  interesado en la psico-génesis de su carácter --y su repercusión en la  interior dinámica de su familia--  que intrigado o preocupado por lo que su conducta pudiese ocasionar a lo interno de un partido político,  dediqué algo en espacio, tiempo y disposición para conocer  sus antecedentes elementales… y talvez, hasta su historia clínica, caso  de que fuese un conocido caso psiquiátrico. No tuve que  esforzarme por indagar; la cultura provinciana y de pueblo chiquito es prolija en trasmitir de gratis.

 

     Adán procedía de hogar humilde. La madre abandonó a un padre que crió desesperadamente a seis chicuelos, Adán el segundo mayor y sólo menor que una hermana fallecida de tuberculosis a los 18 años. El padre cayó de un andamio fatalmente y en estado de embriaguez cuando Adán contaba con 20 años de edad. La crianza de sus cuatro hermanitos fue su inaplazable prioridad y —aun sin delito a cuestas― sólo calificó para labores eventuales como jornalero en las zafras de sal y recolector en los cortes de sandía. Se educó en la nocturna graduándose de primer ciclo y completó un curso de contabilidad que lo hizo idóneo para laborar en el Ministerio de Obras Públicas  al lado de capataces o “maestros” de obras.  Una vez, un par de obrero-delincuentes   se robaron parte de una planilla y culparon al “loquillo Adán”…Aunque no le comprobaron  participación ninguna, lo cesaron. Días después, uno de los delincuentes arribó al cuarto de urgencias del Hospital Regional con una larga brecha en la frente y concusión cerebral que lo tuvo en estado estuporoso cerca del coma por más de cuarenta y ocho horas.  Todo fue producto de un batazo de soft-ball que le habían propinado en una reyerta de reclamo. Adán llegó por otro lado a la legación de policía acompañado de su joven  mujer y dos vecinos,  aun en uniforme de pelota: “creo que maté a un huevón mentiroso, señor. Por él me botaron del trabajo…y en la pelea él sacó un filo primero y le tuve que batear el pecho y la cabeza….”

 

La canción viaja en la garganta de Rubén, ya próxima a su  desenlace para  su Adán García.

 

 

“…el hombre me amenazó con una pistola….” Dijo la Doña”

por eso es que yo le daba lo que él quisiera…”

 

 

 

 

Los Seis del Solar en el Coliseo "Miguel A. Agrelot", San Juan, Puerto Rico 2009

 

 

 

 

     ¿Dónde se deben resolver primariamente salud, educación, vivienda?...en el Ministerio del Trabajo y Promoción Laboral, reflexionábamos con  cierto desaliento. ¿Para qué empeñarnos en citar cifras  y teorizar sobre consecuencias acerca de  sistemas y economías fracasadas o  aviesamente empujadas a fracasar? …ni qué  Wall Street, o caídas de muro y el reparto demográfico cada vez más angustiante del  espacio vital y sus recursos  por demás enfrentados a catástrofes, guerras y calentamiento que derrite glaciales y mata osos.  Cuando nació Blades —unos años luego de la Segunda gran guerra—, el orbe tenía unos 2,000 millones de habitantes; la cifra se triplicó durante lo que tenemos de vida.  El diagnóstico es harto conocido, planteado, denunciado: “masa en cesantía”, “crisis financiera”  “la voluntad política”  vs.  “la necesidad”  y  ¿…Cómo ha de resolverse lo de la garantía de un trabajo digno para nuestro Adán y el de la inspiración de Rubén? La cesantía.  Qué, cuál “sistema” lo garantiza y quien me advertirá —no seas tú tan pendejo, Bob— por lo cándido e ingenuo de mi pregunta, ¿ah, Rubén?

