In Memorian: Manny González

1940-2021  

Por Eric E. González

Manny Gonzalez

Manny González en uno de sus entornos favoritos. (Cortesía Jonathan Diaz)

Este mes ha sido particularmente duro en lo que respecta a mi familia, amistades, y gente que admiro relacionada a la música, pues algunos de ellos, tristemente, ya no están con nosotros. Manny González, puedo decir con mucho orgullo y el mayor afecto, es y fue familia, amigo y un conocedor de música como ninguno. Ah, y, según las malas lenguas, muy buen cocinero.

Realmente no puedo precisar cómo y cuándo conocí a Manny -- un cubano de pura cepa --, pero estoy casi seguro que fue en un evento realizado por el también desaparecido Albert Torres. En ese entonces, parece ser que Manny inmediatamente vio en mí algún talento como escritor, que podría servirle en una de sus publicaciones. Es posible que leyó mi trabajo en OasisSalsero.com o en HerenciaLatina.com, no lo sé. Lo cierto es que Manny, y luego María Elena Piedra -- su queridísima media naranja -- de alguna manera respetaban mis limitados conocimientos musicales y de cine, invitándome a colaborar en sus revistas Vista en L.A. y, más tarde, ¿Cómo? en LA. Desafortunadamente, no pude participar en la otrora publicación L.A. Salsa Magazine, debido a que en ese entonces todavía no conocía al maestro -- encontrar ejemplares de esta revista, es como buscar el arca perdida o tratar de ganarse la lotería.

En lo que respecta a publicaciones, he tenido mucha suerte, pues los editores de las mismas han sido muy generosos conmigo. Manny y María Elena no fueron la excepción, y debo decir que aprendí mucho de ellos, y era un placer para mí ir a la oficina y pasar un buen rato con ellos -- a joder, en buen castellano. Como decimos en nuestra querida Latinoamérica, Manny era "de verdad", y María Elena ciertamente no se queda atrás. Allí no existía hipocresía, envidia, ni los malos deseos, que pueblan otros medios. Allí lo que existía eran buenos corazones y humildad -- eso nunca cambió. Lo importante era divertirse, haciendo una publicación de calidad. Y eso es, precisamente, lo que L.A. Salsa Magazine, Vista en L.A. y ¿Cómo? en L.A. siempre representaron. Todo el contenido era de alto calibre, y no rellenos de propaganda y artículos mediocres recogidos de otros medios, que sólo sirven para mantener y denigrar los niveles intelectuales de la población masoquista latina en USA. ¡Y eran gratis! Está demás decir que ahora son material legendario de colección.

Hace ya casi veinte años, cuando Israel Sánchez-Coll, Ian Seda y yo decidimos crear HerenciaLatina.com, realmente éramos novatos en cómo comenzar una revista cibernética, o sea, cómo montarla. Ya para ese tiempo, yo estaba colaborando con Manny en una de sus publicaciones, y, por buena fortuna, se me "prendió en coco", y le pedí ayuda a Manny para poder tener nuestro hogar en la internet. Manny, desinteresadamente, acudió a nuestro auxilio y, junto a Israel, lograron montar el esqueleto -- parte del cual todavía usamos -- del portal HerenciaLatina.com. Manny estuvo allí, con nosotros, desde el principio, y eso nunca lo podremos olvidar.

Manny era único, y tenía cuentos para escribir varios libros. Los que tuvimos el placer de conocerlo, tenemos nuestras anécdotas, muchas de las cuales no se pueden repetir de momento. Pero una que me causa risa hasta la fecha, es cuando Manny y yo estábamos viendo la caratula de un LP de el flautista cubano José Fajardo, de nombre "Hoy y mañana". En la misma se presenta una foto de Fajardo aparentemente compartiendo una flauta con un niño. Manny me dice: " Tú sabes que ese niño es Alfredo de La Fe". En ese momento acepté alegremente lo que Manny me dijo, pero tiempo después descubrí que -- como decimos donde yo vengo -- me había "comido una lámpara"-- o sea, ese niño era cualquier otro, pero definitivamente no era Alfredo de La Fe. O sea, caí como gran pendejo.

La última vez que vi a Manny fue en el 2019, para su cumpleaños, en un club para fumadores de tabaco en Bellflower, California. El hombre estaba bien feliz y riendo toda la noche, disfrutando los tragos, los puros, la música en vivo y cada chiste que estuviera en el aire. En un momento, incluso, me dijo que tenía intenciones de hacer otra revista, y yo le dije que contara conmigo, aunque sabiendo bien la historia, yo sabía que María Elena, con justa razón, no lo iba a dejar. Y así quiero recordar a Manny: alegre, creando, jodiendo y, sobretodo, disfrutando el momento, en familia -- con todo y el humo que se pegó a mi ropa, de cuyo olor no me pude desprender en un par de días. Y Manny disfrutaba eso, como quinceañero.

Manny, espero que te lleves contigo la satisfacción del deber cumplido, y entiendas que muchos te queremos y te vamos a extrañar. Fuiste único, brother; coño, el molde se rompió contigo.