La Clave del Rey

 

El Maestro Johnny Pacheco se prepara para un concierto.

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

En Casa de Johnny Pacheco

Patriarca de la Música Latina

 

 

“Si pudiera, volvería a nacer en Santiago de los Caballeros, el mismo 25 de marzo de 1935, y pediría al cielo el privilegio de vivir esta misma vida, ser quien soy, un soñador de lo imposible”.

 

Entrevista a una de las personalidades más importantes de la música latina: Johnny Pacheco. El legendario productor del sello Fania, que lanzó la salsa al estrellato en los años 70, está más que vigente. Una importante disquera ha relanzado 176 títulos de su catálogo, con empaque y sonidos optimizados. Y demuestra que está libre de los prejuicios de los más conservadores de la vieja guardia: piensa que los creadores de reguetón “son unos duros”.

 

Uno de los méritos más importantes de este artículo es que la escritora Mimi Ortiz estuvo recientemente en la casa del músico en Nueva Jersey. Ella pudo adentrarse en el mundo íntimo de Pacheco, que acaba de cumplir 72 años y lleva medio siglo en las tarimas. Nos ha traído algunas anécdotas poco conocidas, como la gran frustración del artista por no conocer un secreto de Héctor Lavoe.

 

Por: © Mimi Ortiz Martín

 

Durante la celebración de sus 50 años en la música, Johnny Pacheco dirigía a sus legendarias Estrellas de Fania en ‘Quítate tú pa’ ponerme yo’ cuando, sorpresivamente, El General subió junto a él, desatando una tremenda descarga de reguetón y salsa en el escenario del Madison Square Garden.

“¡Oye, me quedé sin respiración! Qué difícil es improvisar el rap, qué talento tienen esos reguetoneros”, dice Pacheco, maestro compositor, productor y un inmortal de la salsa, sobre su aniversario celebrado en octubre pasado. “Qué maravilla, cómo la música puede unir a las generaciones. Recuerdo la primera vez que escuché el beat del reguetón: sentí el ritmo de un tango con aire de paso doble. Aún no me gustan sus malas palabras y creo que le falta melodía, pero con el tiempo ha evolucionado. Es bravo”.

Justo al cumplir 72 años, el fenomenal músico me recibe en su casa en Fort Lee, Nueva Jersey, una tarde muy fresca. Aquí, goza de paz y de bienestar económico, tres décadas después de fundar el mayor imperio de la música latina, Fania Records. “No soy millonario pero estoy bien. Podría tener más dinero, pero fui demasiado bueno y desinteresado. Lo importante es que a esta edad puedo ver cómo la salsa que hicimos sigue vigente. Los jóvenes entran hoy a una tienda y pueden comprar los nuevos CD de nuestra música. La Fania que creamos es para siempre”.

Se vende muy bien la nueva colección ‘Fania Original Remastered’, el histórico catálogo de Fania, considerado el más valioso de la música latina, ahora con empaque y sonido optimizados. Tras adquirir el sello por una suma ascendente a $15 millones, EMusica Entertainment ya ha lanzado 176 títulos del catálogo, un inventario estimado en más de 1,000 álbumes, 3,000 composiciones y cerca de 13,000 cintas matrices. “No he visto un centavo de las regalías. Los compositores son siempre muy mal pagados. Pero me siento tranquilo y feliz. Miro atrás y me siento orgulloso de lo que logramos”.

 

Johnny Pacheco danza y se contorsiona. Aquí su imagen parece evocar al

director austriaco Herbert Von Karajan; dirigiendo a la maquina musical: " La Fania All Stars".

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

Our Latin Thing, cortesía Johnny Pacheco, director musical.

 

Sentado en la cocina de su casa, toma la tacita que le sirve su esposa Cuqui, y saboreando sorbitos de café con los ojos cerrados se transporta a momentos de gloria, como si el gustito le abriera una caja de recuerdos....

 

“Fue un día único para la música. ¡Imagínate qué sentí al mirar desde el escenario y ver a casi 50 mil personas con el negro arriba en el Yankee Stadium!”, dice riendo y describiendo con la frase “con el negro arriba” la euforia colectiva que reinó la exitosa noche del 26 de agosto en 1973, cuando las Estrellas de Fania abarrotaron la arena más grande de la ciudad de Nueva York.