 

 

 

     “ …estudia, trabaja y piensa…” Plástico, R.B)

 

 

      Sin una oferta laboral (racional y realista de acuerdo a nuestros “IPC”, “PIB”  y —desde luego—  de  responsable y justa distribución)  sólida,  solvente, sostenida,  la sociedad se  debilita. Se hace más vulnerable a las distorsiones producidas por  los “cucos” sociales mayores… ignorancia, analfabetismo secundario (gente que aprendió una vez, pero ya no sabe leer conceptos articulados como consecuencia del reemplazo; p.ej  la  constante señal de la TV y su alienante  sobre-oferta oral- gráfica o simbólica – del consumo) y   la corrupción,  siempre ésta in- crescendo y exacerbada por  el  severo azote del delito rampante, descarado y hasta violento.  La fragilidad y lentitud en la  administración de Justicia.

 

      Aparte de las consabidas imágenes que —aunque lastimosas, también  pintorescas— observamos  al ver crecer  el ejército de vendedores callejeros , niños, niñas y adolescentes, muchos de ellos a un paso de la prostitución inducida como modus vivendi y que a pleno solazo de medio día o bajo  los puntuales aguaceros de temporada  asedian en su desesperada oferta a los automovilistas encerrados por seguridad en sus 4x4 con  aire acondicionado  (yo soy uno de esos),  con toda suerte de artículos que van desde toallitas, frutas, chicles, mapas,  antenas, celulares, música y pornografía… y que va constituyendo —de por sí—  una ya reconocida e hipertófica vértebra de la “economía informal”.

 

      “Hay un supermercado en el semáforo….” (Consuelo Thomas, poetisa panameña)  

 

 

 así, paralelamente a toda intención gubernamental, política de estado, planificación, etc, está   el poderoso dinero que genera y circula con el  tráfico de sustancias psicotrópicas. Es un poder “emergente” y arrollador que compite con la deseada eficiencia por una cada vez más amenazada formalidad institucional… y la va desplazando. Esa actividad delictiva  es cada vez más capaz  y envolvente en su compra de jueces, fiscales, policías, testigos de conciencia, dignidades, recatos  y el reclutamiento de cada vez más gente en perspectivas  de sucumbir ante la  tentadora oferta, pese al riesgo mortal, pero que te hará “salir de la pobreza” con un “business chuchón” …pero:  “hey…vas a resolvé rápido y con mucho más que pa’ poné la paila, men…eso sí: ponte vivo, el que pestañea pierde y al que se ahueva, quiébralo, ya tú sabe!”.

 

     Y de allí, pues, lo consabido. Inundados de droga por, ya no kilos dispersos sino tonelajes en contenedores y lanchas rápidas, barcos con nicas, salvatruchos, cuates-mex, hondureños que les importa un bledo con Zelaya o Micheletti…y la recua de gente (que ya no cabe en las abarrotadas galerías de las cárceles obsoletas y malolientes) que involucra muchachos, muchachas, doñitas, diputados,   empresarios, abogados,  paisas, panas, gringos, uno que otro cura…y los cuerpos sentenciados-ejecutados  hallados con espantosa rutina  en montes, carreteras y  veredas con las manos atadas atrás y tiro en la nuca…o in-identificables  amasijos de carbón orgánico  incendiados con gasolina en autos irreconocibles y de cuyos casos (de vergonzante explotación mórbida periodística) ya  el lector de los tabloides matutinos  ni siquiera  se escandaliza… o peor aún, ni siquiera se asombra.

 

 

“…él que siempre era vivaracho, hoy andaba quieto

 Pero con esa quietud del desesperado…”

 

 

Suerte que nuestro anti-héroe de Azuero estaba muy lejano a ser absorbido por  esa u otra delictual subcultura. Su arcilla fundamental era buena.  Salida del tiesto, pero buena.  Con aspiraciones, no pretensiones vácuas ni objetivos fantasiosos más allá  de lo básico para mantener un hogar en suficientes condiciones de higiene, alimentación en los “tres golpes”,  así como evitar al máximo   con Estefanía,  su mujer, disgustos y coitos interruptus por angustiosa estrechez  y…  --algún día-- disfrutar la deseada sonrisa de satisfacción por sus hijas graduadas, al menos de secundaria… Pasar de la sobrevivencia marginal a la seguridad  de ser e identificarse  como un ciudadano feliz y valioso.

