A propósito del cumpleaños de Héctor Lavoe

 

El 29 de junio, Héctor Juan Pérez Martínez, quien en la escena musical salsera fue llamado Héctor Lavoe, cumplió 20 años de haberse ido su cuerpo de este mundo. Contaba con apenas 46 años de edad el día de su fallecimiento en 1993. Había nacido en Ponce PR el 30 de septiembre de 1946, producto del matrimonio que conformaron sus padres Luis Pérez y Francisca Martínez.

Héctor Lavoe empezó su carrera profesional en NY como cantante del Conjunto "New Yorker Band" dirigido por el pianista Russell Cohen, con quien grabó en 1965 el 45 rpm ESTÁ DE BALA, mejor conocido como MI CHINA ME BOTÓ, composición de Arsenio Rodríguez.

En la definición del sonido salsero de NY, en el que los trombones fueron su principal elemento sonoro, se destaca la figura de Willie Colón. Sus grabaciones realizadas junto a Héctor Lavoe entre 1967 y 1983 fueron muy importantes para darle vigor al movimiento identitario del ser latino en la Gran Manzana.

 

Willie Colón era un músico joven que estaba tocando jazz latino y boogaloo antes de conocer a Héctor Lavoe. En 1967 Willie tenía listo su primer álbum para Fania Records y a Johnny Pacheco no le gustó el cantante de su orquesta y propuso a Héctor para que lo sustituyera. Condición que a Willie no le quedó más remedio que aceptar si quería grabar en Fania.

Por su parte Lavoe no estaba interesado en grabar con Colón, ya que consideraba que esa agrupación tenía muchas fallas y alimentaba la esperanza de ser llamado por alguna de las orquestas más importantes del momento. Como creía que no permanecería mucho tiempo con Willie, no dejó incluir su fotografía en la carátula de los dos primeros álbumes que hicieron juntos en 1967 (El Malo) y 1968 (The Hustler).

 

La irreverencia  de Willie Colón acompañado por la dicción impecable y la habilidad de cantar de Lavoe usando expresiones sencillas y cotidianas del lenguaje callejero, imponen un estilo único que identifica y representa el ser latino en un mundo que los explota y discrimina.

Lo anterior era complementado con una simbología que caracteriza a Willie y Héctor con una imagen de “malandros” que presentan a través de sus carátulas, sin embargo, esta imagen nunca fue una invitación al delito, sino por el contrario, fue la representación del mundo hostil que los latinos de NY tenían que enfrentar día a día para salir adelante. Esta imagen acompañada con los sonidos ensordecedores de los trombones, no son más que la representación elocuente, visual y sonora, de las problemáticas de la calle y el barrio.

 

Todos estos elementos junto con la simplicidad sonora, no solo representada en la brevedad de la banda, sino también en sus arreglos musicales, unidos a su honestidad artística, llevan a Willie y Héctor a constituirse en el binomio más exitoso de la salsa.

 

Muy a pesar del éxito que habían logrado, Willie y Héctor deciden separarse por diferentes causas. Willie se toma un descanso refugiándose en la producción de otros artistas, entre los cuales se cuenta al mismo Lavoe, quién como solista incrementó su popularidad lograda al lado de Colón.

 

Fue tal el éxito de Lavoe a mediados de los 70s, que hasta sus propios colegas se declararon sus fans llamándolo “el cantante de los cantantes”. Honor que Lavoe supo lucir con humildad y ejercer con talento y buena música.

 

La fama fue para Lavoe una avalancha tan arrolladora como la de una corriente que rompe una represa y arrastra todo lo que encuentra a su paso. Héctor indudablemente fue arrastrado junto con su humildad ingenua, que no lo dejó mirar más allá del presente agitadamente exitoso.

No se percató que solo importaba como artista, no como ser humano. Fue admirado, adorado, endiosado, pero también engañado y explotado. Sus éxitos produjeron muchas utilidades, no solo para él, sino también para sus empresarios, quienes se aprovecharon de sus locuras e inconsciencias producidas por las drogas. Estas circunstancias lo llevaron por un camino muy corto al abismo infernal de donde nunca pudo salir.

 

La fatalidad se ensañó permanente con Héctor Lavoe, ¿acaso la misma fama no fue parte de ella? Muchos lo piensan así. Su mala suerte fue tal que no tuvo fortuna ni cuando intentó acabar con su sufrida vida, la fatalidad estuvo de nuevo de su parte, no murió en su intento, en cambio su salud desmejoró de tal manera, que se convirtió en el único muerto viviente de la tierra que no pertenecía a las películas de zombis que Hollywood ha recreado insistentemente.