 

“¡Fue tan cuesta arriba montar aquel concierto! Se pensaba que debíamos invitar a varios artistas norteamericanos para ser un éxito rotundo en un lugar tan inmenso. Pero contratamos a El Gran Combo, a Mongo Santamaría y a Manu Dibango, un africano que tenía pegado ‘Soul Makossa’ y aquello se quería caer. Aposté a los latinos y el resto es historia”.

 

Fue aquél el verdadero principio de la Era de las Estrellas de Fania, un fenómeno que comenzó con un gran ideal, con un sueño que Pacheco decidió compartir con un abogado judío descendiente de italianos llamado Gerard ‘Jerry’ Masucci. “Nací y viví como este soñador que creó Miguel de Cervantes, que creía en lo imposible”, me dice, llevándome de la cocina a la sala, para mostrarme su valiosa colección de figuras del Quijote. “Como vuela el tiempo. Parece ayer cuando conocí a Jerry y eso fue en 1963”.

 

¿Por qué Masucci? ¿Cómo lo conoció? ¿Cómo empezó el embeleco de la Fania? Tras mi ristra de preguntas, sonríe, atraviesa la sala y baja las escaleras que nos llevan a la historia. Afectado por la artritis en la espina dorsal, aquél enérgico y carismático director musical que brincaba por todo el escenario camina pausadamente y me muestra en detalle su amplio sótano, donde atesora muestras de su exitosa carrera como arreglista, director y compositor de más de 200 canciones. Este merecedor de nueve nominaciones a premios Grammy y diez Discos de Oro, fue productor musical de los más grandes intérpretes de la salsa, como Celia Cruz, Tito Puente, Bobby Valentín, Rubén Blades, Cheo Feliciano, su compadre Pete ‘El Conde’ Rodríguez y uno de los dúos más importantes, Willie Colón y Héctor Lavoe.

 

“Jerry era un joven acabado de graduarse de Derecho, amante de la música cubana, especialmente de la Orquesta Aragón”, me contesta mientras toma en sus manos un estuche, saca una flauta desarmada y comienza a montarla. “Pacheco y su Charanga, mi orquesta, interpretaba números de Aragón. Un amigo mío le mintió a Jerry diciéndole que la Aragón estaba tocando en Nueva York y lo llevó a vernos”.

 

 

La inolvidable Celia Cruz. Con la Fania All Stars

recibió el cetrero de "La Reina de la Salsa".

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

Era 1963. Su orquesta ya había vendido sobre 100,000 copias del primer disco de larga duración con Alegre Records. “Jerry se molestó muchísimo con la mentira, pero mi amigo lo convenció de que nos escuchara esa noche. Quedó fascinado. Para entonces estaba bien pega’o un pasito que inventé, juntando lo de ‘Pacheco’ con ‘Charanga’. Le puse ‘Pachanga’ al bailecito aquél y fue como una epidemia. Todo el mundo hacía el brinquito pa’lante y pa’trás.”

Armada la flauta, Pacheco hace embocadura y comienza a soplar, calentando los labios. “Ésta no es la de ganarme las habichuelas”, me aclara, “es un regalo de un muchachito a quien le enseño. La ‘brava’, mi flauta más vieja, marca Buffet, la doné a la exhibición permanente del Smithsonian Institute que se inauguró tras la muerte de Celia. Esa me la regaló a fines de los años 50 un músico cubano para el que yo tocaba como percusionista”.

Y el maestro sigue soplando, entonando ahora unas sabrosas notas charangueras. “¿Sabes qué? Desde ese momento soy flautista por vagancia. Me encantaba la percusión, pero tenía que cargar con tremenda mudanza de instrumentos. El músico que me daba pon tocaba flauta y la guardaba en segundos. Mira: así. Desarma la caña rapidísimo en tres piezas y la pone en su bolsillo. “Una noche, después de tocar, me dijo ‘Oye, si te tardas dos minutos más, te quedas’. Y yo faja’o desmontando mis tambores... El tipo me dejó a pie y desde esa noche aprendí a tocar aquella Buffet…” Y agrega, medio pícaro, “además, ¿sabes qué es lo chévere de la flauta? Que toco y se me marcan los hoyitos de los cachetes”.

