Desde Puente Hasta Samuels:

La Latinización Del Vibráfono

 

 

Tito Puente

 

 

 

Por: Luis Tamargo

Latin Beat Magazine

 Febrero de 2000  

 

Durante la segunda mitad del Siglo XX, el vibráfono fue utilizado a menudo en el corriente principal del jazz latino de los Estados Unidos, mientras aparecía infrecuentemente en otras formas musicales de la America Latina. Es indiscutible, sin embargo, que la batería - otro instrumento norteamericano - alcanzó un mayor nivel de aceptación a través de los paises iberoamericanos, especialmente en Cuba y Brasil, pero esto no sucedió con el banjo (el único instrumento de origen africano que surgió al norte de Cayo Hueso.)

 

TRANSACCIONES HERBOLIZANTES Y COCTELES EFIMEROS

 

En abril de 1948 --unas cuantas semanas antes de que fuese tragicamente asesinado en un antro tabernario de Harlem debido a una disputa relacionada con una insatisfactoria transacción herbolizante al por menor-- el tumbador cubano Luciano "Chano" Pozo participó en una sesión dirigida por el vibrafonista Milt "Bags" Jackson (In The Beginning, Galaxy), pero no fue hasta 1949 o 1950 que el multi-instrumentista neoyorquino Ernest "Tito" Puente- ese monarca pailero con la capacidad de hacer más muecas que Jim Carrey- adaptó el vibráfono a su repertorio mambolero. El nuevo aparato musical infundió veneración y respeto a los admiradores de Puente, los cuales solían anunciar su arribo al Palladium de la siguiente manera: "¡Ahí viene Tito con sus persianas!"

 

Mientras tanto, en la costa del Pacífico, la fusión de la efímera música coctelera con técnicas del piano jazzístico produjo el estilo de jazz latino personificado en los años 50 por el pianista británico George Shearing en San Francisco, donde su grupo sirvió de campo de entrenamiento para varios vibrafonistas prominentes, tales como Cal Tjader, John Rae, Emil Richards y Gary Burton. La combinación de piano y vibráfono implementada por Shearing era frecuentemente frívola, pero siempre tuvo éxito en lo que se refiere al nivel de ventas discográficas, particularmente despues que el pianista inglés adoptó un sonido de mayor contenido latino en 1953, cuando reclutó a un joven vibrafonista de St. Louis nombrado Calleen Radcliffe Tjader, mejor conocido como Cal Tjader.

 

GRUPIS ALBOROTADAS Y SEUDONIMOS ANGLIZANTES

 

Mientras participaba en una gira con Shearing, Cal Tjader presenció como Puente aplicaba el vibráfono a los ritmos cubanos en el Palladium, un salón de baile frecuentado por Marlon Brando, Sammy Davis Jr. y otros adictos al mambo. Inspirado por las "cortinas" del autodenominado "Top Puerto Rican", Tjader retornó a la costa izquierda, donde debutó con su propio quinteto en el Macumba, un club nocturno de San Francisco. Cuentan que una alborotada "grupi" denominada Lucero Reda- la Ava Gardner mexicana -- bailaba los mambos de Tjader en la tarima del Macumba, alla por el 1954.

 

A pesar de su ancestro escandinavo-britanico, Tjader estaba destinado a convertirse en el vibrafonista más prominente e influyente en la historia de la música latina. Lo cual me hace recordar un comentario de Paquito D'Rivera: "Uno no tiene que ser cubano para tocar una buena rumba, uno no tiene que ser norteamericano para tocar buen bebop y uno no tiene que ser austriaco para tocar muy bien la música de Mozart".

 

De hecho, Tjader fue responsable en gran parte por el establecimiento de la surcursal de jazz latino en la costa oeste durante los años 50, especialmente despues que dos tercios de la sección percusiva de Puente (Mongo Santamaría y Willie Bobo) solicitaron asilo musical en el Macumba. Mientras tanto, varios vibrafonistas cambiaron de nombre y apellido por cuestiones de identificación étnica.

 

Transformado en Pete Terrace, el vibrafonista nuyorriqueño Pedro Gutierrez formó parte, a principios de los 50, del quinteto dirigido en la Gran Manzana por el pianista puertoriqueño José Estévez, quien fue bautizado como Joe Loco despues de ser atropellado por un autobús. Y transfigurado en Emil Richards, el vibrafonista italonorteamericano Emilio Joseph Rodacchia trabajó con el quinteto de Shearing - del 1956 al 1959 - y grabó su primer álbum en solitario (Yazz Per Favore, Del-Fi, 1960). Tales sacrificios étnicos aún eran algo común a mediados de los 60, cuando el vibrafonista neoyorquino Julius Gurbenko (metamorfoseado en Terry Gibbs) demostró su afinidad con los ritmos cubanos en la primera sesión de jazz latino que hizo por su cuenta (Latino!, Roost).

