David Sánchez

MÚSICA PARA LOS OJOS

 

Una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo celebra el feliz maridaje de dos artes: la fotografía y el jazz

Jueves 6 de mayo a las 7:00 PM

 

 

 

Por Joel Ortiz Rivera

joel.ortiz@elnuevodia.com

 

 

 

«El jazz es improvisación musical; es el arte del momento. En las grabaciones de jazz la improvisación y la inventiva de ese momento se convierten en algo permanente mediante la tecnología, brindando placer muchos años después de la ejecución original. La fotografía es el jazz del ojo.»

 

Así pensaba William Claxton, un fotógrafo que formó parte de una generación que tuvo la oportunidad, con su lente y con su arte, de capturar a otro arte en el momento mismo de su concepción y ejecución. El sentimiento, la espontaneidad, la emoción y la creatividad.

De esa manera surgieron imágenes como la de un relajado y juvenil Dexter Gordon (Nueva York, 1948) con su saxofón tenor en la falda y envuelto en el humo de su cigarrillo; la silueta de Duke Ellington (París, 1958) en el piano con un fondo oscuro mientras una luz le ilumina desde las alturas; o la de Billie Holiday (Nueva York, 1947) con un rictus mezcla de angustia y pasión mientras canta.

Dexter Gordon (Nueva York, 1948)

 

Historia y arte al disparar un obturador.

Artistas del lente como Claxton y como William Gottlieb, Francis Wolff y Herman Leonard fueron testigos privilegiados de la “era dorada del jazz” de entre finales de los 1930 y finales de los 1960, y fotografiaron para la posteridad algunos de los momentos más importantes de la música, entre ellos conciertos, sesiones de grabación, ensayos y hasta momentos íntimos de la realeza del jazz.

De hecho, ayudaron a desarrollar y popularizar un subgénero o subcultura de la fotografía al captar en imágenes icónicas a músicos como John Coltrane, Miles Davis, Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Duke Ellington, Charlie Parker, Art Blakey, Max Roach y Louis Armstrong, entre muchos otros.

La Orquesta de Machito, en El Glen Island Casino

 New York, N.Y.,   Foto de William Gottlieb

De su periodo de  Julio de 1947

Esa subcultura de la fotografía del jazz posiblemente se mimetizó en la Isla varias décadas después a través del Puerto Rico Heineken Jazzfest, evento anual que se inauguró en el 1991 -aunque desde 1987 se celebró como el San Juan Jazz Fest- y se convirtió en una celebración por la cual pasan y han pasado muchas luminarias del jazz latino y del jazz en general.

Y la vigésima edición, la del 2010, viene acompañada por una exposición fotográfica en el Museo de Arte Contemporáneo con las mejores fotos de los anteriores diecinueve según los ojos y los lentes de los fotógrafos Joe Colón, Carlos Salas, Conrado Pastrana, Miguel Maldonado y José Rodríguez. La misma inaugura el jueves 6 de mayo.

El mismo arte, el mismo ‘feeling’, pero con una nueva generación de sujetos: Mongo Santamaría, Giovanni Hidalgo, Dave Valentín, Cachao, Eddie Palmieri, Ray Barretto, Chick Corea, Tito Puente, Patato Valdés, Michel Camilo, David Sánchez, Néstor Torres y decenas de artistas más.

Retratar con pasión

La REVISTA pudo conversar con Jimmy Katz, uno de los fotógrafos que ha continuado la tradición de captar a los maestros del jazz en su hábitat de creación y expresión, sobre la dinámica y la mentalidad que se debe dar para registrar dichos momentos. Entre muchos de los que figuran en su expediente, destacan artistas como Ornette Coleman, Tony Bennett, Ray Charles, Dave Brubeck, Sonny Rollins, Wayne Shorter, Herbie Hancock, Chick Corea, Pat Metheny, Joshua Redman y Wynton Marsalis.

“Tengo una pasión increíble por el jazz (posee más de 4,000 discos), pero como fotógrafo creo en fotografiar a figuras que te emocionen y por las cuales sientas pasión. Si no lo sientes así, debes buscar otro sujeto a quien fotografiar”, expresa el neoyorquino, quien, más que un fotógrafo de jazz, se considera simplemente “un fotógrafo”.

 

De izq. a der. Juan Tizol, el trombonista David Robbins y el saxofonista Willie Smith. 

Con los miembros de la Orquesta de Harry James (cerca de 1944).

Ese es el principal consejo que brinda Katz, cuyas fotos han aparecido en cientos de revistas especializadas, en libros y en carátulas de discos, a los fotógrafos jóvenes: encontrar un sujeto con el que estén profundamente involucrados a nivel emocional.

Dicho enfoque viene, según relata, de los maestros de la fotografía que le inspiraron a dedicarse a este campo. Como fotógrafo, menciona a Henri Cartier-Bresson y Ansel Adams como sus principales influencias, aunque en el subgénero del jazz, alude a Claxton, Gottlieb, Wolff y al “maestro de maestros: Herman Leonard”.

