“Borojol, la puerta del Son, y la coreografía del Son  Borojoleño”

 

Leonardo Iván Domínguez

 

La contribución del barrio de Borojol a la preservación del ritmo llamado “son”, en los alrededores del puerto de la ciudad de Santo Domingo, la difusión de este a otros barrios y la creación de una modalidad de baile del son,  “el Son Borojoleño”.

 

 

 

 “El cancionero del son puede hoy localizarse en una zona por donde se movió un intenso comercio marítimo de cabotaje desde el siglo XIX, y que comprendía Cartagena y Yucatán en el continente, hasta Isla de Pinos y puertos del sur en Cuba-desde la Coloma y la bahía de Cienfuegos hasta Manzanillo y Guantánamo-, Jamaica y las islas Caimán, Haití, Santo Domingo y Puerto Rico”.

Argeliers León: “Del Canto y del Tiempo”.

 

Introducción

 

A principios del siglo XX, el área donde esta ubicado  Borojol, emergió como “zona de tolerancia“, con una población mixta, formada por  mujeres  de la vida alegre, obreros, trabajadores del puerto, tanto de a bordo, como de arrimo, pequeños y medianos artesanos y músicos. El objetivo central de este trabajo, es mostrar la importancia que tuvo Borojol, en la introducción, desarrollo y diseminación del ritmo llamado son en la ciudad de Santo Domingo, y sus practicantes tanto en la música como en el baile.

 

Origen del barrio y ubicación geográfica

 

     Al momento de la intervención militar norteamericana del año 1916, la ciudad capital tenía una población de alrededor 25, 000 habitantes, con un sistema de comunicación rudimentario, el tranvía tirado por mulas que conectaba la ciudad desde la puerta del Conde había desaparecido, y la comunicación con la margen oriental se hacía con una barcaza movida por sogas y poleas.

 

      Por problemas sanitarios y de mejoramiento físico del entorno del puerto y las aduanas, las autoridades norteamericanas, que tomaron posesión de esta y del puerto de Santo Domingo, decidieron trasladar todos los negocios de bebidas, prostíbulos, cabaret, cafetines, que existían en la calle La Misericordia (Arzobispo Portes) y la calle San Pedro (José Gabriel García), hacia la zona alta de la ciudad que quedaba inmediatamente después de las puertas y las murallas que separaban la capital de las afueras de esta, es decir hacia las alturas (“Up to Hill”).

 

     Es importante señalar que la última puerta de la muralla al nordeste de la ciudad estaba ubicada al final de la Avenida Capotillo (hoy Avenida Mella), y permitía la salida hacia la zona conocida como “Galindo”, que comprendía una franja de terreno tan amplia, que llegaba hasta lo que es hoy la 17, la  Avenida Padre Castellanos.

 

     Fue así como surgieron dos zonas bien delimitadas de tolerancia, una bien cercana al puerto, llamada “El Solar de la Piedra”, en el área de la Atarazana, y la otra al final de la Avenida Capotillo, conocida inicialmente con el nombre de “La Chambelona”, nombre que según señalaba el músico Mateo Mateo, le fue puesto por el número de mujeres de diferentes orígenes que se trasladaron a vivir al lugar.

     El nombre de “La Chambelona” le duró poco, dado que durante el período comprendido entre 1917 y 1919, el nombre le fue cambiado por el de Barahona, debido al número de mujeres de esa población que vivían en el lugar.

 

     Como puede verse en el mapa #1, los límites del barrio eran: al sur, la actual Avenida Mella (antes Avenida Capotillo); al oeste, la calle Doctor Betances; al norte, la calle Barahona; y al este, las instalaciones de la Corporación de Electricidad.

 

     En el mapa #2 puede verse el lugar donde estuvieron las bases del puente Ulises Heureaux, puente móvil que se separaba en dos secciones para permitir el paso de las embarcaciones, y que hoy corresponden al puente Mella.

      Toda la zona comprendida entre el lugar donde están las bases del puente Mella y lo que es ahora la plaza España, estaban dedicadas al comercio de productos agrícolas y sus derivados, que provenían del área de Los Mina, y la zona alta del río Ozama y la parte baja del río  Isabela, de donde campesinos productores llegaban con víveres y el preciado casabe de Los Mina, que era apetecido por todos los pobladores del área de “La Chambelona”, San Miguel, San Lázaro y San Carlos, cuyos moradores llegaban hasta estas áreas de mercado. 

