EFRAIN "MON" RIVERA

 

UNA LEYENDA DE LA MUSICA BORICUA

 

(Efraín Rivera Castillo 1925-1978)

 

 

Por: Jairo Grijalba Ruiz

En exclusiva para Herencia Latina

Popayán, Colombia

jairogrijalbaruiz@gmail.com

 

 

 

“La expresión cultural latinoamericana se nutre de ciertos individuos que por su creatividad, ingenio y versatilidad aportan de manera particular al desarrollo intuitivo de nuestras diversas formas de arte popular. Es así de esta manera como surge la enigmática figura de Efraín Rivera Castillo, nacido el 25 de mayo de 1925 y conocido en la industria musical latina como Mon Rivera.”[1]

 

Algunos cronistas de la música del Caribe le atribuyen al productor musical y saxofonista tenor Al Santiago (de nombre Alberto Santiago Álvarez), haber sido el creador del concepto musical de la trombanga entre 1961 y 1963. La trombanga en opinión de varios escritores fue una charanga con trombones y flauta, orientada a tocar la música latina procedente principalmente de Cuba con un estilo más neoyorquino. El principal impulsor de este estilo parece haber sido Eddie Palmieri ya que su Conjunto La Perfecta, que hizo sus primeras grabaciones para el sello Alegre de Al Santiago, era efectivamente una trombanga.

 

Comúnmente se acepta que la idea de Palmieri fue sustituir los dos o tres violines de las habituales charangas neoyorquinas de la época de la pachanga, por dos o tres trombones, pero conservando el exquisito sonido de la flauta, que para el caso de Eddie Palmieri, estaba a cargo de George Castro. De hecho Charlie Palmieri, el hermano mayor de Eddie, tenía una de las más influyentes charangas de aquel período histórico de la música latina neoyorquina, conocida como la Orquesta Duboney, en la cual la flauta había estado bajo el cuidado de Johnny Pacheco inicialmente, y después a cargo de Rod Lewis Sánchez. Sin embargo vale la pena aclarar que Mon Rivera no tocaba exclusivamente pachangas y además nunca tuvo una charanga con violines y flauta a la que pudiera quitarle los violines para ponerle los trombones. Si bien su orquesta con una sección de trombones fue contemporánea del conjunto de Eddie Palmieri, Rivera lo que tocaba eran bombas y plenas, a las cuales les sumaba merengues, mambos, sambarengues (mezcla de samba brasilera con merengue dominicano), pachangas, sones montunos, plebochangas, plechangas, plenas jíbaras, bolemengues, guarachas y otras ideas rítmicas afrocaribeñas.

 

De otra parte, el mismo Al Santiago ha aclarado (y lo hizo por escrito), que quien realizó las primeras grabaciones con una orquesta en la que primaba el sonido y el estilo de la sección de tres trombones, fue Mon Rivera. El día de la grabación en la orquesta del ‘Rey del trabalenguas’ estuvieron el panameño Leo Fleming en el contrabajo, el puertorriqueño Francisco Ángel Bastar en el timbal, y los neoyorquinos Charlie y Eddie Palmieri en el piano. Ese día los trabalenguas de Mon (los cuales él venía cultivando desde la niñez) fueron tan importantes como los trombones, pero lo que pasó fue que posteriormente los cronistas de la música del Caribe les dieron más importancia a los trombones que a los trabalenguas, ya que estos impusieron más adelante el sello característico de la música latina neoyorquina posteriormente llamada salsa, debido a que fueron acogidos por decenas de orquestas como la del ya mencionado Palmieri, la New Yorker de Russell Cohen, la orquesta de Willie Colón, así como también Manny Oquendo y su Conjunto Libre, entre otras, que se encargaron de popularizar la presencia del trombón durante la fiebre de la salsa en los siguientes tres lustros.

 

Al Santiago escribió lo siguiente:

 

“Un boletín reciente de Descarga “Vol. 1 No. 8, 4/93 me informó que el LP No. 823 de Mon Rivera para el sello Alegre originalmente titulado, “Que gente averiguá”, fue sacado de nuevo con el título de “Mon y sus trombones”. Recuerdo habérmele acercado a Mon alrededor de 1962, con la idea de una banda sin trompetas ni saxofones, solamente trombones (tres). Le gustó tanto la idea, que compuso todas las canciones, y escribió todos los arreglos. Mon también tocaba la guitarra y el clarinete (no en este disco). También era un gran pelotero, pudo haber sido un jugador de las grandes ligas.  En la liga de béisbol de Puerto Rico, era una gran estrella, un gran jonronero y bueno a la defensiva. Regresando al tema de la primera banda de trombones, llamé a Barry Rogers quien me presentó a Mark Weinstein. Como tercer trombonista llamé a Manolín Pazo, quien se había cambiado al bajo pero antes había tocado el trombón para Machito entre otros. Sacó el trombón del closet y comenzó a afinarlo. Se pulió a tiempo para la grabación. Entre el personal de la orquesta de planta del estudio de grabación se destacaban: Charlie Palmieri y Kako. Eddie Palmieri tocó en dos números, ‘Lluvia con nieve’ era uno de esos.” (…) “Charlie y yo éramos inseparables”, escribió Al Santiago en 1993, quien primero se encontró a Charlie cuando actuaba con la banda de su tío (Bartolo Álvarez). “Nosotros comíamos juntos, íbamos al cine juntos, y nuestras esposas y niños llegaron a ser muy íntimos. Durante 1960 a 1966 Charlie grabó cuatro álbumes para Alegre. Nosotros estábamos trabajando juntos muy frecuentemente porque yo normalmente le pedía a Charlie que tocara el piano en la mayoría de mis proyectos del estudio; por ejemplo: para Mon Rivera, César Concepción y por supuesto para la Alegre All-Stars”.[2]

 

Después Al Santiago acotó:

 

“Ha habido mucha discusión y cierta confusión acerca de cuál fue la primera banda de trombones. ¿Mon o Eddie?  Fue la de Mon, y yo debo saberlo. Fue mi idea, y yo los grabé a ambos Eddie y Mon. Algunos aficionados creen que por el hecho de que el LP con el cual debutó Eddie, La Perfecta, tiene como número de catálogo el No. 817, y el de Mon es el No. 823, piensan que Eddie fue el primero en tener una banda de trombón. Por encima eso parece ser así, pero la realidad es que el disco de 45 rpm de Mon “Que gente averiguá” fue sacado antes que el LP de Eddie. Más importante que eso es el hecho que el volumen uno de Eddie tiene tres instrumentaciones diferentes, de las cuales ninguna era de trombones solamente. Una instrumentación era la de un conjunto de cuatro trompetas (sin trombones), la otra instrumentación tenía a Barry Rogers en el trombón y George Castro en la flauta. La tercera instrumentación era una combinación de trombones y trompetas. El hecho es que la de Mon fue la primera banda de trombones, por supuesto, Eddie lo verificaría.”[3]

 

Varias opiniones adicionales coinciden en mencionar que quien primero puso en Nueva York a sonar a las orquestas latinas con una sección de tres trombones (a veces eran sólo dos y en algunas oportunidades cuatro), fue Mon Rivera. Tal parece que Mon comenzó a experimentar con esto en Mayagüez desde la década del cincuenta aunque infortunadamente no hay grabaciones que lo confirmen, sin embargo se ha indicado que el estilo de las orquestas con trombones fue muy usual en la ‘Sultana del oeste’ como es denominada la ciudad natal de Mon.

