Arturito, Los Jardineros y la Revolución de El Jardín del Arte

 

“Soy Arturo Catalá, hombre recto y comedido, doy mi vida por un güiro al son de mariandá”.

 Arturo Catalá Torre en “Los Jardineros Bombeando” (OKeh 14019).  

Foto de la colección de Olga Catalá Reyes, San Juan, P.R.

 

 

 

Por Ewin Martínez Torre

emartinez@mail.com

P.O. Box 20068

Río Piedras, Puerto Rico 00928

El artículo fue cedido por su autor

 

 

 

En Puerto Rico vivimos una época durante la cual estaba en efecto la pena capital. Esta significó la muerte para aquellas personas que fueron condenadas por delitos graves, tales como el asesinato. Antes de la abolición de la pena de muerte, la alarmante noticia comenzando el año 1927 anunciaba que pronto sería ahorcado en una plaza pública de San Juan el infortunado comerciante Arturo Catalá. Su horrendo crimen: “estar vendiendo los discos mas bonitos de Puerto Rico”.1

 

Arturo Catalá y El Jardín del Arte

 

En las postrimerías de la década de los años veinte comenzaba Arturo Catalá Torre un nuevo capítulo en su vida, esta vez como vendedor de discos. Anteriormente, este comerciante nacido en Guayanilla el 15 de diciembre de 1894, había ingresado en el ejército norteamericano alcanzando el rango de teniente antes de licenciarse en 1917. En este mismo año contrajo matrimonio con Engracia María Reyes y al año siguiente nació su primera hija, Olga Catalá Reyes. Comenzó a trabajar en septiembre de 1918 como maestro de escuela pública en Caguas y en el 1919  tomó cursos de taquigrafía y teneduría de libros. En octubre de1922 muere su esposa como resultado de una hemorragia provocada por complicaciones de un segundo embarazo, perdiendo también su retoño. Decide entonces enviar su hija a vivir con parientes suyos en San Germán.2 

 

Posteriormente, Arturo Catalá comenzó a trabajar en un establecimiento llamado Casa Azul, propiedad de M. López Polanco y ubicado en el 61 de la calle Allen en el Viejo San Juan.3 Según su hija Olga Catalá, es aquí donde su padre adquiere conocimiento del negocio de la venta de discos. Luego de reunir suficiente capital para independizarse, abrió al público el primer local de El Jardín del Arte en el Viejo San Juan: “[Papi] Empezó de lleno en la calle San Francisco en un zaguán. Nosotros vivíamos arriba y él tenía el negocito abajo. Un lugarcito pequeño con un mostrador [y] tenía una cabina para oír los discos. Ahi fue donde él empezó a subir y a subir”. 4 En la medida que el negocio progresaba Catalá abrió mas sucursales de El Jardín del Arte en San Juan, Caguas, Mayagüez y Ponce.5 Esta última fue inaugurada en la Calle Atocha el 18 de marzo de 1929.6

 

 

 

 

 

 

Mediante una ingeniosa y agresiva campaña de publicidad en semanarios sanjuaneros sumamente críticos del gobierno y los políticos de la época, Arturo Catalá dio a conocer su establecimiento y la oferta de discos disponibles para la venta: “¿No es verdad?” —anunciaba en una de varias ocasiones— el mundo sería un disloque si El Jardín del Arte no vendiera sus famosos discos. Corra a oírlos aunque después se pegue un tiro.”7 Otros anuncios a manera de reseña indicaban: “En el vapor de la semana corriente regresó de su viaje de negocios al Norte nuestro querido amigo Arturo Catalá, jefe de El Jardín de Arte y de numerosas sucursales en la isla. Con la vuelta del amigo se inicia en el popular establecimiento nuevos desórdenes que pondrán en peligro la paz de la calle Salvador Brau. Hemos visto el nutrido catálogo de sensacionales discos que trae el mencionado compatriota, que son verdaderos acontecimientos musicales; y el público en su afán por adquirirlos promoverá mas de una alteración del orden. ¡Y es que tiembla la paz del vecindario cada vez que regresa Catalá de sus periódicos viajes a la Babel de Yanquilandia con sus enormes cargamentos de discos!” 8 Publicidad adicional comunicaba: “¿Y por qué tanto ruido? ¿Por qué ese escándalo, por qué?..9 [Y] son muchas las veces que hemos llamado la atención a la policía sobre los frecuentes motines que se forman…a causa de los pelotones de gente que se ‘acoplan’ en el establecimiento… para adquirir los discos…10 Y Catalá, sordito como un ladrillo…11  Es posible que esta vez tengan las autoridades que suspender las garantías constitucionales y decretar la ley marcial en San Juan.” 12  Esta campaña, masiva en el contexto de la época, era poco usual, llamativa y dirigida a captar la atención inmediata del lector. Esta iba acompañada de anuncios de “discos rabiosos”, “incendiarios”, “come gente”, “fenómenos”, “morrocotudos”, todos relacionados a los últimos “hits” que llegaban al establecimiento. El esfuerzo publicitario parece que llegó a calar hondo en la conciencia de algunos  músicos como Armando Carmona. Este cantante puertorriqueño que formó parte del Grupo Los Melodiosos de Rafael Hernández, dijo en una ocasión: “Si llego a imprimir discos…me gustaría que El Jardín del Arte los recibiera para que al tocarlos todo San Juan los oyera”.13 