   

 Características socioeconómicas de los pobladores

 

           La población permanente del lugar, estaba formada por las mujeres que vivían en los bares o cabaret, y quienes a su vez, vivían del negocio que con ellas establecían, lavadoras de ropas, cocineras, costureras o modistas, peluqueras y prestamistas, entre otras. Los hombres estaban dedicados en su mayoría a trabajos artesanales, zapateros, sastres, carniceros, planchadores a vapor en lavanderías, obreros del puerto, ebanistas, carpinteros y albañiles. 

 

        La conformación poblacional fue determinante para el establecimiento de diferentes tipos de bares o cabaret en la zona, debido a los diferentes niveles de ingresos de quienes vivían en la zona, quienes eran, además, asiduos visitantes de estos negocios.

 Esto dio como resultado que existieran en el barrio de Borojol diferentes tipos de bares, cabaret o cafetines, y cuya denominación o clasificación dependía de la clientela que entraba a cada uno de estos, quedando claro, según los hermanos de Los Santos (cuyo padre y ellos mismos fueron dueños de cabaret, bares y cafetines), que no importaba el nivel socioeconómico del cliente, para vestir limpio y arreglado, aunque la ropa no fuera nueva o tuviera algún zurcido o remiendo. 

Los primeros bares, cabaret o centros de baile

 

      Durante el período comprendido entre 1917 y 1922 se establecieron diferentes lugares de baile en Borojol, del “Blanco y Rojo” y el “Bombillo Rojo”, que tenía una orquesta de planta que tocaba música diariamente, a los establecimientos de mala muerte (llamados perreras por los parroquianos).

    El “Blanco y Rojo”, trataba de emular los salones de la sociedad, como el “Lazo Social”, que era un club para artesanos. El dueño, Lico Frías, le daba categoría de “Centro Nocturno”; el repertorio musical interpretado por la orquesta del lugar, estaba compuesto de danzas, vals, danzones, varsovianas e inclusive cortes óperas, que eran ofrecidos durante los fines de semana, mientras que durante algunos días de la semana, tenia trovadores o artistas que se acompañaban o eran acompañados por instrumentos de cuerdas (guitarras, laúd, tres, cuatro, quinto, mandolín) para cantar sus canciones.

Es importante señalar que el costo del servicio en el “Blanco y Rojo”, era de 50 centavos para bailar hasta que quisiera el cliente con una de las mujeres que hacían sala en el cabaret; 35 centavos una botella de ron  y 10 centavos una botella de soda.

       Otro de los bares importantes fue el de Pedrito, un centro de espectáculos ubicado en la esquina que hoy forman las calles Vicente Noble y Caracas; dicho centro duró poco tiempo, ya que se incendió a los pocos días de inaugurado, provocando que  el dueño decidiera construir uno nuevo en las esquinas de las calles Caracas y La Gloria y convertirlo en uno de los tantos bares que habían en la zona.

       Otros bares importantes eran:

·        El de Liboria Brito.

·        El de Blasito Jiménez.

·        El  Aurelión, propiedad de Aurelia Fortunato.

·        El  de Manuel de Los Santos.

·        El de Billillo de Los Santos.

·        El Capri.

          Estos últimos bares, no tenían el mismo nivel que el “Bombillo Rojo”, pero eran más frecuentados por los moradores del lugar, debido a los precios de la bebida y la libertad del baile, es decir, la no rigidez de los bailadores al bailar la música de son;  creándose una rivalidad no violenta entre los visitantes de uno y otro lugar, que se manifestaba a través de estilos y formas de bailar el baile denominado “son”, que era el común denominador de estos bares. Esto dio como resultado la conformación de estilos, formas y figuras, del único baile que se prestaba para esto: “el son”.

 

Borojol y el baile del Son

 

     El músico Mateo y Mateo señalaba que ya para cuando se inauguró el puente Ulises Heureaux, en 1917, había en los bares una competencia por los guitarristas y cantantes, como forma de poder atraer clientes, competencia que se daba debido a la baja sonoridad de los equipos que había en estos bares. Esta competencia se extendió hasta los marinos mercantes y los capitanes de los barcos, a quienes los dueños de bares le encargaban traerle los últimos discos de las canciones que estuvieran sonando en el exterior, básicamente Cuba y Puerto Rico, y que muchas veces eran escuchados en la voz de guitarristas, músicos y cantantes que llegaban como clientes a estos bares.

        Para 1930, fecha en que el trío Matamoros, visito el país, su amigo personal, el pelotero Mateo de La Rosa, a la sazón morador del barrio Villa Francisca, los llevó al “Blanco y Rojo” a invitación del dueño, Lico Frías; esta sóla visita,  provocó que durante varios días el negocio se mantuviera lleno de clientes, quienes iban con  la expectativa de ver personalmente al trío, ya que sólo visitaron el lugar, sin hacer ninguna presentación artística. 

