Con la música en las venas

Arturo O'Farrill, director de la Orquesta de Jazz Afrolatino, se ha impuesto una misión: probarle al mundo que “la herencia latina es lo más bello de la música”.

 

Por Gloria Ruiz Kuilan

gruiz@elnuevodia.com

Tomado del Nuevo Día

San Juan, Puerto Rico

 

El bajo, la percusión y el piano comienzan la pieza a un ritmo sereno, pero que promete una explosión de sabor y sustancia. Se le une el trombón de Reynaldo Jorge, luego le sigue la trompeta de Michael Rodríguez.

Después que cada uno demuestra sus dotes en sus respectivos instrumentos, y sin prisa alguna, arranca el swing por doquier y la música potente de toda la Orquesta de Jazz Afro-Latino, dirigida y creada en el 2002 por Arturo O'Farrill.

 

El resto de la pieza se encarga de subrayar el poderío de la orquesta. Así es ‘Caravan’, el número de apertura del disco compacto ‘A Song for Chico’, de O'Farrill. La pieza la hizo famosa en la década del 50 la orquesta de Duke Ellington, la composición es del boricua Juan Tizol.

 

 

 

El trabajo mío es este: dar chance a otros y crear música. Yo no tengo ego”.

Arturo O'Farrill, director de orquestas

 

 

 

O'Farrill compuso y arregló tres de los ocho temas del disco. Imparte un sabor excepcional al tema ‘Cuban Blues’, que está repleto de lo que él llama “tumbao” y que fue inspirado en la directora y fundadora del Ballet Hispano, Tina Ramírez. Logra capturar el estilo de su fenecido padre, Chico O'Farrill, uno de los arquitectos del jazz afrocubano con su Orquesta de Jazz Afro Cubano, que ahora también dirige su hijo.

O'Farrill se desenvuelve de manera magistral como líder y músico. Esa perfecta simbiosis tiene su raíz en su filosofía.

 

“Todo lo que yo hago va a tener mi dirección. El trabajo mío es este: dar chance a otros y crear música. Yo no tengo ego. Te digo la verdad. Yo escribo, yo toco y estoy muy feliz compartiendo esto. Pero la misión más grande es llevar esta música al mundo, que todo el mundo entienda que la herencia latina es lo más bello de la música”.

 

El músico y catedrático, nacido en México pero criado en Nueva York, estuvo en Puerto Rico cinco días promocionando ‘A Song for Chico’, su quinta producción y en la que regresa al germen del “big band”, que considera “la orquesta sinfónica de los latinos”. Y es que O'Farrill tiene los pies en la tierra respecto a los precursores de este género. Combina la innovación y el pasado, y por eso tiene muy presente una frase de Puente: “la música es cooperación”.

 

“Si eres artista, de lo que sea, tienes que tener tres direcciones: de lo que ha pasado, lo que haces ahora y lo que quisieras para el futuro. Para mí, el artista completo tiene esos tres elementos. Oye, sin Tito Puente, Chico O'Farrill, Machito, Tito Rodríguez, René Hernández, Ray Santos... no hay nada”, dice O'Farrill sin pretensiones, aunque podría tenerlas por haber trabajado con grandes como Dizzy Gillespie, Wynton Marsalis y Harry Belafonte.

 

Y pensando en ese futuro es que asegura que el norte del jazz está en la música latinoamericana. El jazz afrolatino -el mismo del que su padre fue precursor en las décadas del 40 y 50- está muy vivo, dice. “No está olvidado. La nueva generación de músicos está muy pendiente. Lo que pasa es que no hay reconocimiento institucional o corporativo”.

 

Con esto en mente, O'Farrill mantiene una fundación de jazz afrolatino. “Siempre me imagino que hay un joven aquí en Ponce, en Cali, en Juárez, en Montevideo que es un genio y tenemos que ayudar a ese genio a tener el chance de desarrollar su talento”.

 

“Yo pienso como mi papá, que (decía:) ‘hasta la muerte yo soy estudiante’ de lo folklórico, clásico, europeo, jazz y hasta el día que termine esta vida voy a ser estudiante. Yo sé que los músicos más finos del mundo siempre piensan ‘cómo puedo mejorar esto’.