 

 

 

 

 

 

Arturo Catalá afirmaba conocer los gustos de sus clientes: “El conocimiento de la psicología de nuestro pueblo me ha enseñado a acertar con sus gustos y aficiones. Contrario a lo que se ha venido afirmando, de que los pueblos mediterráneos, de los que somos una rama remota gustan de la música melancólica, somnolienta, de la balalaika rusa o de la tibia de los indios incas, yo creo que el nuestro gusta de la música alegre, fuerte, vibrante: es porque en sus estratos late una fuerza anímica formidable, que tal vez algún dia la veremos expandirse y asombrar al mundo”.14 También dijo lo siguiente: “En el camino de la salvación electro-victrolífera del País yo me comprometo, con la solemnidad de El Magnífico a traer del Norte mas música en conserva para calmar los anhelos furibundísticos de mis queridos compatriotas”.15

 

La OKeh Phonograph Corporation

 

Entre 1929 y 1931 Arturo Catalá, “Su Majestad el Rey del Disco”,16 y representante oficial de la OKeh Phonograph Corporation en Puerto Rico,17 estuvo envuelto en la producción de poco mas de un centenar de canciones para la agrupación conocida principalmente como “Los Jardineros” —además de “Sexteto Okeh” y “Grupo Indiano”18  superando en cantidad la producción discográfica de las agrupaciones de Pedro Flores,19 y Canario 20 durante este mismo período. Para ejecutantes puertorriqueños solo la discografía de trios y grupos de Rafael Hernández fue ligeramente mayor.21

 

 

 

 

 

 

La mayoría de los discos de Los Jardineros salieron al mercado en el sello de la OKeh Phonograph Corporation. Esta compañía comenzó a operar en Nueva York en mayo de 1918. En octubre del año siguiente se reorganizó bajo el nombre de General Phonograph Corporation, y hacia las postrimerías del 1920 comenzó a grabar artistas afro-americanos que se especializaban en “blues”, como Mamie Smith. También se interesaron por material que se apartaba de la corriente regular de la nación norteamericana, como la música de la ruralía y de las etnias, resultando ambas decisiones en un éxito rotundo.22 Fue en esta última clasificación donde Los Jardineros encajaron en los objetivos comerciales de la compañía. Aunque en 1926 la General Phonograph Corporation fue vendida a la Columbia Phonograph Company,23 ésta continuó la producción y  distribución independiente del sello OKeh,  localizado en el 25 Oeste de la Calle 45 en la ciudad de Nueva York.24 Hay que señalar además que otras diez grabaciones bajo el nombre de Grupo Indiano se imprimieron en el sello de la Victor Talking Machine Co,25 y que Catalá estuvo envuelto en la producción de discos para otras agrupaciones: “Lo que pasa es que el amigo Catalá no pierde tiempo en producir una bronca en El Jardín del Arte con sus sensacionales discos. Y que no hay una producción lírica puertorriqueña que valga que no la haga imprimir. Ahora mismo forma parte de su equipaje para la famosa casa impresora Okeh, cuatro bellísimas obras del notable compositor criollo José Antonio Monrouzeau. ‘Sarah sueña en silencio’, ‘Voz del alma’, ‘A la hora del amor’ y ‘A la hora del olvido’. Pronto seremos testigos de nuevos escándalos a la puerta de El Jardín del Arte”.26 Y en otra ocasión: “Desde Nueva York nos envía un saludo afectuoso nuestro amigo Arturo Catalá y nos anuncia que pronto estará entre nosotros, con los mas sensacionales discos para El Jardín del Arte.27 Al mes siguiente, luego de su regreso a Puerto Rico, Catalá dijo: “A mas de los sensacionales discos que traigo que son la novedad del dia,…dejé en los laboratorios para su impresión una joya poética de Antonio Nicolás Blanco, con su música, que es un primor”.28