 

         Es importante señalar que durante toda la década de 1930, la rivalidad entre los bares se acentuó, llegando a niveles que puede explicar esta anécdota contada por Teodoro de Los Santos. Decía Teodoro, que  Melba Liranzo, vecina y competencia del negocio de él en la calle Ravelo con Vicente Noble, consiguió para 1937 el disco que decía en su letras: “Con su batatita…”; cada vez que sonaba este disco, ponía a temblar su negocio, porque todos sus clientes salían de este para entrar en el de Melba, por lo que consiguió que un amigo capitán de barco le trajera el disco que entre sus letras decía: “Que suene el Cornetín…”, que era más rítmico que “Con su batatita…”, borrándole a este disco la información (titulo y número de la compañía), para que Melba no lo consiguiera.

      Para los inicios y durante toda la década de 1940, los jóvenes de la zona (como grupos organizados), empezaron a frecuentar los bares que ofrecían la mejor música y donde estaban las mejores bailadoras. Esto provocó que la rivalidad bailable aumentara de manera tal, que no era raro ver en cualquier esquina un hombre enseñándole pasos a otro hombre, o durante el día y mientras limpiaban los bares o cabaret, a una mujer enseñándole a las otras pasos y formas de bailes. Borojol se convertía así en el lugar por excelencia de bailadores del ritmo llamado son.

     Para 1944, cuando Miguel Matamoros regresó como septeto, con Belarminio (Benny) Moré como cantante, Borojol ya tenía nuevos bares: el “Nocturnal”, de Pichito Fortunato; “Catarey”, de Rafael Dalmasi; el de Solares, quien tenía, además, una gran fritura enfrente de la Vicente Noble y la calle Caracas. Ya para este entonces, las velloneras que alquilaba el puertorriqueño Arsenio (quien tenía su negocio al lado de la iglesia de Las Mercedes), había entrado en una nueva etapa debido a los equipos de mejor y mayor sonoridad, haciendo que la competencia entre los dueños de bares se acentuara, para mantener los discos de moda en sus equipos; esto pudo verse en el caso de Solares, dueño de la fritura más importante del área y de uno de los  bares de la zona, que estaba ubicado en las esquinas de las calles Vicente Noble y Caracas; él estrenó su vellonera en 1941 con el disco “La Masacre”, de la autoría de Joseíto Fernández, cantado por Panchito Riset con el Cuarteto Caney, provocando una mudanza de bailadores que desde distinto lugares (incluyendo a Mercedes Fajardo, que venía desde San Pedro de Macorís con su esposo para bailar este disco), quienes terminaban en horas de la madrugada en este lugar sus correrías al ritmo de este son.

 

           A partir de 1947, Daniel Santos convirtió a Borojol en su cuartel general, básicamente el negocio de Aurelia Fortunato, quien se convirtió en su comadre al éste bautizarle, en la iglesia de Santa Bárbara, a su hijo “Pichito”, quien a la sazón ya era un hombre formado, celebrándose una fiesta que duró una semana, con orquestas, sancocho y romo. Daniel, con su llegada y permanencia en el lugar, tumbó a todos los cantantes y grupos que dominaban las velloneras del lugar; hasta ese momento, el solista más importante era Panchito Reset, y los grupos, Sexteto Habanero, Sexteto Nacional, Cuarteto Caney, entre otros. El final de la II Guerra Mundial marca el inicio de la decadencia de Borojol como zona de tolerancia, debido, en primer lugar, a la falta de circulante, a la presión ejercida por las autoridades a dueños y parroquianos de los bares, y a la presencia de nuevos vecinos dedicados a otras actividades que no eran las típicas de la zona; el mayor número de estos lo formaban obreros del puerto, que con desalojos en la cercanía de este, se trasladaron a la zona de influencia del barrio; también influyó el mejoramiento y nacimiento, durante los años cincuenta, de otras áreas como los barrios Mejoramiento Social, María Auxiliadora y Loma del Chivo.

 

      Además, el mejoramiento de las condiciones de lugares que eran extremadamente peligrosos, como Villa Consuelo y La Sierra, abrieron la posibilidad de que los bailadores pudieran ir sin tener que pedir permiso a los bares de esas áreas.