 

Por otro lado, el vibráfono se introdujo en el estilo norteamericano de la bossa carioca cuando Dave Pike se integró al grupo del flautista Herbie Mann a principios de los 60. Durante su etapa con Mann, Pike inclusive figuró como coautor del tema que se tituló Patato, en homenaje precisamente al tumbador cubano Carlos Valdés, el mismo que enseñó a Brigitte Bardot a bailar el mambo. El vibrafonista Gary McFarland tambien se coló en el asunto de la bossa al grabar Soft Samba (Verve, 1964), un álbum con proyección al mercado del pop, siete años antes de que consumiera un coctel mortífero, mezclado con metadona, en una taberna inmemorable, de la urbe neoyorquina.

 

 

Cal Tajader en el Hollywood Palladium, cerca de 1950

Foto de Chico Sesma

 

 

DEL CHITLIN AL MATZO-BALL

 

El éxito enorme de Shearing impulsó la proliferación de los estilos de quinteto (o sexteto) fundamentados en la combinación de piano y vifráfono. En 1954, el percusionista Gilberto Calderon (mejor conocido como Joe Cuba) organizó un sexteto que sería extremadamente popular durante la manía del bugalú de los años 60. Fue tambien por aquel entonces que el vibrafonista Felipe Díaz figuró en la breve trayectoria del Latin Jazz Quintet, un grupo liderado por el percusionista Juan Amalbert, quien luego se transformaría islamicamente en Emmanuel K. Rahim y se establecería en un país de mayoría luterana en el norte de Europa.

 

Es obvio el vibráfono ocupó una posición prominente durante los años del bugalú neoyorquino, cuando Pete Terrace llegó a figurar en una película alemana denominada, por supuesto, King of Boogaloo. Otro personaje significativo del bugalú, el timbalero Henry "Pucho" Brown presidía un grupo que resaltaba la presencia del vibrafonista William "Yams" Bivens. Claro está que Pucho y sus Latin Soul Brothers no lograron escaparse del ambiente neoyorquino categorizado por el timbalero afronorteamericano como el "circuito del chitlin." Por eso fue que Pucho disolvió dicha hermandad musical y emigró a lo que aun describe como el "circuito del matzo-ball" de los Catskills, el preciso lugar de nacimiento de la comedia stand-up estadounidense.

 

Al igual que su paisano Pete Terrace, Louie Ramírez era un graduado de la tropa de Joe Loco que fue beneficiado por la fiebre del bugalú. Sin embargo, Ramírez trascendió los confines de tal epidemía musical en los años 60, cuando introdujo el vibráfono - mediante las grabaciones de Alegre All Stars - en la variación neoyorquina de la descarga cubana.

 

CONSPIRACIONES ARMONICAS Y COMELONES RAPACES

 

El impacto del formato de quinteto de Shearing se sintió inclusive en La Habana, donde el pianista Felipe Dulzaides (el mismo que fue apodado extraoficialmente "Burro Triste" por sus acompañantes irreverentes) organizó el grupo Los Armónicos en 1956.

 

Este seminal quinteto, cargado de influencias jazzisticas, impulsó las carreras profesionales de unos cuantos vibrafonistas nativos, tales como Armandito Romeu, Rembert Egües y Paquito Hechevarría. Tales mozalbetes tenian ciertas cosas en comun: Todos eran descendientes de distinguidos clanes musicales y todos eran conocidos primordialmente como ejecutantes de otros instrumentos. Despues de todo, el vibráfono nunca ha tenido gran demanda al sur de Cayo Hueso.

 

A principios de los 60, Dulzaides fue falsamente acusado de participar en una conspiración, al estilo de Mata Hari, destinada a asesinar a Fidel Castro. Mientras Burro Triste sufría languidamente en la prisión, Paquito Hechevarría se convirtió en el líder temporal de Los Armónicos. Conocido por su apetito voraz, Hechevarría no pudo igualar las habilidades de liderazgo que poseía Burraides (perdón, Dulzaides), pero si era mejor pianista (tecnicamente hablando) y tambien se desplazaba al vibráfono cuando era necesario. Dos años despues, al ser finalmente puesto en libertad, Dulzaides descubrió que sus antiguos acompañantes habían votado con sus pies, trasladándose a la ciudad de Miami.

 

 

George Rodríguez

Vibráfonista y miembro fundador del New Swing Sextet

Foto de Eric González

 

MARAVILLAS BICOSTEÑAS Y DISGRESIONES ELECTRONICAS

 

Al contrario de la mayor parte de los discípulos de Puente en la costa este, Tjader gravitó hacia ejecutantes de proyección jazzísticas que servían de complemento a su dinámica colorida. Las características del jazz latino de los años 60 en los Estados Unidos fueron practicamente establecidas por el sonido pulido y suave de Tjader.