 

Los Jardineros: contexto, integrantes y obra musical

 

En el año coyuntural de 1929, Estados Unidos estaba cerrando la fascinante década conocida como los “Roaring Twenties” y se adentraba de lleno en la Gran Depresión a partir del “Martes negro”. La catástrofe de Wall Street presagiaba la ruina de los inversionistas, mientras que en Puerto Rico los titulares de los periódicos anticipaban tiempos calamitosos para la economía local: “Continúa el pánico financiero en San Juan. Las taquillas de los Bancos se ven asediadas dia y noche por los depositantes”.29 

 

En contraposición a estos sucesos, la incipiente colonia puertorriqueña de Nueva York entraba de lleno en una etapa social y organizacional mas compleja, la de los clubes sociales y políticos. Donde anteriormente las reuniones y fiestas se celebraban en los apartamentos y centros de trabajo, ahora la colonia contaba con “numerosos salones pagados por las contribuciones de sus miembros o facilitados por nuestras relaciones políticas, fraternales o religiosas. Teníamos fondos y suficiente prestigio para fijar fechas y hacer reservaciones en los mas suntuosos salones para actos públicos y en los hoteles mas lujosos de la ciudad… Artistas de todos los ramos —declamadores, futuras estrellas del teatro y del cine, atletas famosos, campeones mundiales— todos eran acogidos con entusiasmo y hospitalidad en estos clubes políticos, en dónde únicamente se le cerraban las puertas a los ‘buscones sonoros’ y a los vende-patrias”.30

 

Fueron estos primeros clubes y organizaciones cívicas, tales como el Porto Rican Democratic Club, De Hostos, Caribe Democratic, La Liga Puertorriqueña e Hispana y muchas otras, las instituciones que proveyeron sus espacios a los músicos puertorriqueños mas avanzados en esos años para que amenizaran las veladas artísticas. En muchos casos estas presentaciones significaban verdaderas oportunidades de trabajo y exposición ante audiencias mucho mayores a la de los apartamentos, lo que se traducía en un aumento de popularidad y prestigio para los músicos y la agrupación si la ejecución había sido excelente o buena. Rápidamente la noticia se propagaba por los vecindarios puertorriqueños por medio de los comentarios individuales y las reseñas en numerosas publicaciones, semanarios y periódicos que ya existían en la colonia para la organización, defensa, información y entretenimiento de sus miembros. De esta manera músicos y agrupaciones podían catapultarse hacia una especie de estrellato y reconocimiento dentro de la diáspora, aumentando sus posibilidades de trabajo y  grabar discos, mejorando así su calidad de vida, y en algunos casos rebasando los límites del barrio o la colonia para alcanzar la fama y el renombre internacional, como sucedió posteriormente con Rafael Hernández, Pedro Flores y otros.

 

Según el emigrante puertorriqueño Joaquín Colón, para el año 1928 ya estaban plenamente establecidos, mayormente en la Babel de Hierro, Paco Tizol, Manolo Tizol Jr., Augusto Coen, Simón Madera, Yeyo Laguna, Pedro Flores, Manolo Jiménez “Canario”, José Vilar, el acordionista Mateo, el cantante Angelito Menéndez,31 y muchos otros. También residía en Nueva York el destacado compositor y cuatrista Heriberto Torres. Este debe haber sido uno de los primeros cuatristas puertorriqueños en aparecer en programas radiales de emisoras norteamericanas, tales como WHN 760 Kc, tocando con el “Porto Rican Trio” 32 y el “Porto Rican String Quartet” durante el verano de 1928.33 En este mismo año comenzó a grabar con el Grupo Borinquen de Rafael Hernández para el sello Columbia.34 Comenzando el año 1929, Heriberto Torres grabó junto a Francisco “El Paisa” Quiñones con el “Grupo Estrellas Boricuas” para el sello “Hispano”.35 

 

 

 

 

Heriberto Torres en 1930. 
Cortesía del autor y  el Centro de Estudios Puertorriqueños, 
Hunter College, City University of New York.