 

En conclusión:

 

a)    Según el músico Mateo Mateo, quien llegó con su padre al callejón que llevaba su nombre y estaba ubicado en la avenida Vicente Noble (entre las calles Félix María Ruiz y Benito González), ya para 1912 había grupos musicales tocando la música de son en el lugar que luego se llamó Borojol.

 

b)    El mismo Mateo Mateo, señalaba que para la inauguración del puente “Ulises Hereaux” en 1917, varios grupos musicales que tocaron durante la festividad, tenían en su repertorio la música de son.

 

c)     La rivalidad entre los bares de la zona, provocó entre estos, la búsqueda de los mejores músicos, equipos de sonido, mujeres y discos que estuvieran de moda.

 

d)    La necesidad de las mujeres de responder a las exigencias bailables de los parroquianos, las obligó a tomar clases de baile entre ellas y a practicar, lo que creó estilos similares de bailes por bares y por grupos.

 

e)    Para 1944, ya existían grupos de artesanos (o trabajadores de oficios, como ellos mismos se hacían llamar) organizados, que habían convertido el “Bar Nocturnal” en su cuartel general, donde todas las noches bebían; y también, el grupo organizado de los “Ñiñaros”, que habían hecho del “Bar Catarey” su cuartel general y que rivalizaban en el baile del son. Los “Ñiñaros”, con “Guí” y “el Grillito” a la cabeza, se encargaban de bailar en todos los bares, para recolectar de los parroquianos el dinero que luego le permitiría al grupo ir al “Catarey” a beber, por lo que cada día ensayaban nuevas figuras y pasos, para sorprender a los clientes de los diferentes bares de Borojol; esto trajo como consecuencia el nacimiento de nuevas formas coreográficas más flexibles en el baile que las existentes.

 

         Esto influyó en la creación de formas y estilos similares de bailes entre ellos; estas formas definieron un estilo de baile de son: “El Son Borojoleño”.

 

Coreografía del Son Borojoleño

 

Será explicado con baile en vivo y el uso de la técnica de fotos en destello múltiple

 

 Anexos

 

1.    Informantes:

Edelmira Rodríguez, entrevistas, grabaciones y notas, 1959-1989.

María Altagracia Rodríguez, entrevistas, grabaciones y notas, 1959-2007.

Guillermo Vizcaíno (Kid Tunero), entrevista, julio de 1974.

Rene Cabral,  entrevistas, discusiones, notas, 1965-1978.

Agapito de Los Santos, entrevista, grabación, febrero de 1977.

Mateo-Mateo, entrevista, grabación, notas, marzo de 1977.

Teodoro de Los Santos, entrevista, grabación, julio de 1982.

Adolfo Rodríguez, entrevistas, notas, grabación, 20 de abril de 1983.

Hilda Díaz, entrevistas, notas, grabación 10 de enero de 1994.

Manuel Emilio Ramírez (Costalito), entrevistas, notas, grabación,

 20 de noviembre de 1984.

Frank Domínguez, entrevistas, notas, conversaciones, grabaciones,

 9 de febrero de 1998, julio del 2000, agosto del 2005.

Luis Peralta,  entrevistas, notas, 13 de agosto de 1998.

 

  3. Listado de músicos de Borojol:

     Rafael Corbal (guitarrista)

     Mojito Díaz (pianista)

     Palyn

     Mateo y Mateo (acordeonista y percusionista)

     Los hermanos Gloria

     Luís Peralta (guitarra, tres, cantante)

     Matancera (marimba)

     Claronso Griffin (guitarra, voz segunda)

     Julito Aguilar (bongo)

     Pirindingo Linares (marimba)

     Carlos Arias (guitarra)

     Colombino Germán (guitarra)

     Maduro “El Barbero” (cornetín)

     Ramón “El Carey” Montecristi (guitarra)

    

  4. Los cantantes estelares de cabaret, eran:

      María Valdez

      Clarita

      Severina (hermana de Baroncito)

      Joaquín Díaz

      Dominguito

      Pedrito “Boca de mono”

      Bolívar Hinojosa “El Sabroso”

      Macorís el que Canta.

 

 5. Bailadores

      Armando Díaz (Mandó-Mandó) (danza, danzón, danzonete, bolero de estilo).

      Sopa Fría, baile de son y baile de cabaret.

      Guy, baile de son y cabaret.

      Billillo y Teodoro De Los Santos, bailes de son, cabaret y salón.

      Adolfo Rodríguez

      Viejo “El Carnicero”

      “El Grillito”

      “Bien vivió”

      Milagritos

      Hilda Díaz

      Hilda

      Arturo “Viejo” Peterson

      Jorge “Pipían” Puello

 

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