Tras un rato de jugar con la flauta y desviarse en otros temas, vuelvo a preguntarle cómo inició Fania Records junto a Masucci. “Pues Jerry iba a todas nuestras fiestas y nos hicimos buenos amigos, hermanos, tan así como para contarle mi sueño. Quería unir a los latinos y ver triunfar nuestra música. Y es que entonces los negros tenían sus géneros musicales y un imperio disquero llamado Motown, y los blancos tenían su rock and roll. ¿Y nosotros?”.

Así fue que, a principios del 1964, se asociaron y fundaron una ‘mini empresa’: el sello Fania Records.

¿Y de dónde surgió el nombre?, “Viene de ‘Fanía fun ché’. Así se llamaba un grupo de música negroide que había en Cuba. Sus integrantes se querían como una familia. Esa unión, ese amor de hermanos latinos, era lo que soñaba para la Fania”.

 

Pacheco ya gozaba de gran popularidad. Había trabajado junto a figuras como Dámaso Pérez Prado, Xavier Cugat y Tito Rodríguez. Además, había comenzado su incursión en el jazz y otros géneros populares que lo llevarían a colaborar más adelante con leyendas como George Benson, Sammy Davis hijo, Quincy Jones, Stan Kenton, Tony Bennett, Ethel Smith, Stevie Wonder y otros.

 

“Jerry sabía de leyes y de papeles. Yo conocía la industria de la música y era director de orquesta. Todo el dinero que yo ganaba lo metía en la compañía”, dicta el autor de clásicos como ‘La Dicha Mía’, ‘Quítate tú pa’ ponerme yo’, ‘Acuyuyé’, ‘El Rey de la puntualidad’ y ‘El número cien’, de Tito Puente.

 

Al principio no hubo oficinas. “Empezamos a firmar artistas. Los primeros fueron Larry Harlow, Bobby Valentín y Willie Colón. Ellos grababan discos y Jerry y yo salíamos en una guagua a hacer el delivery a las tiendas. Parecíamos obreros, todos sucios. La gente se reía de mí y decía, ‘Mira éste a lo que ha llegado, tan bien que tocaba’…”

 

Pasaron tres años como nómadas y trabajando duro. En otoño de 1967, se establecieron en el número 888 de la Séptima Avenida en Manhattan. “Era una oficina preciosa. Ya no teníamos que salir a buscar a los artistas, pues los propios músicos comenzaron a llegar a Fania Records”.

 

El poderoso junte de un genio musical y un brillante hombre de negocios se dio en el momento perfecto de la historia: la salsa crecía y la industria discográfica era una mina de oro. “Los artistas que firmamos empezaron a viajar con sus orquestas o como solistas. Harlow, Willie, todos se hicieron grandes. Fania fue un trampolín hacia el mundo”.

 

Johnny Pacheco, Tito Puente y el inolvidable Kako Bastar

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

Y brillaron las estrellas

 

Pacheco se sienta al piano y juega con lindos acordes. “Le estoy componiendo esto a Gilbertito Santa Rosa. Él no lo sabe. Se lo voy a mandar”.

Don Johnny, y ¿cómo se formaron las Estrellas de Fania? “El fenómeno nació con el concierto que presentamos en Club Cheetah”, dice, refiriéndose al famoso local de espectáculos ubicado en el Harlem hispano, propiedad del empresario Ralph Mercado. “Sabía que sería algo grande y conseguí a Leon Gast para filmarlo. Resultó un jonrón con bases llenas”.

Gast, director cinematográfico, acabó produciendo el filme documental ‘Our Latin Thing’ (‘Nuestra cosa latina’), utilizando pietaje del exitoso acontecimiento presentado el jueves 26 de agosto de 1971. La trama central fue la idiosincrasia latina en los barrios de Nueva York, genialmente presentada a través del fenómeno de la salsa y la vida de los músicos de Fania. El documental fue lanzado en el verano del 1972.