 

Roberto Mercado opina que:

 

“Si bien es cierto que existe una teoría generalizada la cual indica al productor, arreglista y músico del sello disquero Alegre, Al Santiago como creador del concepto musical de trombanga (conjunto compuesto por trombones) en el 1963; lo cierto es que este sonido sería experimentado décadas atrás en Mayagüez, Puerto Rico por ‘Los ases del ritmo’ con Mon Rivera y Moncho Leña y particularmente este concepto orquestal para finales de los años cincuenta, ya era general conocido en la isla como ‘el sonido de Mayagüez’….”[4]

 

El trombonista neoyorquino Marco Katz, amigo de Mon durante los dos últimos años de la vida del cantor y músico mayagüezano ha expresado que fue Mon Rivera el primero en imponer en el ambiente neoyorquino una orquesta que exclusivamente usaba trombones en la sección de metales: esto ocurrió a comienzos de los sesentas, pero ya para la década del setenta, cuando Katz trabajó como trombonista de la orquesta de Mon, el trombón se había generalizado tanto en la música latina neoyorquina que casi todas las orquestas salseras querían poner un trombón alternando con las trompetas, y se dieron casos como las orquestas de Charlie Palmieri y de los Hermanos Lebrón, que no tenían usualmente este instrumento en sus formaciones y lo integraron para actuaciones y también para grabaciones, convocándolo a él para que tocara el trombón, como lo testimonian los discos “Distinto y diferente” y “The heavyweight” en los que Marco fue el trombonista invitado.

 

Sobre el asunto de la tradición del uso de trombones por parte de las orquestas originarias de Mayagüez, Roberto Mercado argumenta que:

 

“Inclusive en orquestas más contemporáneas y oriundas de la ‘Ciudad de las aguas puras’ como La Solución, de alguna forma han mantenido viva esta tradición sonora tan ambivalente y palpable.”[5]

 

Un aspecto poco conocido y sin embargo muy discutido sobre la personalidad de Mon Rivera fue su faceta como músico. De niño él recibió formación musical en la escuela, la que completó en la adolescencia cuando se hizo cantante profesional. Su papel como cantante, actividad en la que se destacó de inmediato, ha hecho que en general los cronistas que se ocupan de la música del Caribe, contadas excepciones, hayan dejado casi en un segundo plano sus facultades como instrumentista. Pero Mon Rivera se defendía en las tarimas como un excepcional ejecutante del güiro. El mejor de todos según han dicho músicos que trabajaron con él como Marco Katz y Héctor Rivera. Este último explicó lo siguiente en un diálogo con el miembro de la Revista Herencia Latina,  Néstor E. Gómez:

 

Néstor Gómez: (Hablando del boricua Juan Delgado, conocido como Moncho Leña) ¿Y esa banda qué instrumentación tenía?

 

Héctor Rivera: Lo mismo. Conjunto. Cuatro trompetas y ritmo. Eso es lo que más me gusta a mí ahora.

 

Néstor Gómez: ¿Pero Mon Rivera cantaba y también tocaba los trombones?

 

Héctor Rivera: No, en la orquesta no.

 

Néstor Gómez: ¿Pero él también era trombonista, no?

                                          

Héctor Rivera: No que yo sepa. Él tocaba cualquier cosa. Él también tocaba piano. No perfecto, pero, tú sabes, podía tocar sus numeritos. El también hacía arreglos. Los arreglos de “Alo! ¿Quién Llama?”, son de él. Y de “Carbón, Carbón, Carbón De Palito”.

 

Néstor Gómez: ¿Él era compositor, arreglista, cantante e instrumentista?  Era un….

 

Héctor Rivera: Y tocaba un güiro de madre. Uuuhhhh!! ¿Tú nunca lo viste tocar el güiro?”[6]

 

El maestro Héctor Rivera quien fue el pianista de varias agrupaciones importantes como el conjunto de Arsenio Rodríguez, el sexteto de Joe Cuba, la orquesta de Ray Barretto, la del judío americano Alan Levy, conocido como ‘Alfredito’, igualmente trabajó en Nueva York con Moncho Leña a quien apodaban “El rey de la plena”. El cantante de la orquesta era por supuesto Mon Rivera.

 

En la composición “Alo! ¿Quién Llama?” (Original de su padre Monserrate Rivera Alers), Mon Rivera hizo referencia a la educadora, mujer de negocios y líder política mayagüezana María Luisa Arcelay (1893-1981).

 

Ha escrito Catalino ‘Tite’ Curet Alonso que “El mosaico número uno” del disco “Se chavó el vecindario” es la mezcla de “Aló ¿quién ñama?” y “Karacatiski”.

                                                              

Aló ¿quién ñama?”

 

¿Qué será que pasará, que el taller de Mamery pide

Gente pa’ trabajar.

Aló, ¿quién ñama?

 

(Coro)

 

¿Qué será, qué pasará?

El taller de Mamery

Pide gente pa’ trabajá.

Aló, ¿quién ñama?

María Luisa Arcelay

Tratando con John Vidal

Dicen que las bordadoras

Que sin lana

No van pa’ allá

 

(Coro)

 

¿Qué será que pasará?

 Que el taller de Mamery pide

Gente pa’ trabajar.

Aló, ¿quién ñama?

Empezó la huelga

Dios mío, qué barbaridad

¡Ay! las trabajadoras

Empezaron a bembetear

Que si cuchi cu,

 

Que si cuchi ca

Petra apaga esa plancha

No trabajemos na’

 

¿Qué se cree esta gente?

No nos tienen piedad.

La lana que aquí nos pagan

Ay, no nos da pa’ na.[7]

 

‘Tite’ Curet Alonso agregó:

 

“Eso era en Mayagüez donde estaban los talleres de costura de John Vidal y de la familia del Sr. Gilbert Mamery. Las costureras hacían ‘fagotting’ (una especie de bordado), una magia de la costura obrera. Las empleadas siempre estaban quejándose, porque ganaban poco. La líder en aquellos tiempos era María Luisa Arcelay, pariente bien cercana de José Luis Moneró, el cantante. María Luisa Arcelay, que ya era una líder pro obrera, las agitaba para reclamar derechos. Fue una gran líder obrera, senadora y la primera mujer puertorriqueña que tuvo una licencia para guiar automóvil. Eran los tiempos del papá de Mon, era su época, su vida y eran las cosas que él cantaba. Y Mon cantó eso y realmente inmortalizó a la familia Mamery, a María Luisa Arcelay y a John Vidal.”[8]

 

Mon grabó originalmente este tema con la orquesta de Juan Delgado (Moncho Leña) en 1954. Esta era una orquesta que contaba con tres o cuatro trompetistas. Mon había viajado a Nueva York con la orquesta de Moncho Leña el 19 de noviembre de 1953. En 1962 conformó su propia orquesta.

 

“Moncho Leña nació en Añasco, Puerto Rico el 24 de junio de 1919. Estuvo en la orquesta de William Manzano antes de tener la suya; allí interactuaba con Mon Rivera. En ‘Los ases del ritmo’ estuvieron también el pianista Héctor Pellót y el trompetista José ‘Chiquitín’ Morales. Mon introdujo el estilo trabalenguas en la orquesta de Moncho, este estilo lo aprendió de su padre.”[9]

 

Pero cuando Mon tuvo su orquesta, promediando la década del sesenta, en algunas grabaciones y presentaciones no sólo usó la sección de trombones sino que igualmente usó una sección de trompetas en la que estuvieron entre otros Frank Gotay, el cubano Alfredo ‘Chocolate’ Armenteros y el dominicano Rafael Labasta.