 

Aunque mantuvo usualmente su lealtad al estilo de quinteto de los años 50, Tjader se desvió de la línea del partido de la costa oeste cuando se unió al pianista nuyorriqueño Eddie Palmieri para grabar El Sonido Nuevo (Verve), una de las más progresistas sesiones de jazz latino que fueron realizadas a mediados de los 60. Es dificil encontrar comparables maravillas bicosteñas en nuestros días.

 

Tjader tambien probó un metodo diferente en 1975, cuando congregó al percusionista Airto Moreira y otros músicos brasileños con miras a grabar el LP Amazonas (Fantasy), un álbum infestado por perjudiciales disgresiones electronicas. De hecho, 1975 no fue un buen año para los vibrafonistas de la costa del Pacífico. Entonces fue que Bobby Hutcherson, uno de esos inusuales nativos de Los Angeles, se apareció con su primera expedición de jazz latino (Montara, Blue Note), una sesión fastidiosa que sufría de una determinación excesiva de su estructura rítmica.

 

Al mismo tiempo, el panorama del jazz latino fue revitalizado temporalmente en la Gran Manzana por Bobby Paunetto, un vibrafonista de etnia italocatalana que creó una mezcla original de jazz moderno, ritmos cubanos e influencias clásicas. Por otro parte, el movimiento del la salsa neoryorquina de los años 70 fue enriquecido con las contribuciones de dos talentos vibrafonistas --Louie Ramírez y Ricardo Marrero. Durante la década siguiente, Marrero alcanzaría mayor renombre a través de su ingeniosa labor como vibrafonista en la edición original de Rubén Blades & Seis del Solar, unos cuantos años antes de que Ramírez homenajeara a uno de sus idolos en el memorable LP Tribute To Cal Tjader, resaltando la presencia de un par de invitados muy encomendables - Paquito D'Rivera y José Fajardo.

 

EL PRIMER TANGO EN MONTREAUX

 

Tres decadas y media despues de que los mamboleros del Palladium se familiarizaran con las "cortinas" del Top P.R., Gary Burton introdujo su vibráfono resplandeciente en el tango argentino al colaborar con Astor Piazzolla en el LP New Tango (1985), grabado "en vivo" en el Festival de Jazz de Montreaux. Guillermo Tell nunca se imaginó que tales innovaciones musicales se desarrollarían en su patria alpina.

A finales de los 80, se pudo documentar la aportación del vibrafonista chicano Rubén Estrada. Profundamente influenciado por el evangelio musical de Tjader, la ejecución sensitiva de Estrada se ha hecho patente en las grabaciones de su propio sexteto (Estrada Brothers, la principal atracción de jazz Latino del Condado de Ventura), así como en su significativa participación en el tributo póstumo de Poncho Sánchez a su querido mentor (Soul Sauce, Concord Picante, 1995).

 

ACTUALIZANDO LA TRADICION DE TJADER

 

Considerado por este escritor como el más imaginativo vibrafonista de su generación (a pesar de previas faltas u omisiones), Dave Samuels ha logrado funcionar brillantemente en cualquier formato, inclusive en los tiempos en que proporcionó la pista melódica de la fórmula fusionesca de Spyro Gyra.

 

Aunque las primeras grabaciones en solitario que realizó en los años 90 no fueron suficientemente enérgicas, Samuels sorprendió al mundo entero con el sobresaliente CD Tjader-ized (Verve, 1997), en el cual expandió y actualizó exitosamente los conceptos musicales establecidos por "el primer gringo que dijo por favor", tal como se autodefinía Tjader. Es indiscutible que Tjader-ized constituye el más ambicioso tributo a Tjader que ha sido grabado hasta la fecha.

 

Debido a las usuales limitaciones de tiempo y espacio, no es posible evaluar detalladamente las contribuciones que han hecho otros vibrafonistas de orientación latina, tales como Hendrix Meurken, Víctor Mendoza, Sonny Rivera, Chico Mendoza, Bobby Móntez, Roger Glenn, Fred Ramírez, Chuck Redd, Valerie Naranjo, Bob DeSena, Darrell Harris y Garth Rodríguez, entre otros. Sin embargo, uno puede llegar a la siguiente conclusión: Medio siglo despues de que Puente arribó al Palladium con sus famosas "cortinas", el vibráfono continúa siendo un elemento vital del jazz latino en los Estados Unidos.

 

COPYRIGHT 2000 Latin Beat Magazine


Edición de octubre de 2006

 

Derechos Reservados de Autor

Herencia Latina