 

 

Habiendo nacido ambos en Guayanilla, el encuentro entre Heriberto Torres y Arturo Catalá no debe haber sido dificultoso dentro del contexto de la diáspora. El nexo de nacimiento pudo haber sido un agente facilitador donde un comerciante y un músico, ambos muy buenos en sus respectivas actividades, llegaron a establecer un acuerdo comercial donde en su comienzo Heriberto Torres proveía la agrupación musical y Arturo Catalá facilitaba la realización de las grabaciones. El objetivo de Catalá era importar los discos de Los Jardineros y venderlos en las sucursales de El Jardín del Arte en Puerto Rico. Estos también se vendían en los establecimientos de Nueva York.36 Por otro lado para Heriberto Torres grabar discos significaba prestigio, el reconocimiento de sus pares y el de la colonia puertorriqueña.

 

Las primeras cuatro grabaciones de Los Jardineros para la OKeh se realizaron el 9 de agosto de 1929: “Por ti Dorita es”, “Antiguo seis borinqueño”, “El cuatro del cuarteto”, y “Mercedes”, todas de la autoría de Heriberto Torres.37 Entre los integrantes se encuentran Manolo Jiménez ‘Canario’ y José Vilar, cantantes; Medina, guitarra; y Heriberto Torres en el cuatro.38 Además, se escucha en estas grabaciones la presencia de una trompeta. Según el compositor, cantante y director de orquesta Pedro Berríos, entre 1929 y 1931 otros músicos formaron parte de Los Jardineros: “Arturo Catalá…supo por su sobrino que yo era un guitarrista que tenía como quince composiciones ya hechas a la edad de 19 años. Y me pidió que si quería ir con él a Estados Unidos con un contrato para grabar en, o sea, para hacer grabaciones bajo el título, o el nombre de Los Jardineros… [Los cantantes] fueron Fausto Delgado y Pepito Montserrat,39 que era la primera voz. Entonces teníamos también, con nosotros estuvo Manrique Pagán, un gran pianista puertorriqueño. Estuvo Emilio Medina, un gran guitarrista… Estuvo Simón Madera, Hijo que en eso tocaba el violoncello…Y también estuvo Fermín de Thomas, un muy buen clarinetistaCuando se hacen unas grabaciones pues muchas veces la orquesta cambia los cantantes para dar algo nuevo, entonces tuvimos también otros que se llamaban Gilito y Angelito… [En la canción ‘Tango indio’ del Sexteto OKeh,] el violín lo tocó un italiano que se llamaba Castencio Fiorenza,40  un gran violinista, que por cierto mientras tocaba el violín con nosotros estaba estudiando medicina también”.41 Además, cantaron y grabaron con Los Jardineros y el Grupo Indiano (Sexteto El Jardín del Arte), el tenor Denny Giménez y el barítono Juan Vargas”.42 

 

 

 

 

Porto Rican String Quartet, 1928.

De izquierda a Derecha el compositor mayaguezano Enrique Dorrego, director y violoncello;

Heriberto Torres, cuatro; Luis Cotto, mandolina; y Ramiro Medina, guitarra.

Cortesía del autor y el Centro de Estudios Puertorriqueños,

Hunter College, City University of New York.

 

 

 

El guitarrista y cuatrista Francisco López Cruz afirmó en otra entrevista lo siguiente: “Grabé con los Jardineros…Los Jardineros eran un grupo de puertorriqueños que hacían grabaciones y las enviaban acá a Puerto Rico. Y el hombre que pagaba por ellas y pagaba por los músicos tenía un sitio en San Juan que se llamaba El Jardin del Arte.  Allí vendían esas grabaciones y se vendían muchísimos [discos].  Entonces él les pagaba a los músicos…[y] ordenaba mas grabaciones. El director allá era Pedro Berrios.  Era el que hacía las grabaciones. Catalá le mandaba a Pedro Berrios el dinero [y] Pedro Berrios iba a la Victor… para hacer los discos. [Interpretaban] todo tipo de música, boleros, canciones, guarachas, danzas, de todo”.43 Los Jardineros llegaron a hacer presentaciones públicas auspiciadas por los clubes de la colonia puertorriqueña.44 Otros músicos que tocaron en esta agrupación, como Heriberto Torres, José Vilar, Canario y Medina también participaron en estas veladas artísticas. Estas presentaciones aparecen reseñadas, o en los anuncios de muchas de las publicaciones de la época.