 

“Al igual que la bomba (el más popular estilo musical de Puerto Rico), las raíces de la plena están en los esclavos, los trabajadores de caña de azúcar, los agricultores y otros que emigraron a las zonas urbanas de Puerto Rico. El estilo incorpora las características de muchas culturas, incluida la de África occidental, españoles, cubanos, e incluso europeos. Plena se refiere a menudo como ‘El periódico cantado’ debido a que su contenido lírico refleja el diario local de noticias y chismes, regionales y acontecimientos históricos.”[10]

 

En su faceta como músico, Mon Rivera se destacó en los roles de conguero, timbalero y bongosero; además, testigos de su periplo musical en Mayagüez han dicho que tocaba excepcionalmente la pandereta, un instrumento indispensable para la ejecución de la plena. Los neoyorquinos Héctor Rivera y Marco Katz, quienes estuvieron muy cerca de Mon en la década del cincuenta y en la década del setenta respectivamente, han afirmado que el formidable cantante de bombas y plenas fue adicionalmente pianista. Si bien no grabó tocando el piano, Mon al parecer usaba este instrumento cuando se sentaba a componer sus canciones; es posible que haya empleado el piano para escribir los arreglos del repertorio que habitualmente interpretaba con su orquesta. Marco Katz agregaba que en algunas pocas ocasiones Mon Rivera tocaba el piano. De lo que no hay total certeza es que haya tocado el trombón, si bien su importante labor como arreglista para la sección de trombones de su orquesta está plenamente corroborada por testimonios y documentos. Al parecer a Mon Rivera lo estimulaba poderosamente el sonido de los trombones, por esta razón no solamente adaptó toda su orquesta a la sonoridad trombonística de la sección de tres o cuatro instrumentos, sino que además se rodeó de los mejores intérpretes del trombón; en especial durante su larga etapa neoyorquina. Fueron integrantes de la orquesta dirigida por Mon Rivera personalidades como Barry Rogers, Manolín Pazo, Mark Weinstein, Steve Pullian, Antonio Castro, George Orange, José Rodrigues, Frank Rosa, José Castrillo, Clarence Ross, Frank Ramón, Frank Figueroa y Marco Katz, entre muchos otros instrumentistas destacados. Igualmente interactuaron con Mon Rivera en sus últimas grabaciones realizadas a mediados de los setentas, Willie Colón, Lewis Kahn, Ed Byrne, Reynaldo Jorge y Papo Vásquez, quienes sin lugar a dudas constituyeron la plana mayor del gremio en ‘la Gran Manzana’ para la época. En su estilo arreglístico para la sección de trombones Mon Rivera concebía pasajes tocados al unísono por todos los trombonistas, intercalados con alternancias de enorme elaboración y sentido musical, en las que usaba dos melodías diferentes pero simultáneas desarrolladas paralelamente por sus músicos haciendo gala de su imaginativo discurso estético, proyectado con el fraseo de uno o dos solistas que se desprendían de la sección mientras esta al mismo tiempo seguía tocando la melodía inicial en tanto que el solista improvisaba con una segunda melodía o contra melodía, interactuando en un juego de gran precisión, exquisito gusto armónico y belleza.

 

‘Tite’ Curet Alonso opinaba lo siguiente:

 

“Si uno observa los arreglos que hizo Mon para los trombones, nota que fue él quien los puso de moda en la plena. Y luego vino Palmieri; todo el mundo de ahí en adelante. Fue el precursor del uso de los trombones en la plena. Con eso Mon tenía ya como un sello especial de lo que hacía. Las frases que él usaba para poner a los trombones parecían frases rítmicas; el ritmo era parte del fraseo que usaba en sus arreglos musicales para los trombones acompañantes, cuando cantaba sus plenas.”[11] 

 

Varios de los músicos que estuvieron trabajando con Mon en su orquesta en el transcurso de los años setentas, entre ellos Marco Katz, no descartan que el inolvidable cantante haya sido trombonista, pero no lo vieron en esa época final de su vida tocar el trombón. Hay documentos y testimonios en el sentido de que Mon Rivera tocaba diversos instrumentos. Por ejemplo, Al Santigo lo ha definido como un magnifico guitarrista y clarinetista. La escritora nuyorican Aurora Flores, corroborando la apreciación de Al Santiago, manifestó que Mon fue guitarrista, clarinetista y pianista. Citando al cantante, escritor y comediante mayagüezano Israel ‘Shorty’ Castro, el compositor y periodista Catalino ‘Tite’ Curet Alonso expresaba en las “liner notes” de un disco de Mon impreso luego de su muerte, que este era saxofonista, trombonista, guitarrista, violinista, contrabajista, pianista, percusionista y arreglista.[12]

 

Pero además Mon Rivera, el hijo de ‘Rate el plenero’ (Monserrate Rivera Alers), fue un destacado jugador de beisbol, figurando como shortstop del equipo Los Indios de Mayagüez.

 

Ha explicado Roberto Mercado que:

 

“Durante sus años como jugador profesional, Efraín tendría que dividir su tiempo entre el béisbol y la música. Ya para ese entonces fungía como cantante de la orquesta de William Manzano y tal vez esta inusual fusión de oficios haya mitigado de alguna manera el desarrollo motor de sus habilidades deportivas. Al finalizar la temporada de 1944-45, Mon decide retirarse definitivamente del béisbol profesional para dedicarse en pleno a su ascendente carrera musical.”[13]

 

Al parecer la carrera de Mon Rivera como cantante comenzó a ascender cuando él tenía 16 años.

 

La etapa como beisbolista de Los Indios de Mayagüez si bien terminó a mediados de la década del cuarenta, quedó patentizada igualmente en su historia musical, tal como se observa en la humorística composición intitulada “¿Cómo está Pita?”, la cual salió al mercado en su primer álbum con Alegre Records realizado entre 1962 y 1963, cuando Mon Rivera figuraba ya como director de orquesta.

 

 

 

 

 
     

 

Eduardo Roa Muñoz, Marco Katz y Diego Luis Velásquez. (Fotografía, colección de Jairo Grijalba Ruiz)

 

El escritor puertorriqueño Roberto Mercado, explicó algunos pormenores de la mencionada composición:

 

“La ficha discográfica de Mon a través de sus años ha sido un reflejo vivo de la cultura, vida y tradiciones del Mayagüez de antaño y el tema “¿Dónde está Pita?” no fue la excepción. Rememorando sus años en uniforme ‘indio’ en este tema estampado en la producción de 1963 “Que gente averiguá”, Mon describe de forma satírica y jocosa como su compañero de equipo, el receptor Humberto ‘Pita’ Martí tenía problemas para entender el idioma inglés”.[14]

 

“Un domingo fui

A un juego en París[15]

Y allí me encontré a ‘Pita’ Martí, estuve con él.

Wilson le habló inglés[16]

How do you feel my friend?

Y él le contestó, y hasta me asombré,

Yo no juego field lo que juego es catcher del Mayagüez.”

 

La afición de Mon Rivera por el sonido de los trombones no fue una situación pasajera, circunscrita a momentos coyunturales de su carrera en los años cincuenta o comienzos de los sesentas, sino una convicción que lo acompañó durante toda la vida. Incluso entre mediados y finales de los setentas, todavía Mon contrataba trombonistas para su orquesta, y tuvo muy buen criterio para escoger a jóvenes valores del instrumento tales como Marco Katz, su último gran trombonista. Se puede afirmar que Mon Rivera tenía vocación para la música gestada a partir de la sonoridad del trombón. Esto me ha llevado a pensar que quizás Mon sí tocó el trombón durante mucho tiempo hasta aprender a conocer profundamente el instrumento. El hecho de que compusiera y arreglara tanta y tan buena música para las secciones de trombones que lideró en el transcurso de su quehacer como director de orquesta y cantante corrobora hasta qué punto Mon Rivera estuvo compenetrado con el trombón. Conversando con el trombonista neoyorquino Marco Katz, en compañía de los amigos Eduardo Roa Muñoz y Diego Luis Velásquez, durante el programa radial “El show de la música antillana” el maestro Katz opinaba lo siguiente:

 

Eduardo Roa Muñoz: Teniendo como padres a dos personas que no eran de origen latino, ¿qué te hizo enamorarte de la música latina?