“Fue como una bomba. Ya éramos las Estrellas de la Fania y comenzamos un gran tour por el mundo”. Tras aquella espectacular demostración en el Yankee Stadium el grupo comenzó una gira por naciones tan distantes de las raíces latinas como Holanda, Alemania y Japón. Para la historia quedaron monumentales conciertos como el de África, en Zaire (1974), ante 110,000 personas. Sirvió de preludio al notorio combate de los campeones pesados Muhammad Alí y George Foreman. Poco después vino el segundo concierto en el Yankee Stadium, que dio pie a ‘Live at Yankee Stadium’, un LP seleccionado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos como uno de los mejores discos de la historia.

 

 

 

 

El director cinematográfico Leon Gast se apresta a filmar el concierto de la Fania All Stars en el Yankee Stadium, en la ciudad de Nueva Yok, 1973.

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

Elliot Sacchs y Alex Masucci. Inspecionan el Yankee Stadium, en la ciudad de Nueva Yok, 1973.

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

Cuenta Pacheco que en el vuelo fletado que transportó a las Estrellas de Fania a Zaire también había grandes artistas norteamericanos, como el ídolo James Brown. “James estaba emocionado de llegar a África y quiso ser el primero en salir del avión. Al asomarse gritó a la multitud de cincuenta mil personas, ‘My people! My people!’, pero la gente comenzó a corear con ritmo, ‘¡Pa-che-co! ¡Pa-che-co! ¡Pa-che-co!’…”

“Me quedé mudo. Cuando bajé del avión la gente me levantó en brazos. Me sentí rey”, cuenta quien fue honrado por el presidente de Zaire colocándose una estatua suya, hecha de granito, en una de las plazas principales de la ciudad.

 

Aquella fue una noche histórica. La Fania tocó durante tres horas y se filmó un pietaje que más tarde se usó en la película ‘Salsa’, producida por Columbia Pictures. “En África adoraban la salsa, el mambo y la música cubana. Nunca había visto a más de cien mil prietos juntos y le dije a Celia, ‘negra, cántame la Guantanamera que aquí es como el himno nacional’. Oye, ¡aquello se cayó! Fue una cosa espantosa. ¡Y cómo bailan los africanos!”.

 

Pacheco es famoso por el sabroso sonido que obtiene del güiro cubano en los montunos. Le imparte un efecto parecido al de la cáscara del timbal (que se consigue al golpear el cilindro y no el cuero) y luego logra un rayado pegajoso cuando comienza el repique de la campana. Mas, para todos los percusionistas de la Fania, el viaje a África fue una experiencia de aprendizaje, según observa Pacheco.

 

“Lo que le pasó a Barretto fue algo increíble”, recuerda riendo. “Ray fue a Zaire para quedarse con el show haciendo sus tremendos solos de percusión. Hizo maravillas, pero no lo aplaudían... ¡Y es que para los africanos era arroz y habichuelas, porque los tambores nacieron allí! Sí se volvían locos con los solos de flauta, de piano, de instrumentos musicales”, recuerda y agrega, “En África me siento rey”.

 

La Voz. Héctor Lavoe

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

Lavoe nunca le dijo el secreto

 

Frente a la chimenea del ‘family’, Pacheco se sienta a ver Animal Planet, su canal favorito. Lo rodean fotos de su familia. Es padre de cinco hijos, Norma, la mayor, de 40 años, Joanne, Phil, Elis y Andy, el menor, de 31. También es abuelo de cinco nietos, “las dos hembritas, Elina y Patricia, viven en Caguas”.

 

También gusta de leer, y junto a su butaca hay una pila de libros sobre una mesita de café. Entre ellos, ‘Salsa Talks!’, de Mary Kent, que trata sobre la difusión mundial de la salsa; ‘Mi vida saxual’, una autobiografía de Paquito D' Rivera y varios de su inolvidable amiga Celia Cruz. ¿Y el suyo cuándo publica? “Se está cocinando. Será la historia musical desde los años 50, cuando yo empecé, luego los 60 y los 70. Te adelanto una anécdota de Lavoe que nadie sabe. Las Estrellas de Fania siempre quisieron ir a Cuba. Allá querían vernos. Pero en esa época sí que era prohibido ir; prácticamente imposible”.