 

A juzgar por la frecuencia y las indicaciones contenidas en la publicidad de El Jardín del Arte en el período bajo estudio, los discos de Los Jardineros llegaban a San Juan mensualmente o cada seis semanas en la medida en que se hacían las grabaciones y se imprimían los discos OKeh. Aunque semanalmente llegaban a San Juan cargamentos de discos para la tienda. 45 Para tener una idea del valor al detal de los discos en Puerto Rico durante esta época, éstos se vendían en aproximadamente 85 centavos cada uno.46

 

El éxito de las grabaciones de Los Jardineros estriba en la capacidad que tuvo esta agrupación musical para presentar el alma jocosa de lo cotidiano y autóctono presente en la sociedad puertorriqueña. Estas canciones llamativas y pegajosas incorporan cuestiones humorísticas tan simples como el halar la cadena del sanitario, “por que la casa se te envenena”, en “Jala la cadena”.47 O la cubierta que ofrece la protección de la noche para realizar maldades en la socarrona plena “La noche”: “También para el parrandero, es la noche muy divina, pues le ayuda con su manto a robarse la gallina”. 48 

 

Recogen además las estampas históricas de la época como el tratamiento del doctor Asuero en “El trigémino”: “Lo curan en corto término si le tocan su trigémino. No hay mas amigo leal que el toque trigeminal”.49 Y la gestión del gobernador de Puerto Rico Teodoro Roosevelt (1929-1932) en “Papá Roosevelt”: “Es un hombre popular, habla bien el español y defiende al trabajador sin tirarle al capital”.50 Por otro lado, la belleza y  la sublimidad de la danza puertorriqueña está presente en “No me toques”, “Cede a mi ruego”, “Gloria”, y otras que grabaron del mismo género. Incorporaron también la picardía del doble sentido en canciones tales como “Corona especial”: “El que siembra en tierra ajena, según dicho popular, pierde el tiempo y la semilla”.51  Existente además en “La niña del cine”, “Bola y bate”, “Eso si me gusta”, y otras canciones atrevidas. La extraordinaria belleza musical de nuestra música autóctona sale a relucir en joyas tales como “Los embusteros”, décimas de la autoría de Heriberto Torres, quién por si fuera poco arranca de su cuatro un torrente de rápidas notas en impetuoso acompañamiento. Algo similar ocurre en “Seis de Andino”, dónde da rienda suelta a su arte improvisatorio en los extraordinarios solos. Los estilos autóctonos continúan en “El cuerpo humano” (partes 1 y 2), “Mogolla jíbara”, “Aguinaldo de navidades” y “Endemoniao”. Es más, la ejecución casi perfecta de ritmos norteamericanos como el Fox trot se presenta en números tales como “Yuca y ñame” y “Emma”. La persona que acceda a escuchar estas piezas musicales sin conocer su trasfondo simplemente no puede pensar que los ejecutantes son puertorriqueños. En fin, en todos los casos se trata de sobresalientes composiciones musicales que llevan al oyente a exclamar, al igual que en el pasado a Arturo Catalá, “rabiosas”, “incendiarias”, “come gente”, “fenómenas”, y “morrocotudas” grabaciones.

 

Epílogo

 

Heriberto Torres se desligó de Los Jardineros como resultado de diferencias artísticas y de dirección con Arturo Catalá. Esto debió haber ocurrido aproximadamente en octubre de 1929. Sin embargo, continuó trabajando y componiendo música al frente de diferentes agrupaciones, incluyendo a los Bohemios Puertorriqueños,52 antes de su trágico deceso. Los Jardineros continuaron grabando en el sello OKeh hasta agosto de 1930.53  Meses mas tarde reaparecen en esta misma compañía como el Sexteto OKeh, realizando sus últimas grabaciones en octubre de 1931.54 Pedro Berríos declaró que “al terminar con Los Jardineros, no se me olvidaron las palabras del señor Catalá, que me dijo: ‘Bueno, yo me voy para Puerto Rico. Usted se queda aquí porque usted está ya hecho’, como dijo él. Y yo me sentí un poco tristón porque después de todo estaba acostumbrado a estar con él esos dos años y me sentí como un poco solo”. 55

 

 

Arturo Catalá Torre junto a su hija Olga. 
Foto de la colección de Olga Catalá Reyes, San Juan, P.R.