 

Marco Katz: ¿Cómo no?, lo difícil era no enamorarse de la música de salsa. Yo tuve suerte porque en el momento en que empecé profesionalmente a tocar el trombón en Nueva York, Mon Rivera estaba contratando trombonistas. Los trombonistas más conocidos de Nueva York lo eran Barry Rogers y José Rodrigues, un judío y un brasilero respectivamente. Entonces para tener un judío o un músico con apellido judío y un latino esto sería lo mejor para un conjunto en Nueva York.

 

Diego Luis Velásquez: ¿Cuáles fueron tus contemporáneos en el trombón?

 

Marco Katz: Los contemporáneos eran el propio Barry Rogers, José Rodrigues…, Frankie Rosa, Frank Figueroa, no el cantante sino el trombonista. El trombón es un instrumento poderoso pero también muy bonito, y es muy semejante a la voz del hombre. Mon Rivera durante sus últimos dos años de vida, en las actuaciones ante el público, me puso a tocar el trombón como solista con la sordina de caucho al menos en un tema cada noche. Para él fui un solista importante y quizás fui su último trombonista ya que lo acompañé hasta el final de sus días. Mon Rivera tuvo una vida muy dura y yo no quiero derribar ninguno de los mitos que existen en torno a su vida; sin embargo como cantante era único. Es una palabra que se usa muchas veces sin sentido, pero en verdad Mon Rivera como cantante era único, y como cantante es su propio mito. No necesita ningún otro mito para resucitar su leyenda. Además de ser un cantante único era un músico excelente, compositor… Era un músico con buena formación; escribió sus propios arreglos. En general los cantantes no escriben nada pero él hizo las partituras de sus composiciones y los manuscritos porque fue su propio copista. Hizo los manuscritos de los arreglos para cada músico de su orquesta y esto yo lo vi personalmente. Yo vi a Mon Rivera tocando timbales, lo vi tocando el piano un poquito y conozco su caligrafía porque escribía muy bien las partituras de su puño y letra. Tocando el güiro no había nadie mejor en el mundo para tocar el güiro. Yo estuve con él en sus últimos dos años de vida. A lo mejor tocaba trombón pero no lo vi.

 

Jairo Grijalba Ruiz: En su mejor época Mon Rivera hizo muchas grabaciones especialmente para el sello Alegre Records de Al Santiago y para el sello Ansonia de Ralph Pérez. En los créditos de los discos Mon identificaba muy bien los ritmos especificando qué era cada cosa; por ejemplo: esto es una pachanga, esto es una plebochanga, esto es un bolemengue, una plena jíbara, un mambo o un guaguancó. Mon Rivera no cayó en el engañoso truco mercantilista de ciertas casas disqueras quienes a toda la música latina que se grababa en la ciudad de Nueva York la etiquetaban como salsa.

 

Marco Katz: Mon Rivera estuvo plenamente identificado con la música de Puerto Rico, la bomba y la plena; y esta es otra manera en la que él fue también un músico único porque los salseros en general, tanto puertorriqueños como nuyoricans querían adoptar la música cubana al sentimiento de la salsa, y Mon Rivera no hizo eso mismo. Él lo que quería era incluir en el fenómeno cultural salsero los ritmos de su tierra, de la ‘Isla del Encanto’. Lo que pasa muchas veces es que desprecian a los puertorriqueños y su música. Los asocian al ghetto y a ‘West side story’. Mon Rivera y los Hermanos Lebrón vivieron vidas muy duras en Nueva York por el hecho de ser puertorriqueños o de proceder de un origen puertorriqueño. Mon Rivera vivió en una época en que la salsa fue una música despreciada por muchos en el establecimiento de la industria disquera y en general en la cultura norteamericana, no era una música de reconocimiento mundial como lo es ahora. La salsa fue una música del ghetto y tenía un público pequeño. Los salseros como Willie Colón y Rubén Blades trabajaban en clubes pequeños en el ghetto, y entonces estuvimos cobrando poco, y Mon Rivera aún menos, porque él quería mezclar con la salsa los ritmos de Puerto Rico, razón por la cual tenía menos público, menos atención. Mon Rivera fue a la cárcel por usar drogas. No era traficante ni nada de eso, pero había una época en que la policía de Nueva York estaba agarrando a los músicos conocidos por usar drogas, para ganarse los titulares de los periódicos. Cuando Mon Rivera salió de la cárcel Willie Colón tuvo un interés en su música; fue cuando hicieron juntos la grabación de “Se chavó el vecindario”. Esto fue desgraciadamente al final de la carrera de Mon Rivera, durante sus últimos años de vida, y este fue el momento en el que yo entré en la orquesta, justo después de esta grabación; y es una lástima que yo nunca grabé con Mon porque él me puso al frente de la orquesta como solista en diversas oportunidades, y me apoyó mucho. En esa época tocamos en el barrio puertorriqueño de Nueva York, también tocamos en El Bronx, en Brooklyn y fuimos a Puerto Rico. Pero lo que pasó en Nueva York en aquella época de mediados de los setentas fue que había una mezcla inesperada. Muchas veces tocábamos con dominicanos, otras veces con cubanos o con puertorriqueños, colombianos, judíos, italo-americanos, afro-americanos…, muchas veces tocando todos en un mismo grupo. Por eso ningún músico reclamaba una música pura. Entonces yo creo que la salsa es como la música barroca, no en el sentido europeo del término barroco, sino en el sentido que Alejo Carpentier le da a esa palabra. No hay mejor muestra en el mundo del ‘barroco americano’ que la salsa newyorquina de las décadas del setenta y el ochenta: argentinos, judíos, polacos, afroamericanos, cubanos, dominicanos, puertorriqueños, colombianos, italo-americanos tocando juntos pero sin la pureza de la música de sus respectivos países de origen. La salsa es nuestro ‘barroco americano’. Yo tuve la suerte de tocar con los maestros, con músicos muy buenos como Barry Rogers, José Rodrigues, Charlie Palmieri, José Lebrón, Mon Rivera, Frank Rosa, Paquito D’ Rivera… Algunos de los salseros puertorriqueños, cubanos, dominicanos, neoyorquinos o de cualquier otra nacionalidad con quienes yo trabajé en los años setenta en general tenían buena formación musical, aunque no todos, pero se fue creando el mito de que no sabían leer música o que no habían estudiado música, pero eso no fue tan cierto, por ejemplo en los casos de Mon Rivera, de José Lebrón o de Tito Puente, quienes asistieron al conservatorio. Aunque siempre había muchos músicos latinos que tuvieron una formación casera porque aprendieron la música de sus padres, de sus tíos o en su barrio.

 

Marco Katz siempre, de modo recurrente retorna a la música de Puerto Rico y a las grandes obras de compositores puertorriqueños. En uno de sus discos más recientes grabado en Nueva Orleans hizo una versión del bolero “Obsesión”, del compositor puertorriqueño Pedro Flores. Esta composición es uno de los temas centrales tratados en la novela “Las batallas del desierto” del mexicano José Emilio Pacheco.