 

Luego de varios años intentándolo, Masucci logró que Columbia Records consiguiera los permisos del gobierno norteamericano y fletara un avión para llevarles a La Habana. Era el verano de 1979. “Llevamos a Ismael Miranda, Adalberto Santiago, Cheo Feliciano, Ray Barretto, Roberto Roena, Papo Lucca, Yomo Toro y la figura esperada, Héctor Lavoe, famoso en Cuba por su tema ‘Mi gente’...”, cuenta y agrega que Columbia aprovechó la visita cultural para invitar a 25 artistas, entre ellos, los norteamericanos Billy Joel y Chris Christopherson.

 

“Había muchas exigencias de seguridad para ir a Cuba. Se pasó lista y todo el mundo se montó en el avión. Pero cuando llegamos a La Habana, Héctor no aparecía. Nadie lo había visto en el avión. Era inexplicable. Muy extraño”. Los cubanos aclamaban a Lavoe. Desesperado, Pacheco buscó un valiente para interpretar ‘Mi gente’. “Ismael Miranda me dijo, ‘Yo me la aprendo’, y esa tarde, la ensayamos”.

El público llenó a capacidad el Teatro Carlos Marx. “¡Aquello quería estallar! Seis mil personas pedían a Lavoe y a ‘Mi gente’. Minutos antes de arrancar el número con Ismael, paramos el show: Héctor llegó vestido para cantar. Todos quedamos mudos. Claro que se robó el espectáculo, pero el gran misterio sigue siendo cómo logró volar a La Habana. ‘Ese es mi secreto’, me decía cada vez que le preguntaba. Toda la vida me lo pregunté. Cuando estaba muriendo le pedí que me dijera. ‘Pá, me llevo el secreto conmigo’. Es uno de los misterios más grandes de mi vida”.

 

 

Con la música por dentro

 

En un rincón de su casa, una galería de viejas fotos le traen memorias de su ciudad natal, Santiago de los Caballeros, en la República Dominicana. Mirando una foto de su madre, Octavia, me dice, “Mamá era costurera y siempre oía son cubano en la radio. Mientras que Papá practicaba música. Era el primer clarinetista del país y tenía su gran banda. Por eso creo que desde el vientre ya yo era músico”.

 

Rafael Azarías Pacheco era director de la Orquesta Santa Cecilia, una de las más famosas en los años 40. “Además del clarinete, tocaba el violín, la flauta y el saxofón. Mientras que mamá vestía a las niñas de sociedad para los bailes. Era la modista de todos los pollos lindos de Santiago. Éramos pobres y felices”.

Hasta que el dictador Rafael Leonidas Trujillo se enamoró de la orquesta. “Era loco con el grupo de Papá y se empeñó en cambiarle el nombre y llamarle ‘Orquesta Presidente Trujillo’. El viejo mío se defendió y lo puso como trapo… Y comenzó una historia muy fuerte. De milagro vivió el padre mío”.

La pareja y sus cinco hijos, Josefina, José Rafael, Rafael Azarías, Octavio y Johnny, el menor de 11 años, tuvieron que emigrar a Nueva York en 1946. “Una familia puertorriqueña nos acogió en su hogar y nos consiguió casa. Nos trataron de película”.

 

De muy chiquito, para ganarse algún dinero, Johnny alternó la escuela con varios oficios como limpiabotas y mandadero. En las noches, su padre le impartía clases de música a él y a su hermano Juan. “A él papá le compró un violín, pero parecía un gato maullando. También un saxofón, pero parecía la sirena de un barco”, dice riendo, quien en poco tiempo dominó no sólo aquél violín y aquél saxofón, sino el clarinete, el acordeón y más tarde la flauta. “El piano lo toco un poco, pa’ componer”, apunta y agrega, “eso sí, aprendí desde chiquito todo lo que fuera percusión”. Pacheco asistió a la Escuela de Música de Julliard, en Nueva York, y pronto se convirtió en el joven más solicitado en los estudios de grabación para la ejecución de instrumentos como conga, bongó, timbal, maracas y güiro. “Yo era el único chamaco hispano que leía música y de jovencito grabé con muchos grandes artistas.”

 

Aun con sus dotes artísticos, comenzó a estudiar ingeniería eléctrica. “Y para ganar dinero, los fines de semana tocaba acordeón en grupos de vallenato. Llegué a ganarme $95 por tres noches. En los 50 eso era un montón. Ahí fue cuando metí en una caja las herramientas de ingeniería y nunca más las usé”.