 

 

 

Arturo Catalá se casó por segunda vez con Alicia Rodríguez. Tuvieron una hija que nació comenzando la década de los años treinta.56 Durante este mismo período, “Su Majestad el Rey del Disco” continuó al frente de su reino en El Jardín del Arte, esta vez adquiriendo la representación de la Crosley Radio Corporation e incorporando al inventario de las tiendas la línea de radios y fonógrafos de esta compañía.57 Posteriormente El Jardín del Arte fue adquiriendo otros enseres eléctricos marca Crosley. En el local de la Calle Luna #46, Catalá cedió a su hija Olga “un pedacito de la tienda para que yo lo manejara, de discos solamente. Y allí se vendían muchísimo. Se vendían al por mayor para los distintos sitios que también se dedicaban a la venta de discos…Los mejores clientes de papi eran de La Perla. Esos se llevaban la cantidad de discos por montones, compraban las mejores neveras, los mejores radios; todo lo mejor…[y] eran muy buenas pagas”.58 En una mañana del mes de julio de 1967, Arturo Catalá despertó y se sentó en el borde de su cama, desplomándose inmediatamente hacia atrás: “Papi padecía del corazón…y corrimos a darle la medicina que él tomaba…Fue fulminante. No dio tiempo de nada”.59 

 

Resulta interesante que durante el comienzo de un período muy difícil para la economía, Arturo Catalá Torre logró mantenerse y hacer prosperar su negocio casi exclusivamente como producto de la venta de discos, máxime cuando sabemos que gigantes de la industria del disco como la Victor reflejaron bajas considerables en sus ventas.60 La hazaña de abrir varias sucursales de El Jardín del Arte y estar envuelto en la producción de tantas grabaciones históricas es un hecho que no debe pasar desapercibido en la historia de la música popular puertorriqueña. Su legado y el de todos los músicos que formaron parte de Los Jardineros debe conservarse para las generaciones futuras. Un primer paso en esta dirección es la iniciativa de los señores Richard Nevins y Sherwin Dunner, plasmada en el disco compacto de Los Jardineros para el selloYazoo Records 7018, división de la compañía matriz Shanachie Entertainment Corporation, estado de Nueva Jersey. Este álbum ya está disponible en el mercado y en http://www.yazoorecords.com/

 

 

 

“Antiguo seis borinqueño” OKeh 16393  78 rpm.

“El cuerpo humano” OKeh 14013 78 rpm.

Colección del autor, Río Piedras, P.R.

 

 

Notas

1 El Jardín del Arte, anuncio, J’Accuse  26  feb. 1927: 4.

2 Arturo Catalá Torre, Lt. A. Catalá (memorias), [San Juan: ca. 1924]. No existe parentesco alguno con el autor.

3 Olga Catalá, entrevista personal, 12 jul. 2005.; Casa Azul, “Record diario de ventas clasificadas”, San Juan: Casa Azul, [¿1925?].

4 Olga Catalá, entrevista personal, 12 jul. 2005.

5 Juan Mora Bosch, entrevista con Pedro Berríos, [ca. 1983].

6 El Jardín del Arte, anuncio, El Aguila de Puerto Rico  18  mar. 1929: 7.

7 El Jardín del Arte, anuncio, J’Accuse 12  mar. 1927: 7.

8 “Regreso de Arturo Catalá. Nuevos desórdenes en puerta”, El Diluvio  16  nov. 1929: 15.

9 “Arturito y la revolución”, El Diluvio  16 mayo 1931: 2.

10 “Los desórdenes de El Jardín del Arte”, El Diluvio  27  sep. 1930: 8.

11 “Continúan los desórdenes…y Catalá, sordito como un ladrillo”, El Diluvio  29  nov. 1930: 22.

12 “Lo que nos dice Catalá.Hay alegría; pero hay que buscarla”, El Diluvio  23  nov. 1929: 8.

13 “Armando Carmona y El Jardín del Arte”, El Diluvio  18  jul. 1931: 8.

