¿Sabes bailar el boogaloo?

 

Por:

Tomado del periódico: El Pais de España

Hoy sabemos que la palabra boogaloo –bugalú, si prefieres- sirve para denominar la vertiente más alborotada, más juvenil de la música latina en Nueva York, a mediados de los sesenta. Un sonido detestado por los gigantes del ritmo afrocubano pero recuperado por los coleccionistas, especialmente en Europa. Sin embargo, antes de que esa etiqueta prendiera, el boogaloo era simplemente otro baile de uso exclusivo entre la comunidad negra.

Curiosa génesis. Un baile de los ghettos que llegó al Harlem Español y allí bautizó a una música, mezcla de rhythm and blues y fórmulas afrocubanas, que YA EXISTÍA ANTES. Existía en la música de Ray Barretto, Mongo Santamaría, Pete Rodríguez, el "moreno" (afroestadounidense) Pucho y Gilberto Miguel Calderón, alías Joe Cuba. Ellos llevaban tiempo tocando unos ritmos aptos para clientes bilingües.

 

Una novela reciente que trata, entre otros asuntos, sobre el bugalú latino –Boogaloo on 2nd Avenue, de Mark Kurlansky- reconoce esa deuda:

“Los latinos de Nueva York no recuerdan a Tom and Jerrio, el duo de Chicago que grabó el primer boogaloo en 1965. Su innovación más duradera fue la frase ‘sock it to me’, que se convirtió en un mantra, apto para todas las ocasiones en los sesenta. En Detroit, Chicago o Filadelfia, el boogaloo era música negra. Pero en Nueva York, los puertorriqueños lo fusionaron con la salsa y salió ‘el boogaloo latino’. Tocando ante públicos latinos y negros, con nombres inventados por promotores judíos, accidentalmente desarrollaron un boogaloo latino sin saber lo que significaba la palabra. Nadie era capaz de recordar cómo se llegó allí."

 

 

 

Y aquí está la pareja, que realmente se formó en Detroit. Según leyenda, se enfrentaron al capo de Detroit, Berry Gordy Jr...y perdieron.

Efectivamente, la palabra “boogaloo” aparece en muchos discos de soul bailable, incluso de jazz caliente. Y se menciona en libros que pretenden reflejar la experiencia negra. Saltamos a Blonde faith, la décima entrega de las andanzas de Easy Rawlins, el detective privado inventado por Walter Mosley. Hay traducción al español pero no quiero hacerla publicidad, por el título casposo –y no hablaré de su tramposa portada- elegido por Roca Editorial. Así evoca el minucioso Mosley una cita romántica en el Los Ángeles de 1967; Rawlins ha quedado con una atractiva estudiante negra, que trabaja como secretaria en una empresa que él ha visitado: “Desde Compton fuimos a un club del sur de Los Ángeles. Se llamaba Bradlee y era un sitio donde se podía bailar. Era una estructura única, un gran edificio octogonal con una sola sala que tenía una longitud de treinta metros. En medio de aquella sala se encontraba un estrado elevado donde tocaba una big band de hombres negros con una mujer negra como vocalista. Desde swing a rock and roll, interpretaban música que te hacía mover los pies.

 

 

 



“Yo no soy un gran bailarín, nunca lo fuí y nunca lo seré, pero Tourmaline tenía bastante ritmo para los dos, aquella noche. Lo único que tenía que hacer yo era sentir sus movimientos y oír la música. Yo no sería Fred Astaire, pero mis fallos hacían reír a mi chica.

 

"Ella llevaba una falda negra corta y estrecha y una blusa hecha de escamas de plástico plateadas. Llevaba los ojos pintados con purpurina y su cuerpo se movía sinuosamente, insinuando todas esas cosas que sospechan los jóvenes.

“A las diez le llevé una cerveza, para que diera un descanso a mis viejos pies y caderas de 47 años.

“-Podrías ser un buen bailarín si practicaras un poquito- me dijo.


“-También sería un buen físico si hubiese ido ocho años a la universidad.


“-Pero la física no es tan divertida como el boogaloo”.

¡Et voilà! Curiosidad final: hacia los sesenta, la palabra boogaloo sirvió para denominar a una persona negra. Y luego está el "Back off, boogaloo", de Ringo Starr, supuestamente un mensaje destinado a Paul McCartney, para que dejara de demandar y criticar a sus ex compañeros; un contagio de su amigo Marc Bolan, que usaba "boogaloo" como una coletilla. Y es que las sílaban bu-ga-lú salían de la boca con ritmo.Pero eso nos aleja demasiado del Spanish Harlem ¿verdad?

¿Y cómo se bailaba el boogaloo? Al estar separada la pareja, no parece haber sido codificado. Había mucho de freestyle; en el Spanish Harlem, algún veterano habla de “una versión funky del cha cha chá” y otros recuerdan al público haciendo la ola, mientras también se menciona que se solía bailar imitando los paso torpes de un borracho. Pero abajo tenemos a un titán dándonos su versión del boogaloo original. Una filmación casera pero...guau. Fuera los sombreros, señoras y señores. ¡Es James Brown!

 

 

 

Derechos Resrvados de Autor

Herencia latina

Edición de fin de año

Diciembre 2012  Enero 2013