Pacheco se hizo popular por su talento y era reclutado por los grandes de la época para grabar en estudios. Hasta que a fines de los 50, Charlie Palmieri lo invitó a formar parte de su orquesta de flauta y cuerdas. “La primera vez que trabajé con él en el famoso Palladium no tenía ni 18 años”.

 

En 1960 debutó con su banda, Pacheco y su Charanga. “Alcé vuelo. A mi madre no le sorprendió. Siempre me dijo que nací con música adentro”.

 

 

Leon Gast, Alex Masucci y Elliot Sachs

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

Alex Masucci, Iris Morales, un amigo de Alex y Pablo "Yoruba" Guzmán de los Young Lords.

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

El sabor de la nostalgia

 

La fortuna de Fania Records empezó a declinar al acabarse los 70. Muchos lo explican con la migración de los salseros al merengue. Algunas Estrellas de Fania, incluido Pacheco, hicieron incursiones en el jazz, en producciones de fusión muy apreciadas por su rico sonido orgánico, muy vivo, de improvisación. Más adelante grabaron ocho álbumes de estudio y, para bien o mal, el sonido de aquellos primeros discos se vio sacrificado por uno muy perfecto. Se debió a la alta eficiencia que enfatizaban los ingenieros de estudio y productores de jazzistas como Bob James, David Sanborn, Maynard Ferguson y Hubert Laws, cuenta el maestro.

 

En resumen, no fueron productos tan lucrativos como para devolverle el trono a la casa disquera que fundaron Pacheco y Masucci y en 1979 vendieron el catálogo de Fania Records a la compañía uruguaya Valsyn. “Luego él mismo -Masucci- volvió a comprarlo y nunca me invitó a ser su socio. Estaba muy planeado todo. Me dolió porque fuimos como hermanos. Le tenía toda la confianza del mundo”.

 

Masucci continuó trabajando en producciones independientes como la película ‘The Last Fight’, sobre la vida de un boxeador, protagonizada por Rubén Blades y secundada por Willie Colón.

Pacheco continuó su exitosa carrera con un maletín lleno de experiencia. Produjo discos para los grandes y dirigió presentaciones de las Estrellas de Siempre, tan exitosas como el 30 Aniversario de Fania Records (1994) en San Juan, Miami y Nueva York.

 

“Un día, Jerry me llamó para que nos reuniéramos. Dijo que quería darme un dinero que me debía del negocio de la Fania, pero nunca nos vimos. Murió”.

 

Masucci falleció en 1996 en Buenos Aires, a causa de una aneurisma. “Con todos los que se han ido me encontraré algún día, para tomar mojito y formar un rumbón. Mientras tanto, y hasta donde me dé la vida, seguiré siendo músico”, dice quien en 2005 produjo ‘Entre amigos’, donde quedan ausentes esos camaradas de tantas andanzas, Pete ‘El Conde’ Rodríguez y Celia Cruz, pero le acompañan Gilbertito Santa Rosa, Cheo Feliciano, Ismael Miranda, Adalberto Santiago, Tito Rojas, El Canario, Michael Stuart y Hermán Olivera, quienes evocan en el número ‘Busca tu puesto’ el mano a mano de soneros del éxito ‘Quítate tú pa' ponerme yo’.

 

Y al pensar en el enorme inventario de recuerdos y el legado de ‘Fanía fun ché’, Pacheco agarra otra tacita de café y vuelve a saborear nostalgia...

 

“Si pudiera, volvería a nacer en Santiago de los Caballeros, el mismo 25 de marzo de 1935, y pediría al cielo el privilegio de vivir esta misma vida, ser quien soy, un soñador de lo imposible”.

 

El Ingeniero de sonido de la Fania Jon Fausty, tocando una conga.

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

Nick Marrero, Bobby Valentín y Pete "Conde" Rodríguez

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

Algunos logros

 

Nueve nominaciones a los premios Grammy

· Diez Discos de Oro

· Premio Teatro Latino de Fama Internacional, Nueva York, 1998

· Bobby Rodríguez Capó Achievement Award 1997, presentado por el Gobernador de Nueva York, George Pataki

· Medalla Presidencial de Honor otorgada por el Presidente de la República Dominicana, Joaquín Balaguer, 1996

· Primer Galardón Internacional a un Artista Dominicano, Premios Casandra, 1996

· Premio Academia Nacional de Artes Magnetofónicas y las Ciencias, otorgado por el Gobernador de la Ciudad de Nueva York

 

En el cine

 

Johnny Pacheco fue director musical de varias producciones cinematográficas.