14 “Lo que nos dice Catalá. Hay alegría; pero hay que buscarla”, El Diluvio  23  nov. 1929: 8.

15 “Por El Jardín del Arte”, El Diluvio  24  ene. 1931: 18.

16 “El triunfo del Jardín del Arte”, El Diluvio  13  sep. 1930: 14.

17 Arturo Catalá, tarjeta de negociante, [San Juan: n.d.]

18 Richard K. Spottswood, Ethnic Music on Records: A Discography of Ethnic Recordings Produced in the United States, 1893 to 1942, V.4  (Chicago: University of Illinois Press, 1990) 1987-1990; 2160-2161.

19 Spottswood 1875-1877.

20 Spottswood 1726-1728.

21 Spottswood 1691-1695. Contabilizamos en este renglón los discos de Rafael Hernández en el sello Hispano.

22 Allan Sutton, “The Origins of Okeh”, Mainspring Press (2003). Base de datos disponible en <http://www.mainspringpress.com/okeh.html>.

23 David Edwards y Mike Callahan, “OKeh Album Discography”, Both Sides Now Publications (2003). Base de datos disponible en <http://www.bsnpubs.com/okeh.html>.

24 Archie Green, “Hillbilly Music: Source and Symbol”, Journal of American Folklore Vol 78: Jul-Sep 1965: 204-228. Base de datos disponible en <http://www.lib.unc.edu/mss/sfc1/hillbilly/HTML/ArchieGreen/greenHome.htm>.

25 Spottswood 1988.

26 “Luego dicen que Arturo Catalá…”, El Diluvio  18  ene. 1930: 7.

27 “Una postal de Catalá y un escándalo en puerta”, El Diluvio  14  sep. 1929: 15.

28 “Lo que nos dice Catalá. Hay alegría; pero hay que buscarla”, El Diluvio  23  nov. 1929: 8.

29 “Continúa el pánico financiero en San Juan”, J’Accuse   24  nov. 1929: 1.

30 Joaquín Colón López, Pioneros puertorriqueños en Nueva York, 1917-1947 (Houston: Arte Público Press, 2002) 175; 148.

31 Joaquín Colón López  85; 95.

32 “Today on the Radio”, New York Times  24  jul. 1928: 14.

33 “Notas”, El Nuevo Mundo  21 jul. 1928: 23. Agradecemos al Sr. Pedro Malavet Vega la identificación de esta fuente primaria, la cual tuvimos oportunidad de consultar en junio de 2005 en el Centro de Estudios Puertorriqueños, Hunter College, Universidad de la Ciudad de Nueva York.

34 En una entrevista realizada en 1930 (v. René Jiménez Malaret, “Con el Rey del Cuatro”, El Nuevo Mundo 12  jul. 1930: 1-2), Heriberto Torres pudo haber dado la impresión de que grabó con el Trio Borinquen para el sello Columbia en 1927. Pero en las ocho grabaciones realizadas por esta agrupación durante el 1927, las cuales hemos escuchado en su totalidad, no aparece cuatro alguno. En todos los casos se trata de duetos de voces acompañados por una sola guitarra y percusión menor, a saber: “La Muñeca”, “Capullito de Azucena”, “¿Para qué quiero la vida?”, “Ansias locas”, “Yo no lo se”, “Si me quieres”, “Morenita”, y “Canta pajarito” (v. Spottswood, Ethnic Music on Records 4, p. 1691).

35 Grupo Estrellas Boricuas, “Pura flama”, Hispano 1001 78 rpm, (New York: R. Hernández Bros., 1929).; R. Hernández Bros., anuncio, El Nuevo Mundo  9  feb. 1929: 4.

36 Daniel Castellanos Inc., anuncio, La Prensa 14  dic. 1929: 3.

37 Spottswood 1987.

38 Los Jardineros, “El cuatro del cuarteto”, OKeh 16392  78 rpm, (New York: OKeh Phonograph Corporation, 1929).

39 Estos cantantes sólo aparecen en las sesiones del Sexteto OKeh. V. Spottswood, pp. 2160-2161.

40 No estamos seguros si es de esta manera como se transcribe el nombre de esta persona.

41 Juan Mora Bosch, entrevista con Pedro Berríos, audio cassette, [ca. 1983].

42 Liga Puertorriqueña e Hispana Inc., anuncio, El Nuevo Mundo  5  oct. 1929: 3.; Spottswood 1988.

43 Sherwin Dunner, “Re: Ruth Glasser. Entrevista con Francisco López Cruz, 4 dic. 1988”, correo electrónico al autor, 14  sept. 2005. Hasta aquí los nombres de los integrantes de esta agrupación que hemos podido documentar.

