'Si me dan pasteles': Su importancia para la música boricua

New Orleans

 

Por: Federico A. Cordero

Tomado del Periódico El Nuevo Día
 

Precedido de justa fama, Louis Moreau Gottschalk llegó a San Juan a mediados de julio de 1857. Era considerado en París como uno de los tres grandes pianistas-compositores de su época. Los otros dos: Franz Liszt y Sigismund Thalberg. En 1849, cuando apenas era un joven de 20 años de edad, Louis Moreau fue elogiado, tanto como pianista como compositor, por tres grandes figuras: Chopin, Berlioz y Camille Pleyel. Esos elogios se produjeron en ocasión de su triunfal debut en la Salle Pleyel de la Ciudad Luz.

En 1851 y 1852 este joven de 22 años oriundo de New Orleans se hizo dueño y señor del minimundo musical ibérico. En España fue protegido de la Reina Isabel II. Louis Moreau era judío por parte de padre y por la vía materna era nieto de haitianos que, cuando estalló en Haití la rebelión de los esclavos de 1791, emigraron a New Orleans. No obstante, cuando se despidió de España lo hizo con todos los honores que correspondían a un ingenioso hidalgo que viajaba con la muy exclusiva medalla que sólo podía exhibir un caballero de la Orden de Isabel la Catolica. A principios de 1853 regresó a su país natal con el aura que justamente merecía el primer pianista-compositor estadounidense que triunfara en Europa antes de iniciar carrera en su país.

En 1854 estuvo en Cuba por primera vez. Allí compartió experiencias con el padre de la contradanza cubana, Manuel Saumell (1817-1870). Fueron tan buenos amigos que éste le dedicó a Gottschalk tres de sus 51 contradanzas.

Cuando Gottschalk llegó a San Juan junto a la joven soprano de 14 años de edad, Adelina Patti, y el padre de ésta, sólo pudo ofrecer dos recitales en el Teatro Municipal (hoy Tapia). Esta situación se debió a la epidemia de cólera que amenazaba con diezmar la población de nuestra capital.

 

New Orleans

 

De "Si me dan pasteles..." a "La marcha de los jibaros"

En el curso del mes de agosto de 1857, y mientras trataba de evitar convertirse en otra víctima de la epidemia de cólera, Louis Moreau se refugió en los azucarados predios de la Central Plazuela en Barceloneta. Allí sólo necesitó el tema de "Si me dan pasteles..." para bordar las extraordinarias variaciones pianísticas que tituló Souvenir de Porto Rico: Marche des gibaros pour piano (opus 31). Esto fue posible gracias a la hospitalidad del primer dueño de la Central Plazuela, el inglés Cornelio Kortright y de su esposa, que era una distinguida soprano y arpista diletante.

Desde el año 1938 he estado tocando Si me dan pasteles en mi guitarra, siendo fiel a lo que siempre ha sido: la Parte D de una interesante Danza-Aguinaldo de autor anónimo. La parte A, el paseo de dicha danza, es la que se inicia cantando "Los magos que llegaron a Belén...". La parte B, que es el primer merengue, utiliza el sensual ritmo sincopado del cinquillo y nos pone a cantar "De tierras lejanas venimos a verte...". La parte C, el segundo merengue, es aquél en el que se canta "José se llamaba el hombre, María la mujer...". La parte D, el "trío", popularmente conocido en la jerga orquestal como la sección del "solo de bombardino", es la sección en que se escucha el "Si me dan pasteles...". La parte E es la quinta y última sección de la danza, en la que se reitera lo expuesto en el primer merengue.

La estructura formal de 5 partes de la Danza-Aguinaldo nos revela que a la altura de agosto de 1857, cuando Juan Morel Campos era un bebé de 3 meses y Manuel G. Tavárez era un prometedor joven de unos 15 años de edad, nuestra danza ya tenía 5 secciones. ¡Tres partes más que la forma A-B de las contradanzas cubanas de Manuel Saumell!

Esta Danza -Merengue, hasta ahora relegada al olvido por los estudiosos de la evolución del género musical más completo que se ha creado en la música popular de Indo-Ibero-Afro-América, le facilitó a Gottschalk el único tema que necesitó para concebir la primera gran obra puertorriqueña de concierto para piano que es La marcha de los jibaros.

Lo anterior explica por qué la Danza Opus 33, que Louis Moreau también compuso en los predios de su refugio azucarero, tiene 5 partes. Con acierto, S. Frederick Starr, ex-decano del Conservatorio de Oberlin, señaló en su obra Bamboula: The Life and Times of Louis Moreau Gottschalk, (1995), que esta magistral danza es "...de excepcional belleza e interés...", "...una de las más encantadoras composiciones de Gottschalk...", "...obra de concierto brillante y jovial..." que "...incluye síncopas que... anticipan el 'ragtime', al igual que el patrón rítmico de la habanera profusamente utilizado más tarde en el 'jazz'..."

Pionero en el proceso de romper el estrecho marco del insularismo

La Marcha de los jibaros, (opus 31), y la Danza, (opus 33), son tan excelentes obras musicales y el prestigio de Gottschalk en Europa era tan grande que les cupo la gloria de convertirse rápidamente en las primeras obras boricuas de concierto para piano que se publicaron en el viejo continente. Gottschalk fue pionero en el proceso de sacar nuestro foclore y nuestra danza del estrecho marco insular que tendía a ahogar la creación musical boricua.

Federico A. Cordero, guitarrista puertorriqueño, ha ayudado a crear conciencia de la importancia de ese instrumento para la música clásica. Fue alumno de Segovia y es profesor titular de guitarra de los conservatorios de Berna y Lausanne. Entre sus obras se encuentra "Guitarresca", primera danza de concierto puertorriqueña concebida para la guitarra.

Edición 2006

 

 

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