 

Cuando se habla de Mon Rivera, necesariamente terminamos hablando de los grandes trombonistas que giraron alrededor de su orquesta. Uno de ellos, el más influyente y significativo de todos fue Barry Rogers, quien en 1962 ya se destacaba en la orquesta del boricua Joe Cotto a través del tema “Dolores”. Barry y Mon eran amigos desde esa época justamente porque Mon fue el vocalista de la banda de Cotto durante la grabación del mencionado tema. El número en comento apareció en el disco “Dolores, charanga twist con pachanga, Joe Cotto y su Orquesta” (Magda Records LPM -1002, Nueva York, 1962). Barry Rogers (Barron W. Rogenstein), nació en Nueva York el 22 de mayo de 1935 y murió en Nueva York el 18 de abril de 1991, a los 56 años de edad. Rogers influyó sobre todos los trombonistas de su generación y sobre los trombonistas de las generaciones posteriores, incluso hasta nuestros días. Willie Colón lo recordó de la siguiente manera:

 

“Un día escuché a Barry Rogers tocando con Joe Cotto la pieza ‘Dolores la Pachanguera’ y también descubrí lo que Mon Rivera hacía con la bomba y el trombón. Fue suficiente. Ahorré y me compré uno de pistones; era lo que más se parecía a la trompeta y no quería bregar con la vara.”[17]

 

Y hablando de Héctor Lavoe, Willie dijo ante una pregunta de Mimi Ortiz Martin:

                                         

¿Cuál piensas que era su magia?

 

“Su malicia. Era un payaso y a las fans les gustan los charlatanes. Era un showman. Se trepaba al escenario lucío, a imitar esa gente, Gardel, Felipe Rodríguez, Mon Rivera”.[18]

 

En relación con Barry Rogers y su paso por la orquesta de Joe Cotto, un grupo destacado y que influyó en el desarrollo de la música latina neoyorquina, Al Santiago acotó lo siguiente:

 

“Es importante notar que antes de ser integrante del Conjunto La Perfecta, Barry Rogers tocó con la orquesta de Joe Cotto. Una de las orquestas pioneras del uso de trombón que casi nunca se menciona comparada a la de Mon Rivera”.[19]

 

La genialidad de Mon Rivera no se limitaba como ya se mencionó antes a su rol como cantante estelar de su propia orquesta. Mon igualmente confraternizaba con los integrantes de la agrupación trabajando como compositor y arreglista. Fue quizás la mejor manera que encontró para interactuar más estrechamente con sus músicos, y su caso era excepcional, sin lugar a dudas. El compositor y periodista ‘Tite’ Curet Alonso recordó la siguiente anécdota en la que retrata a Mon Rivera como un hábil arreglista absolutamente comprometido con la causa de la música:

 

“Recuerdo muy bien una vez que Mon volvió a Puerto Rico luego de una larga ausencia, vino a tocar con su orquesta aquí. Fue tanta la emoción del viaje que los arreglos se le quedaron en el aeropuerto de San Juan y estábamos en Ponce. No encontrábamos ni que hacer, ¿Cómo remediar tamaña situación? ¿Cómo vamos a tocar allí, en Ponce? Mon cogió un lápiz y empezó a escribir los arreglos porque se los sabía de memoria. Allí pasó la tarde escribiendo papeles de música, de forma que ya cuando comenzó el baile, la orquesta tenía los papeles. El pianista era Charlie Palmieri.”[20]

 

Así como Mon Rivera fue un fiel amante de la música jíbara puertorriqueña y el exponente genial de bombas y plenas, tuvo igualmente mucho que ver con el desarrollo del mambo y de la pachanga que se escenificaron en los ambientes latinos de Nueva York.

 

En la segunda etapa de su carrera, después de la cárcel, la cual coincidió desgraciadamente con el final de su vida, participó con Willie Colón y otros músicos importantes en la escena salsera, alcanzando a reverdecer laureles con dos discos, el segundo de ellos póstumo, impulsados por el emporio salsero Fania Records y su sello filial Vaya Records, que lo confirmaron con justicia como uno de los pioneros en el movimiento de la salsa. El reconocimiento de Willie Colón y de otras personas como ‘Tite’ Curet Alonso, aunque tardío, fue merecido sin lugar a dudas.

 

Sin embargo Mon fue igualmente amante del son montuno afrocubano, especialmente de aquel estilo inconfundible que provenía de Arsenio Rodríguez, y tanto con su propia orquesta como con la orquesta de Moncho Leña, grabó algunos temas mediante los cuales le rindió tributo a la música cubana. Además fue un respetuoso cultor del merengue dominicano (al igual que Benny Moré), afición que plasmó en varias grabaciones en épocas diferentes de su carrera. Avanzó en la mezcla de merengues con samba ya que produjo un disco con el pianista boricua Carlos Suárez que contenía temas de salsa y sambarengues. Sobre Carlos Suárez quedan algunos recuerdos y anécdotas mencionados por el extraordinario cantante y aventurero Rafael ‘Chivirico’ Dávila:

 

“Yo salí en una goleta desde Puerto Rico con varios músicos, que creíamos éramos Cristóbal Colón, y hasta nos agarró un temporal donde la goleta subía y caía hasta el fondo de la ola, en el momento cuando habíamos iniciado un ensayo por iniciativa de  Carlos Suárez, el pianista, quien había encontrado dentro de la góndola un pianito. De San Thomas, pasamos a Paramaribo, después a Trinidad,  a Cayena, a San Pedro, donde un volcán se comió parte de la localidad y de allí heredó su nombre. Nos bajábamos en todas esas islas a tocar y en ese peregrinar llegue hasta el Uruguay.”[21]

 

Las peripecias de Mon Rivera en la música fueron muchas desde 1943 cuando ya era un artista conocido y con gran proyección, hasta 1978 cuando falleció prematuramente, consumido por la intensidad de su vida bohemia ciertamente desordenada. Pero después de su muerte, quizás eclipsado por el fenómeno de la salsa, gradualmente el nombre de Mon Rivera y una parte de su obra fueron quedando en un segundo plano, a lo mejor por culpa de unos medios de comunicación inmediatistas, obnubilados por estrellas pasajeras de la farándula, que dentro del boom salsero brillaron no obstante con luz propia. Pese a ello la vida y la obra de Mon Rivera no han pasado desapercibidas para miles de sus compatriotas puertorriqueños y para sus innumerables admiradores a lo largo y ancho del mundo. 34 años después de su muerte física, ya en la era de la globalización, nosotros sus seguidores no hemos permitido que su nombre y su música caigan en el olvido. Frecuentemente aparecen en las redes sociales coleccionistas y melómanos residentes en cualquier lugar del mundo que intercambian información y discos del extraordinario plenero. La obra grabada por Mon Rivera fue bastante extensa y diversa, abarcando varios de los géneros de la música latina y caribeña. Buena parte de sus grabaciones se escenificaron en la ciudad de Nueva York. Las temáticas que aparecen en sus numerosos discos abarcaban muchos aspectos de la cotidianidad humana y estaban impregnadas de amor por su tierra puertorriqueña, patriotismo y un extraordinario sentido del humor. Roberto Mercado escribió sobre Mon Rivera lo siguiente:

 

“Gracias a sus jocosas y elocuentes interpretaciones en los géneros musicales puertorriqueños de bomba y plena, Mon se ganaría definitivamente el título de “Rey del trabalenguas”, apodo por el cual será recordado eternamente. Sin embargo, inexplicablemente la importancia histórica de la obra musical de Mon Rivera ha pasado tal vez algo desapercibida ante los ojos inverosímiles del archivo cronológico sonoro.”[22]

 

Recordemos que Mon Rivera, el hijo de ‘Rate el plenero’ (Monserrate Rivera Alers), fue, como ya se escribió antes, un destacado jugador de beisbol, figurando como shortstop del equipo Los Indios de Mayagüez. Más arriba escribí que Mon Rivera durante las tres décadas que cubrió su carrera artística incursionó en muchos de los géneros y estilos de la música caribeña y de la música latina neoyorquina. Uno de estos estilos fue la pachanga. En este movimiento musical que tuvo su auge en la ciudad de Nueva York y después en América Latina desde 1958 hasta 1965 aproximadamente, Mon fue sin lugar a dudas uno de los protagonistas de primer nivel. Su aporte fue original porque, al menos con su orquesta, Mon Rivera se plantaba en la escena pachanguera latina con una sección de trombones que tocaban dentro de una tendencia completamente novedosa, la cual en su momento fue contundente y además era su marca de distinción, aquello que permitía identificar su música sin necesidad de prólogo, con sólo escuchar los primeros compases de aquellas candentes pachangas sesenteras tales como “Dolores” y “Maina” (grabadas en 1962 con la orquesta de Joe Cotto), “Pachanga con guaguancó”, “El pachanguero”, “Son de pachanga” y “Pachanga en Katanga” (grabadas con su orquesta). ‘Tite’ Curet Alonso opinaba lo siguiente sobre la faceta pachanguera de Mon:

 

“Si alguna cosa tenía Mon Rivera es que era versátil. Él podía cantar cualquier género de música tropical, caribeña. Un ejemplo de esto es cuando él estuvo en Nueva York, que llegó la época de la pachanga y como él vivía de su música, tenía que estar en todas. Entró en la pachanga como entra cualquiera, como Cortijo y como Tito Rodríguez. Como la pachanga era el ritmo de moda, Mon no se quedó atrás. Él demostró su clase de sonero y cantor con ‘El pachanguero’...”[23]

 

Las últimas sesiones de grabación de Mon Rivera ocurrieron en 1975 y se escenificaron en la ciudad de Nueva York, no obstante se originaron en Puerto Rico a donde Mon llegó al salir de la cárcel buscando rehabilitarse de sus adicciones a las drogas y al alcohol. Estas grabaciones dieron como resultado los discos “Se chavó el vecindario” y “Forever”; el primero publicado en vida del cantor por Vaya Records, filial de Fania Records y el segundo dado a conocer tras la muerte del artista en 1978. ‘Tite’ Curet Alonso escribió una completa crónica sobre los pormenores y la forma como se gestaron estas grabaciones:

 

“Después que Mon estuvo una vez ya rehabilitado de males que tenía y estaba estudiando acá en Santurce, estudiaba electricidad y refrigeración. Yo siempre me lo encontraba y le decía: ‘Mon, ¿qué es lo que tú haces aquí estudiando refrigeración?’ Me decía: ‘Bueno, mijo, hay que estar en todas’. (Eso era en la Calle de Diego, esquina Roosevelt, en Puerto Nuevo). Y le dije: ‘Tú como que estás un poco viejito para ponerte a ser estudiante ahora. No hagamos broma de estudiante, Mon, por favor, que ya estamos viejos’... Franklin Hernández y yo le conseguimos a Mon un contrato para que volviera a grabar. Esta vez fue con la Fania. Imagínense en el apogeo, en el llamado ‘coming up’ de Willie Colón, pues se unió Willie con Mon Rivera. Fue un gran éxito. Todavía el disco se sigue vendiendo como si hubiera salido ayer.”[24]

 

Refiriéndose al tema “Ya llegó”, una composición que hacía alusión a la vida real de Mon como persona y como músico, escrita por el cantautor Felito Félix, ‘Tite’ Curet Alonso comentó lo siguiente:

“La sección de ritmo se lució, ahí estaba Mon en el güiro, Kako (Francisco Bastar) tocaba los timbales, quintiaba, un conguero llamado Milton Cardona y José Mangual en el bongó. El coro es muy honroso, es muy difícil tener un coro donde esté Rubén Blades, Willie Colón, Héctor Lavoe y Fe Cortijo; ésas son personas que hacen de ese coro algo ilustre. En el piano estaba Papo Lucca, también algo fuera de serie, y los arreglos que eran de Mon Rivera, Willie Colón y el maestro Jorge Millet (…), tenía en el trombón al brasilero José Rodrigues, Ed Byrne, Lewis Kahn y también a Willie Colón haciendo los solos.”[25] 

 

‘Tite’ Curet Alonso, hablando de la sesión de grabación que condujo a la producción del disco “Se chavó el vecindario”, acotó lo siguiente:

 

“El trabajo fue monumental. Aquí hay un tema que son plenas del papá de Mon y que él les decía el ‘Mosaico número dos’ que Mon las cantaba en honor a su padre, el viejo Mon Rivera Alers. (El mosaico es la mezcla de dos canciones, en este caso ‘El gallo espuelérico’ y ‘Juana Morales’): Yo tenía un gallo espuelérico… En el palo de pana vive Juana Morales…”[26]

 

Curet Alonso llama la atención sobre un aspecto que se constituyó en prenda de garantía para el triunfo artístico de Mon Rivera, fue el apoyo de su padre. Él no solamente contribuyó a su formación musical sino que además le dio varias de sus composiciones:

 

“Muchas de estas plenas como ‘Carbón de palito’ y ‘Aló ¿quién ñama?’, fueron escritas por el padre de Mon Rivera, el famoso viejo Mon, Ramón Rivera Alers, un empleado de mantenimiento del Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez (hoy Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez); quien en su juventud siempre fue plenero de pandereta y cantaba plenas en las esquinas de Mayagüez. En ese tiempo la plena era noticia, la letra va contando acontecimientos pueblerinos, para que la gente se enterara. El padre de Mon las llevaba al ritmo de la plena y se paraba en la esquina con pandereta. Yo lo vi una vez allá en Mayagüez, servía como de juglar, como si fuera un periodista musical y rítmico. Sobre esos trabalenguas, dicen…, son originales de Mayagüez, de un barrio que le dicen Colombia; fue de donde Mon también capitalizó en el mundo de la plena y con el cual se ganó la admiración de muchos.”[27]

 

Carbón de palito

 

(Coro)

Carbón, carbón, carbón de palito,

Carbón, carbón. . .

 

A las cinco de la mañana

Salen los carboneros  

Del barrio de La Quinta,

Cruzan por Balboa

Suben por la Méndez Vigo

Cruzan Camino Nuevo

Van a Dulces Labios,

Cruzan a Pueblo Nuevo,

Van a La Concordia

Y andan to’ el pueblo entero.

 

Van a Barcelona,

Suben por La Palmita,

Cruzan por la plaza

Suben a Buena Vista,

Cruzan Camino Nuevo

Van hasta Colombia (el barrio)

Van a La Concordia

Y andan el pueblo entero.

 

(Coro)

Carbón, carbón, carbón de palito,

Carbón, carbón…

 

Algo interesante de las composiciones del padre de Mon es que este último les hizo arreglos modernos para plena orquestada con trombones, contrabajo, piano y sección rítmica completa, internacionalizando dicho género musical puertorriqueño de Mayagüez y Ponce y sacándolo del ámbito de lo folklórico y doméstico a los escenarios del mundo.

 

En relación con el nombre del padre de Mon Rivera hay discrepancias entre los diferentes autores que se han ocupado de sus datos biográficos. Últimamente se ha sabido que en verdad se llamaba Monserrate Rivera Alers y no Ramón como habitualmente se escribe. Parece que el apodo con el que coloquialmente lo conocían en Mayagüez en las décadas del treinta y cuarenta era ‘Rate el plenero’. ‘Rate’ es la terminación de Monserrate. Suponemos que sus amigos igualmente lo llamaban Mon, apócope de su nombre: Monserrate. No está claro desde cuándo le comenzaron a decir ‘Ramón’ Rivera Alers. En este caso Mon sería la sección final de este último nombre. Lo que se sabe con mayor certeza es que su hijo, cantante y músico (de nombre real Efraín Rivera Castillo), heredó no solamente la vena musical y las composiciones de su padre, sino uno de sus apodos. Un aporte de ‘Tite’ Curet Alonso al referirse a Mon Rivera es el que tiene que ver con sus cualidades como intérprete y con su voz particular de plenero único e irrepetible:

 