44 Liga Puertorriqueña e Hispana Inc., anuncio, El Nuevo Mundo  5  oct. 1929: 3; “Jarana baile”, El Nuevo Mundo  19  abr. 1930: 11.

45 “Por El Jardín del Arte”, El Diluvio  24  ene. 1931: 18; “Lo que se encuentra en El Jardín del Arte”, El Diluvio  25  jul. 1931: 10.

46 Matías Bros., anuncio, J’Accuse  4  mayo 1929: 6.

47 Los Jardineros, “Jala la cadena”, OKeh 14003  78 rpm, (New York: OKeh Phonograph Corporation, 1929).

48 Los Jardineros, “La noche”, OKeh 14012  78 rpm, (New York: OKeh Phonograph Corporation, 1930).

49 Los Jardineros, “El trigémino”, OKeh 16606  78 rpm, (New York: OKeh Phonograph Corporation, 1929). Ya el doctor Asuero había visitado la isla de Cuba con su “cura milagrosa”, por lo que el Trio Matamoros la inmortalizó antes en “El paralítico”, Victor 46401  78 rpm (Camden, NJ: Victor Talking Machine Co., 1929). Sobre el método del doctor Asuero, ver “El Doctor Guillermo Salazar practica la primera operación en Ponce siguiendo el método del doctor Asuero”, El Nuevo Mundo  27  jul. 1929: 9.

50 Los Jardineros, “Papá Roosevelt”, OKeh 14004  78 rpm, (New York: OKeh Phonograph Corporation, 1930).

51 Los Jardineros, “Corona especial”, OKeh 14005  78 rpm, (New York: OKeh Phonograph Corporation, 1930).

52 “El festival del Caribe Club será un éxito resonante”, El Nuevo Mundo  7  jun. 1930: 6.

53 Spottswood 1990.

54 Spottswood 2160-2161.

55 Juan Mora Bosch, entrevista con Pedro Berríos, [ca. 1983].

56 A pesar de nuestros pedidos, esta segunda hija de Arturo Catalá se negó a concedernos una entrevista, rehusando asi a asumir su responsabilidad histórica, y para con la historia de la música popular puertorriqueña.

57 El Jardín del Arte, anuncio, El Diluvio  28  feb. 1931: 20; El Jardín del Arte, anuncio, El Diluvio  14 mar. 1931: 4. De aquí en adelante los anuncios de El Jardín del Arte hacen incapié en los productos de la Crosley Radio Corporation. Para tener una idea aproximada de los precios, en el Puerto Rico del año 1929 las victrolas ortofónicas de la Victor Talking Machine Co. tenían un precio que fluctuaba desde 28 dólares por el modelo mas económico, hasta 550 dólares por el modelo mas lujoso. Estos precios eran al contado, pero existían planes de financiamiento. V. Sánchez Frasquieri & Co., anuncio, Aguila de Puerto Rico  24  mayo  1929: 1.

58 Olga Catalá, entrevista personal, 12 julio 2005.

59 Olga Catalá, entrevista personal, 12 julio 2005.

60 “Victor Record Sales (1901-1941): Sales by class of record and total sales of records by units years 1901 and 1941 inclusive”, Mainspring Press, 2001. Base de datos disponible en http://www.mainspringpress.com/victorsales.html. La compañía Victor vendió las siguientes cantidades de discos entre 1928 y 1932: 37,764,906 en 1928; 34,493,447 en 1929; 17,710,520 en 1930; 7,093,917 en 1931; y  3,119,049 en 1932. De un total de casi 40 millones de discos vendidos en 1928, las ventas bajaron a poco mas de 3 millones en 1932. Las cifras reflejan un descenso dramático que parece tener su origen principal en los estragos económicos causados por la Gran Depresión.

Sobre el autor.  El Sr. Ewin Martínez Torres es candidato a obtener un Doctorado en Filosofía, en Historia, de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

Este artículo fue publicado por primera vez en la Revista La Canción Popular

 

 

Edición junio de 2007

 

 

 

 

 

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