 

Pero la opción política fue  abatida…en buena lid. El partido calificó electoralmente  en tercer lugar, discutiendo cifras y posibles “marullerías”  de conteo  de votos a nivel de “mesas”  por un notorio déficit de organización en la vigilancia  del proceso sufragante  con  dudosa  confección y firma de actas en varios sectores del país… pero calificó como una  alternativa que era preciso continuar desarrollando.

 

No obstante,  Adán de Azuero se desmoronó ante la derrota.  Quizás se veía a si mismo como porta bandera de esa opción política  que ahora sería blanco del escarnio y la ridiculización.  Descompensado en su psiquis al conocer de los resultados locales,  primero se peleó a puños hasta con amigos que trataron de consolarlo vanamente con  --inicialmente sorbos--  luego:   ya tragos a “rejo limpio”  de seco  alternados con buches de soda roja que devolvió en una vómica en proyectil al momento en que  un par de guardias lo reducían  por la fuerza en su agitación.  Lo llevaron ante el sub-teniente de turno en la comisaría y lo dejaron dormido en una celda preventiva sin levantarle cargos como delito  por “ingerir licor el día de las elecciones”.  Adán era conocido por “medio loco”, más no por borracho busca-pleitos.  

 

 Días después  se sumió en una desgarradora depresión. Se iba caminando hasta Monagre (playa del litoral de Azuero)  con el cuerpo lastimosamente encorvado e inapetente de alimento, luz y brisa marina.  Permanecía oteando el horizonte por horas que interrumpía brevemente para lanzar  conchas y lajas de piedras desgastadas  contra las olas y el  viento Sur-este de mayo.  Su mujer en ocasiones lo seguía  o  enviaba a alguien a que lo vigilara por si acaso  pasaba a decisiones mayores o dislocadas…no era para tanto.

 

No obstante, para él  ―al parecer sí.  Le costó mucho recuperarse de lo que, entendí,  fue el factor que precipitó  tal severo despeño emocional, luego del casi pasional frenesí político y electorero, por  conocida costumbre, cultura y folklore provincianos,  saturado de promesas y  expectativas.

 

Meses después me tocó verlo. Retorné al área a organizar el trabajo de un partido político aún existente  a nivel local y  que logró “sacar” al menos seis legisladores limpiamente y que constituyeron una voz con cierto peso específico en la Asamblea legislativa.  Sin embargo,  ningún ruego, solicitud, influencia, “palanca”, “push”, etc, fueron capaces de colocar al “loco Adán”  en alguna posición donde pudiese fungir para ganarse la vida con honradez. Siguió él con mujer e hijas viviendo de “camarones”,  salves y contribuciones de urgencia  que temporalmente  le proporcionamos  varios de los que entendemos estas cosas… ayudas que no fueron suficientes  para que  no se viese p.ej  forzado a vender el “chunche”  por menos de una bicoca, para pagar matrícula, enseres escolares de sus hijas  y obtener un par de catres, también de segunda… e improvisar capotes con plásticos para que sus hijas no se mojen al ir a la escuela.

 

Esa tarde que le fui a visitar, haciéndome el que pasaba por allí accidentalmente…lo vi sentado en un taburete lijando un pequeño cajón de cocina. El sol de las cinco y tanto de la tarde me ofrecía su todavía más enjuta figura cortada a contraluz. Al verme se sonrió con una demoledora mezcla de amargura y vergüenza.  Se fue acercando a mí mientras me apeaba de la también ya veterana camioneta y,  con los evidentes estragos del desamparo, me enseñó una pequeña y desvencijada cassetera  que portaba colgada al cuello y asegurada con una mediana banda de caucho y de dos baterías. En ella hacía sonar  música del cantautor y  ex-candidato a la presidencia.