· ‘Our Latin Thing’, 1968 - primer largometraje sobre la salsa y su influencia en los latinos de Nueva York.

· ‘Salsa’

· ‘Mondo Nueva York’

· ‘Algo salvaje’

· ‘Los reyes del mambo’

 

El mítico Manu Dibango, músico invitado en el Concierto de la Fania All Stars en el Yankee Stadium.

Nacido en Duala (Camerún) en 1933, Manu Dibango es el creador del género musical conocido como makossa. Un gran  humanista y luchador contra las desigualdades sociales, Manu Dibango fue condecorado en 2004 por el Director General de la UNESCO, Koichiro Matsuura, como "Artista de la UNESCO para la paz" en reconocimiento a su contribución al desarrollo de las artes, de la paz y del diálogo entre las culturas del mundo.

 

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

Discografía

A Man and His Music: El Maestro (2006)

Entre amigos (2005)

Best of Johnny Pacheco (2003)

Mi música es para ti (2002)

Salsa, Best of... (2001)

Johnny Pacheco (2000)

Early Rhythms (2000)

Tremendo caché (2000)

Spotlight on Pacheco, Vol. 5 (2000)

Suav'ito (1999)

Once Upon a Time (1999)

Que suene la flauta, Vol. 3 1999

Latin Piper (1999)

Flying High (1999)

Sabor típico (1999)

Pacheco y Su Charanga, Vol. 3 1998

Pacheco y Su Charanga, Vol. 2 1996

Pacheco's Party (1995)

Sima! (1993)

10 Great Years (1993)

Introducing Johnny Pacheco (1989)

Celebración (1989)

Salsobita (1987)

Jícamo (1985)

De nuevo Los Compadres (1983)

Fajardo y Pacheco (1982)

De película, con Rolando Laserie (1982)

El Zorro de Plata y el Flaco de Oro (1981)

Sabrosura (1980)

Las tres flautas: Javier y su charanga (1980)

La crema (1980)

Champ (1980)

Los Distinguidos, con Daniel Santos (1979)

Los Dinámicos (1979)

Los Amigos (1979)

Eternos (1978)

Que suene la flauta, Vol. 3 [1978] (1978)

Esa prieta (1977)

The Artist (1977)

Los Dos Mosqueteros (1977)

Llegó Melón (1977)

The Artist (1977)

Recordando el ayer (1976)

El Maestro (1975)

Lo mejor de Pacheco (1975)

Celia & Johnny (1974)

Tres de café y dos de azúcar (1973)

Víralo al revés (1973)

Volando bajito (1972)

Viva África (1972)

Pacheco at the New York World's Fair (1972)

Mango, Piña y Marañón (1972)

Demanda popular (1972)

Cañonazo (1972)

Pacheco presenta a Monguito (1971)

La perfecta combinación (1971)

Los compadres (1970)

Esencia del guaguancó (1969)

Para gozar Belén (1967)

Gran Pacheco te invita a bailar (1967)

Latin Jam (1965)

Mi nuevo tumbao: Cañonazo (1964)

Que suene la flauta, Vol. 3 (1964)

Guachinango (1964)

Las Charangas (1963)

Chen Cheré, El Suavesito, Recuerdo de Arcaño (1963)

Que suene la Flauta (1962)

Caramelos (1961)

Pacheco y su Charanga Vol. 1, 1961

*Incluimos producciones de varios artistas que contienen su trabajo.

 

Jerry Massucci

Foto de EMusica. Publicada en la Revista Waxpoetics.

 

Tomado de La Revista, la cual se publica todos los domingos en el periódico EL  NUEVO DIA de Puerto Rico. 15 de abril de 2007. Pág. 18 – 21.

 

Edición del mes de abril de 2007.

 

Nota: Le invitamos también a leer el artículo:

 

Johnny Pacheco una Invocación Musical.  Por. Andres Campo Uribe.

 

 

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