 

Su música como un oráculo recurre a temas que exponen su melancolía y su mala fortuna, es decir, su fatalidad, interrogando también su existencia: Soy vagabundo (Vagabundeando voy, soy vagabundo/ por no encontrar en este mundo/ dónde poder pasar horas felices/… Me di a vagabundear por todos lados/ tratando de encontrar lo que no hallo/...), La fama (Yo soy la fama/ soy tristeza y sonrisa pagada/ que con dinero se puede obtener/… No tengo amigos/ y si un amor fácil lo consigo/ así de fácil lo he de perder/ Mi madre dijo:/ No creas ser un gran tenorio/ pararás en un sanatorio/ y allí la fama tú has de perder/…), Loco (Porque soy así/ me llaman loco/ nadie sabe mi dolor/ es que me conocen poco/ Loco, loco voy por la vida/ canto, río y sufro también/ soy humano y todo me pasa/ por eso siempre yo loco seré/...), Paraíso de dulzura (¿Que de adónde vengo/ que pa' dónde voy?...), Comedia (Es inútil que pienses/ en la felicidad/ tiene mucho de ausencia/ su existencia fugaz/…), El día de mi suerte (Pronto llegará/ el día de mi suerte/ sé que antes de mi muerte/ seguro que mi suerte cambiará/ Cuando niño mi mamá se murió/ solito con el viejo me dejó/ me dijo sólo nunca quedarás/ porque él no esperaba una enfermedad/ A los diez años papá se murió/ se fue con mamá para el más allá/ y la gente decían al verme llorar/ no llores nene que tu suerte cambiará/ y ¿cuándo será?/…) y el más directo de todos, El Cantante (Y nadie pregunta si sufro si lloro/ Si tengo una pena que hiere muy hondo…).

 

Este tema, que pareciera más una autobiografía, describe y relata resumidamente la vida triste y vacía de Héctor. Rubén Blades quien compone este número, más allá de componer un tema se convierte en un fotógrafo que plasma una imagen que define a Héctor de manera increíblemente realista. A Héctor Lavoe, lo conocimos como cantante, y solo esa faceta fue la que importó, tanto a los empresarios como a sus fanáticos. Fue lo que mostró León Ichaso en la película “EL Cantante”. La película se inspira en el tema que compusiera Rubén Blades, y en cuyos versos se describen las verdaderas circunstancias del cantor salsero, del ídolo popular que se mueve flotando inestablemente entre los mitos de las masas y las penurias personales, íntimas y desgarradoras, fue una confesión personal. El mensaje de la canción queda plasmado en sus versos: Yo, soy el cantante/ muy popular donde quiera/ pero cuando el show se acaba/ soy otro humano cualquiera... Y sigo mi vida/ con risas y penas/ con ratos amargos/ y con cosas buenas. Y nadie pregunta/ si sufro si lloro/ si tengo una pena/ que hiere muy hondo... Es decir, el cantante más que ello, es un ser humano. Y a Héctor, todos lo vimos más como cantante y menos como ser humano. Sus penas, nos importaron muy poco.

 

Dicen que a Héctor lo mató su drogadicción, que era su supuesta enfermedad, no, más bien la droga fue su compañía, una mala compañía, pero compañía al fin, cura para su real enfermedad: LA SOLEDAD.

 

La influencia musical de Héctor Lavoe se ve presente en muchos de los cantantes de salsa contemporáneos, que sienten una gran admiración por lo que fue Lavoe para el mundo de la salsa. Su timbre, su tonalidad, sus soneos y ocurrencias son repetidos insistentemente, poniendo de presente el reconocimiento casi religioso que se le profesa.

 

No hay duda que Héctor Lavoe fue el cantante que mejor expresó los significados y sentidos de la expresión salsera. La limpieza y brillo de su voz aunada a una dicción impecable y la cualidad para cantar fraseos extensos y rápidos con total naturalidad e improvisación, lo hicieron uno de los cantantes favoritos del público latino.

 

Bogotá 29 de junio de 2013

 

Jorge Eliecer Amaya Oñate

Ingeniero Civil

Licenciado de Educación Física

Especialista en Dirección y Gestión Deportiva

Master en Educación

Profesor Universitario

Coordinador y Gestor Deportivo

Melómano Salsero

 

 

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Herencia Latina

Edición Septiembre-Octubre de 2013