“No volverá a haber un cantante como él en el aspecto de la plena. Su voz daba la impresión de un audiovisual, como que uno veía las cosas que él estaba diciendo. Son pocos los cantantes que lo logran, podrán tener voces más lindas, podrán tener quizás más fama, pero más realidad plenera que Mon Rivera únicamente otro Rivera, Ismael Rivera, porque son los dos máximos en eso.”[28] 

 

 

 

Marco Katz    (Fotografía, colección de Jairo Grijalba Ruiz)

 

        

ALGUNAS GRABACIONES DE MON RIVERA

 

Gregory ‘Goyo Pappas (en las liner notes de la reedición para formato de CD del disco “Se chavó el vecindario”) escribió una breve y concisa crónica relacionada con las sesiones de grabación del disco “Que gente averiguá”. Este fue al parecer el primer disco en el que Mon se acompañó con su propia orquesta. Pese a ello sobre ese asunto hay discrepancias ya que Al Santiago (el productor del disco y director de la grabación) ha escrito que el trabajo se produjo con una orquesta de estudio (ciertamente dirigida por Mon Rivera), pero conformada para la ocasión. Esto no significa que Mon no tuviera ya su orquesta desde antes de la grabación; simplemente lo que indica es que no usó para la grabación a ninguno de sus habituales músicos, quizás con la excepción de Barry Rogers, con quien Mon trabajaba desde finales de los cincuentas especialmente en actuaciones en los clubes neoyorquinos del ámbito latino, judío e italiano, que fueron quienes más apoyaron al original plenero.

 

En seguida la crónica aludida:

 

“La carrera del compositor y cantante Efraín ‘Mon’ Rivera fue revitalizada en 1975 con el lanzamiento del disco “Se chavó el vecindario” que grabó con Willie Colón. Problemas personales, entre ellos su adicción a las sustancias controladas, lo habían ausentado de los estudios de grabación y de las tarimas populares, pero mencionar en aquellos días el nombre de Mon Rivera era aludir a uno de los intérpretes más visionarios e ingeniosos de la música afroantillana. Y así lo había demostrado casi quince años antes con la producción del acetato “Que gente averiguá”, realizada entre 1961 y 1962 –según los créditos del elepé original- para el sello Alegre de Al Santiago. Mon, cuya trayectoria despegó a mediados de la década del 50 en su Mayagüez natal con el Dúo Huasteco y después en Nueva York con las orquestas de Moncho Leña y Joe Cotto, fue el pionero de la ‘trombanga’ o conjunto de trombones. No fue La Perfecta de Eddie Palmieri, ya que en sus inicios ésta combinó los trombones y las trompetas. La trombanga de Mon, integrada por trombonistas como Antonio Castro, Joe Orange y Steve Pulliam, motivó a Palmieri a enfocarse en los trombones e inspiró la creación de otras bandas, como la de Willie Colón y la Orquesta Narváez. “Que gente averiguá”, título que alude a las personas que se entremeten en los asuntos de sus semejantes, es uno de los grandes clásicos de la etapa previa a la salsa. Aunque Mon era un virtuoso de la plena, periódico oral de los barrios populares, en “Que gente averiguá” se convierte en el pionero de las fusiones del irresistible ritmo autóctono de la ‘Isla del Encanto’ con otros géneros como la pachanga, el guaguancó, el mambo y el merengue. En esta grabación se puede apreciar el talento de Mon en la interpretación del güiro; su facilidad para el ‘trabalenguas’ (frases entonadas con rapidez, humor y rima) y sobre todo sus conceptos musicales para los trombones, en descargas o moñas y en mambos en contrapuntos o a dos melodías. Su aportación al mambo jazz también es evidente en ‘Lluvia con nieve’. Mon Rivera también aportó a la narrativa salsera al recrear las historias de la urbanidad. Por ejemplo, en ‘Monina’ le canta al tipo que, sin dinero, ordena unos tragos en una cantina y termina limpiando los vasos, y en ‘En casa de Pepe’ presenta la crónica de los tipos que, sin ser invitados, irrumpen en una fiesta a pretender a las hijas del anfitrión, provocando una trifulca. El humor negro y el doble sentido, tan en boga durante la década del 60, es otro género que Mon manejó con sapiencia, como se aprecia en ‘La cuca’, el relato de la nena de Ramonita que fue a la bodega de Machuca a comprar una cuca (una galleta dulce) y regresó llorando a su casa porque una ganga de ‘teenagers’ o adolescentes ‘la cuca me la comieron’, en una alusión implícita a una violación. En una entrevista para el libro “Cada cabeza es un mundo: relatos e historias de Héctor Lavoe”, Willie Colón nos dijo que descubrió a Mon gracias a su interpretación de ‘Dolores, La Pachanguera’ con Joe Cotto. Willie forjó su estilo con la influencia de la ‘trombanga’ de Mon y en 1975, cuando se consolidaba como el productor mejor cotizado de la salsa, le reciprocó su admiración y respeto con la producción “Se chavó el vecindario”. El álbum fue un suceso, tanto así que posteriormente propició la reedición de “Que gente averiguá” con una carátula diferente y el nuevo título “Mon y sus trombones”. Sudamérica, el Caribe y las comunidades hispanas de Estados Unidos se rindieron a sus pies, pero Efraín ‘Mon’ Rivera no pudo con tanto trabajo y en marzo de 1978 falleció en Manhattan de un ataque cardiaco. Ese año, como un tributo póstumo, Vaya Records lanzó el álbum “Forever”, el que consistió de varios estrenos y de temas inéditos de la sesión “Se chavó el vecindario”.

 

Gregory ‘Goyo Pappas hizo un relato pormenorizado de las circunstancias en las cuales Mon Rivera realizó sus últimas grabaciones en la ciudad de Nueva York durante el año 1975. Complementando las revelaciones de Tite Curet Alonso, quien también estuvo detrás del contrato que ligó a Mon con la casa disquera Fania Records, Pappas escribió lo que sigue:

 