“Ese grupo hizo que los artistas parecieran figuras históricas importantes. Y lo hicieron con una calidad y una elegancia increíble”, manifiesta. “Conseguían que uno quisiera escuchar más y más música”.

Aunque confiesa que son muchas las sesiones memorables que ha tenido a lo largo de su carrera, una de las que más le emocionó fue con el saxofonista Ornette Coleman, a quien considera “uno de los artistas vivos más influyentes en cualquiera de las artes”.

Un maestro de la trompeta del Jazz,  Fats Navarro de raíces chinas y cubanas  y  Charlie Rouse,

New York, N.Y., entre los años 1946 y 1948

Foto de William Gottlieb

De hecho, hace apenas unas semanas, en marzo, tuvo una nueva sesión con Coleman en la celebración del octogésimo cumpleaños del respetado músico.

Sin embargo, lamenta que la fotografía sea un arte que, en su opinión, se ha devaluado porque “está en todas partes, muchas personas lo hacen y demasiadas personas lo quieren hacer”.

La tecnología, continúa, también ha afectado a la fotografía en general, debido a que ahora es algo mucho más fácil de hacer y para quien toma la fotografía no es requisito tener las destrezas que se necesitaban hace tres o cuatro décadas, opina.

“Solía ser muy difícil registrar una imagen en una película de manera consistente y en muchas situaciones distintas. Ahora, con la fotografía digital, es muy fácil”.

Sin embargo, para José Rodríguez, la pasión y la conexión que deben existir entre artista y fotógrafo sigue siendo la misma.

Este fotógrafo, quien se ha destacado con el lente captando momentos históricos y protagonistas de la salsa y de la música latina —aunque su experiencia es amplia en el campo noticioso― ha tenido muchas sesiones que le han emocionado a lo largo de las dos décadas del Puerto Rico Heineken Jazzfest.

Y se siente dichoso de haber tenido la oportunidad.

Entre sus mejores momentos recordó por ejemplo, los homenajes a Tito Puente (1995), a Ray Barretto (1997), a Mongo Santamaría (1993), a Patato Valdés (2002) y a Gato Barbieri (2004).

“La música es una expresión y por lo tanto cada artista tiene la suya. Eso es lo que uno trata de capturar”, explica. “Para lograrlo también hay que tener cierto conocimiento de la pieza que se va a interpretar. Hay que ser conocedor, aunque digan que uno es fanático. Yo soy fanático de toda la música”.

Recuerda entre los más carismáticos al fenecido Tito Puente, por los diversos gestos que realizaba en tarima.

A Miguel Maldonado le emocionó, por ejemplo, la experiencia de tener frente a él al fenecido conguero cubano Mongo Santamaría, de quien era fanático desde los tiempos en que salía de la UPR de Río Piedras rumbo a su hospedaje y en el camino pasaba por el legendario Taller Don Pedro, donde se inició en el jazz.

De izq. a der. Paco en el bajo, Manny Oquendo en los timbales, Mongo Santamaría en la conga,

Sam Scavone en la trompeta y Dave en el saxofón baritono. 

En el Hotel Presidente en los "Catskills" de Nueva York, 1953.  Foto de ©Chick Howard.

 

Ver a Santamaría ejecutando en su estilo, tomarlo en blanco y negro y luego revelarlo de manera análoga, fue uno de los momentos más excitantes para Maldonado en su longeva experiencia fotografiando el Puerto Rico Heineken Jazzfest.

Al igual que Rodríguez, se siente muy afortunado, ya que otra pasión en su vida, la cual tuvo que dejar atrás, fue precisamente la música: estudió para trompetista.

“Luego me enamoré de la fotografía y se dio el feliz maridaje de dos de mis pasiones: mi cámara y el jazz”, expresa.

Según Maldonado, el oficio también presenta sus retos en la búsqueda de esa imagen perfecta, de ese momento congelado en el tiempo. La ubicación en tiempo y espacio del fotógrafo, así como la concentración y el acercamiento que se le dé son vitales para lograr el tiro. En otras ocasiones, el reto también viene del sujeto de la foto.

Maldonado recuerda que uno de sus momentos más difíciles fue tratar de captar a Pat Metheny sin que los clics de su cámara perturbaran la concentración del artista, quien había requerido total silencio hasta del propio público.

“Hay que meterse en las emociones del artista, comprender su concentración”, trata de explicar. “Es captar emociones a través de la cámara. En milésimas de segundos atrapar emociones furtivas, que luego se pierden”.

Quizás Gottlieb lo expresó mejor.

“Me intrigan tanto los movimientos como el lenguaje corporal de los músicos mientras tocan. Los estudio cuidadosamente antes de fotografiarlos, muy parecido a la manera en que estudiaría a una bailarina, a un actor, o a cualquier persona normal realizando una tarea normal. Me fijo en cómo sus caras o sus cuerpos reflejan o atrapan la luz; cuándo y en qué ángulos lucen mejor. Por supuesto, hago todo esto mientras escucho sus interpretaciones. En cierto sentido, escucho con mis ojos”.

 

José Furito Rios en el saxofón soprano y el legendario trompetista, Luis "Perico" Ortiz.

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