 

 

“…esto se acabó, vida,  la ilusión se fue, vieja

    el tiempo es mi enemigo…”

 

 

 

 Luego de estrechar manos me miró fijamente y con los ojos húmedos me preguntó: “¿oiga, doctor… es cierto lo que me dijeron, que Rubén Blades me dedicó ‘Adan  García’ a mí…?”

 

 

EPÍLOGO Y SALUDO A RUBÉN.

 

La triste historia de Adán García dramática y solitariamente cantada por Rubén esa noche en San Juan constituye,  aunque no la primera  en género y corte,  la canción porta estandarte en la génesis más descarnada de  la injusticia social.  El alarido de muerte de Adán y su cadáver en calzoncillos, precedida por la ironía de un revólver inocuo en manos de un hombre bueno pero desesperado, no sólo simboliza sino que   exacerba la conciencia ante  el drama urbano que discurre a diario, con todos sus anti-valores que moran en  prejuicio, agresividad social, violencia,  atraco, marginalidad y enajenación.  Adán  García y Adán de Azuero viven en nuestra imaginación, nuestro recuerdo fiel…y existen.

 

A Rubén  lo sentimos poeta. Yo diría poetazo. Entrañable,  al igual que –recíprocamente-- sus entrañables amigos han tenido la distinción otorgada por él  de escucharle sus temas de “prima voz”, muchas veces con bastante antelación a todo proceso elaborado de arreglo, grabación, producción, etc, etc, y todo el complicado camino hasta el masificado producto final.  Para sus amigos es inicialmente eso: escritura y guitarra, talvez un par de bongós, voz y sentimiento en la garganta.  Oídos atentos.

 

Tuve el privilegio de escucharle, así descrito y al inicio de los 90’, e igual que había ocurrido con otros temas,   el  Adán García primario y conmovedor.  La textura armónica perfectamente cónsona con la línea melódica, sencilla e inobjetable. Le comenté en esa ocasión  que se podía cantar  --al igual--  en “tres por cuatro”  en tiempo de vals peruano, así  como lo factible que sería interpretarla en “corrido” del tipo Juan Charrasqueado , o talvez en un acompasado guaguancó con clave  de síncopa oriental…y hasta --por último--  imaginaba a una rondalla o estudiantina haciéndolo con voces a coro y hasta acompañando a Mercedes Sosa en el Monumental del River, ¡o en un descampado en Rosario o Santiago del Estero!... El asunto era que el hipotético  relato, su contenido y  su inmensa expresión lírica de denuncia correspondían a una entrega de corte universal y de vigencia inextinguible. Hoy,  al escucharlo luego de tantos años  en San Juan de Puerto Rico en compañía de fraternales compañeros de lucha e intelecto, nos es más que honroso evocar cálidamente la textura fiel de su creación  acerca de esa  “gran cosota”  psico-social  del drama urbano  que lo inspiró, que nos dio ese producto y de cuyo efecto en nosotros, conmovidos   viajeros de San Juan e incorporados  dentro de la vibrante masa del Choliseum,  estamos —como sensibles amigos—  más que orgullosos.

 

 

 

 

 

Nota del editor:    El Dr. Roberto Cedeño ha sido amigo de Rubén Blades desde 1967, y parte de sus aventuras quedaron plasmadas en el libro “Blades: La calle del Autor”, que Cedeño publicará en 1992.  El Dr. Cedeño también es un destacado autor de canciones, y muchos lo recordaran por el tema “De Panamá a Nueva York”, el cual forma parte del LP bajo el mismo nombre que Rubén Blades grabara con la orquesta de Pete Rodríguez a finales de los sesenta. Además, el Dr. Cedeño ha participado en varias grabaciones como percusionista, siendo una de sus más conocidas la ya legendaria “Panamá Está Bueno y… Má”, con el grupo panameño Los Exagerados. En actualidad, el Dr. Cedeño reside en Panamá, es médico de profesión —lo ha sido por muchos años—, y sigue activo en la música, prestando sus servicios donde el deber lo llame.  (EEG)

 

Edición Diciembre 2009-Enero 2010

 

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