“Efraín ‘Mon’ Rivera Castillo fue un director de orquesta, compositor, multi-instrumentalista y cantante que surgió de una familia de músicos en Mayagüez, Puerto Rico. A una temprana edad, aprendió de su padre la música que eventualmente lo consagraría como uno de los artistas más importantes en popularizar y modernizar la plena, un género folklórico nacido en las regiones costeñas de Puerto Rico. Durante los años 40’s, Mon fue cantante de varias bandas locales. Un poco después, ingresó al grupo de Moncho Leña, con quien se mudó a Nueva York en 1953, donde luego actuaría con la orquesta de José Curbelo. A principios de los 60’s, Mon formó su propia banda y fue el primero en crear el impactante sonido de trombones que revolucionaría la escena salsosa de los 60’s y 70’s. Mon continuó grabando y tocando con su banda durante los años 60’s, pero a principios de los 70’s, su popularidad comenzó a decaer, junto con su salud. Debido a sus problemas con las drogas, Mon regresó a Puerto Rico. El productor y coleccionista de discos Rafael Viera rescató a su amigo Mon, a quien respeta ‘como uno de los músicos más completos que conocí en mi vida’, y en 1974 contactó a la Fania para que le dieran un nuevo proyecto. Es así como renació la carrera de Mon, dado que esta grabación se llevó a cabo durante la explosión de la salsa. Willie Colón juntó a algunos de los mejores músicos de la disquera para grabar “There goes the neighborhood”, incluyendo al percusionista Kako en timbales y quinto, el trombonista brasileño José Rodrigues (conocido por su trabajo con Eddie Palmieri), el trombonista judío Lewis Khan (de la banda de Larry Harlow) y algunos músicos del grupo de Willie, como el conguero Milton Cardona y el bongosero José Mangual. Cuenta Viera que la mancuerna con Willie Colón fue algo natural, dado que Willie estaba en el apogeo de su carrera, explorando las posibilidades del sonido de trombones que el mismo Mon había creado. De esta manera, Colón le rindió tributo a uno de sus héroes musicales. El arte de portada del disco fue realizado por Ron Levine, que ya era famoso por su trabajo en varios clásicos salseros. En la carátula vemos a Colón y Rivera en medio de un vecindario poblado de artistas famosos y algunos personajes ficticios. “There goes the neighborhood” le dio a Mon el reconocimiento internacional que se merecía y es considerado como un disco clásico de bomba y plena, los dos géneros principales de música popular afro en Puerto Rico. La bomba tiene profundas raíces africanas, dado que floreció entre los esclavos que trabajaban en las plantaciones del azúcar durante siglo 18. Tradicionalmente, este ritmo se interpreta con tambores en forma de barril, aunque después fueron incorporados instrumentos de viento y congas. Tanto ‘Pena de amor’, compuesta por Tite Curet Alonso, como ‘Baila mi bomba’ son bombas. Por otro lado, se dice que la plena surgió como el equivalente musical de un periódico de barrio. Mon fue un excelente compositor de canciones que hablaban de la vida cotidiana, y la plena es uno de los ingredientes principales de este disco. Algunos de estos temas fueron éxitos a través de Latinoamérica. ‘Julia Lee’ cuenta la historia de un personaje negro en las calles de San Juan. Los dos ‘Mosaicos’ incluyen canciones famosas de Mon como ‘Qué será’ y ‘Askarakatiskis’. Uno de los compositores más prolíficos de la salsa, Curet Alonso contribuyó con los temas ‘La humanidad’ y ‘Tinguilikitín’. ‘Ya llegó’ es una canción autobiográfica compuesta para Mon por el cantante Felito Félix. Escuchen la proeza vocal de Mon en este disco y entenderán por qué lo llamaban ‘El rey del trabalenguas’, un talento que aprendió de su padre. El reconocimiento de la obra de Mon motivó la reedición de sus primeros discos, pero “There goes the neighborhood” es imprescindible para cualquier discografía esencial de música latina…”

 

Finalmente resulta de interés decir que el disco que Mon Rivera realizó con José ‘Cholo’ Ortiz, (“Mon Rivera y El Cholo y su combo”), lo hizo en Venezuela para el sello Velvet, con la orquesta del fallecido pianista peruano. Este disco se produjo en 1970.

 

 

Nota sobre el autor

 

Jairo Grijalba Ruiz, nació en Popayán, Colombia, el 14 de noviembre de 1962, es antropólogo, periodista cultural, historiador musical y melómano. Entre los años 1978 a 1992 y 1999 a 2010 estuvo dedicado a la radio, como director y presentador de varios espacios musicales especializados en jazz, blues y música latina. Durante el año 2009 produjo y presentó su propio programa de televisión, “La hora del jazz”. Ha escrito una serie de artículos sobre música popular publicados en prestigiosas revistas de su país y del exterior. Igualmente a lo largo de varias décadas ha estado ligado a diversos procesos de difusión y desarrollo del jazz en Colombia. Ejerció la cátedra universitaria en instituciones educativas de su ciudad natal entre los años 1994 y 2005. En el año 2011 escribió el libro “Edy Martínez el hombre del piano”. Actualmente prepara el libro “Arsenio Rodríguez el profeta de la música afrocubana”, además está participando en un proyecto, en asocio con otros autores, para escribir la historia de la salsa en Bogotá, financiado por la alcaldía de esa ciudad, promovido por el escritor Mario Jursich Durán, director de la revista El Malpensante.

 

 

Agradecimientos

 

Expreso mi gratitud al maestro Marco Katz por su colaboración para la realización de este perfil sobre Mon Rivera, a su esposa Betsy Boone, y a David Cantrell (de Tucson, Arizona) por su generoso aporte discográfico. Igualmente quiero manifestarles mi gratitud a los amigos Eduardo Roa Muñoz y Diego Luis Velásquez del programa radial “El show de la música antillana” quienes nos acogieron con su habitual camaradería.

 


 

 

 

 

 

 

GALERIA DISCOGRAFICA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Ver: “Mon Rivera, un subestimado genio de nuestro folklore afrocaribeño”, escrito por: Roberto Mercado. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[2] Ver: “Al Santiago, un productor con visión para la música latina”. Escrito por John Child. Traducción al español de Walter Magaña. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico, edición de diciembre 2006-enero 2007.

 

[3] Ver: “Columna: El otro lado del CD”. Escrita por Al Santiago. Traducción al español de Ernesto Alamilla. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico, edición de diciembre 2006-enero del 2007.

 

[4] Ver: “Mon Rivera, un subestimado genio de nuestro folklore afrocaribeño”, escrito por: Roberto Mercado. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[5] Ver: “Mon Rivera, un subestimado genio de nuestro folklore afrocaribeño”, escrito por: Roberto Mercado. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico).

 

[6] Ver: “Tributo a Héctor Rivera, una entrevista para la posteridad”, escrito por: Néstor E. Gómez. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico, edición de febrero – marzo del 2006.

 

[7] Ver: “Mon Rivera: su memoria en plena.” Escrito por Tite Curet Alonso. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[8] Ver: Tite Curet Alonso, obra citada.

 

[9] Ver: “Sabor a beisbol: el deporte rey en el cancionero salsero”. Por: Roberto Mercado. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[10] Ver: “Sabor a beisbol: el deporte rey en el cancionero salsero”. Por: Roberto Mercado. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[11] Ver: “Mon Rivera: su memoria en plena.” Escrito por ‘Tite’ Curet Alonso. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[12] Ver: “Liner note”s de “Mon Rivera Forever” el disco póstumo de Mon Rivera, Vaya Records, JMVS-75, SERIES 0698, NYC, 1978. 

 

[13] Ver: “Mon Rivera, un subestimado genio de nuestro folklore afrocaribeño”, escrito por: Roberto Mercado. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[14] Ver: “Sabor a beisbol: el deporte rey en el cancionero salsero”. Por: Roberto Mercado. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[15] El parque hogar de los Indios de Mayagüez. Nota del autor.

 

[16] Artie Wilson, estelar jugador de las Ligas Negras. Nota del autor.

 

[17] Ver: “En casa de El Malo”. Escrito por Mimi Ortiz Martin. Publicado originalmente por el periódico El Nuevo Día de San Juan, Puerto Rico en agosto del 2006; reproducido por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico, edición de septiembre 2006 - enero 2007.

 

[18] Ver: Mimi Ortiz Martin, obra citada.

 

[19] Ver: “Columna: El otro lado del CD”. Escrita por Al Santiago. Traducción al español de Ernesto Alamilla. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico, edición de diciembre 2006 - enero del 2007.

 

[20] Ver: “Mon Rivera: su memoria en plena.” Escrito por Tite Curet Alonso. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[21] Ver: “Entrevista a Chivirico Dávila, el cantante aventurero”. Escrito por Rafael Quintero. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico, edición de octubre del 2004.

 

[22] Ver “Mon Rivera, un subestimado genio de nuestro folklore afrocaribeño”, escrito por: Roberto Mercado. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[23] Ver: “Mon Rivera: su memoria en plena.” Escrito por Tite Curet Alonso. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[24] Ver: Tite Curet Alonso, obra citada.

 

[25] Ver: “Mon Rivera: su memoria en plena.” Escrito por Tite Curet Alonso. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

[26] Ver: Tite Curet Alonso, obra citada.

 

[27] Ver: Tite Curet Alonso, opus cit.

 

[28] Ver: “Mon Rivera: su memoria en plena.” Escrito por Tite Curet Alonso. Publicado por el portal web Herencia Latina de San Juan, Puerto Rico.

 

 

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Herencia Latina

 

Edición Final de Año

 

2012-2013