60 Años de la muerte de Chano Pozo

 

Por Néstor Emiro Gómez Ramos

Miembro Fundador de Herencia latina

Ciudad de Nueva York.

Diciembre 2008

 

 

 

 

 

     Se cumplen este 2 de Diciembre de 2008, 60 años de la muerte trágica del gran percusionista cubano Luciano “Chano” Pozo González, hoy conocido como «el Tambor de Cuba». Por ese motivo y en razón de que hemos encontrado referencias sobre este episodio histórico que apuntan hacia una falta de claridad en torno a los motivos reales y a la forma como sucedieron los hechos, nos pusimos en la valiosa tarea de investigar en los distintos periódicos de la época —y que cubrieron el lamentable episodio—, para confrontar con los datos allí publicados, las más recientes versiones que señalan que hay mucha confusión en cuanto a la forma como se ha informado se produjeron los hechos.

 

Esperamos que con este servicio especial que brinda la revista virtual Herencia Latina a todos nuestros lectores, estemos ofreciendo una valiosa herramienta para contribuir a despejar las dudas y acabar con las especulaciones al respecto.

 

En esta búsqueda indagamos en los periódicos publicados en inglés de la ciudad de Nueva York como los son: The New York Post, The Daily News, The Daily Mirror, The New York Times y no encontramos la más mínima referencia que registraran el hecho. También exploramos los periódicos hispanos: El Diario de Nueva York y La Prensa, donde pudimos conseguir la información que compartimos con ustedes, y que presentamos tal como fue publicada inmediatamente después de ocurrido el lamentable in suceso.

 

También hemos querido presentar dos de algunos de los puntos de vista consignados en publicaciones las cuales consideran que no ha habido suficiente claridad en la información.

 

Tienen los lectores, entonces, la oportunidad de comparar las opiniones de los dos artículos cuyos apartes correspondientes citamos a continuación,  con la noticia transcrita,  exactamente como  apareció tanto en El Diario De Nueva York como en la Prensa.

 

He aquí los apartes del artículo en la que se hace mención de la muerte de Chano Pozo escrito por Ciro Bianchi Ross y publicado el 25 de Agosto de 2003 en el periódico virtual Juventud Rebelde:

 

“Nunca se puso en claro la causa de su muerte. ¿Deudas? ¿Drogas? ¿Cuestiones religiosas? ¿Machismo? El caso es que Eusebio Muñoz un individuo al que apodaban El Cabo, le partió el corazón en Harlem. Fue en 1948, la víspera de Santa Bárbara, su ángel de la guardia.

 

15 DÓLARES

 

—Lo mató una riña entre hombres

 

—Miguelito Valdés se encogió de hombros e hizo un gesto despectivo con la mano. Miró hacia el féretro gris donde Chano parecía que aún soñaba con su entrada por la puerta grande en el mundo artístico norteamericano. Y concluyó: — ¿Para qué averiguarlo?

 

Caridad Martínez, la mujer de Chano, aseguró al periodista Omar E. Llep, que investigó sobre el asesinato del músico: —Ese día Chano salió de la casa más alegre que nunca. Solo pensaba en su próximo debut en el Strand. Me habló sobre el incidente con El Cabito, pero sin darle importancia. Son inciertas sus declaraciones de que Chano quiso robarle 15 dólares...

 

Lo cierto es que Chano entregó ese dinero a El Cabito para un encargo y como El Cabito no cumplió Chano se lo reclamó en forma violenta y hasta llegó a abofetearlo en público. Chano no era hombre a quien le importaran 15 dólares. Los amigos intercedieron y El Cabito se mostró dispuesto a olvidar el asunto si Chano reparaba la ofensa. Pero la reconciliación no se produjo.

 

—La verdad del caso

 

—Dijo Caridad Martínez a Llep— es que a El Cabito le dieron “máquina” para que actuará como actuó.

 

EL CRIMEN

 

Chano insertó una moneda de cinco centavos en la ranura de la victrola. El disco descendió sobre el plato giratorio y del surco negro en espiral comenzaron a brotar los ritmos iniciales —trompeta y bongó— de una música semisalvaje. El café Río, de Harlem, se fue llenando del repique furioso de los cueros que tejen pespuntes sobre la melodía de Manteca. Chano se quedó inmóvil un instante, con los ojos fijos en el plato negro, mirando embebido cómo se enroscaba la aguja mágica que iba traduciendo en sonidos los compases de su última composición, de su Manteca, el be-bop triunfal que lo había instalado en el pináculo de la fama vernácula neoyorquina. Los dedos le temblaron y Chano alargó las manos como si buscara inconsciente, automáticamente los cueros que nadie como él sonaba, y el curveante ritmo del be-bop se le metió en el cuerpo. Las caderas le contonearon, los ojos se le llenaron de destellos y comenzó a bailar solo, solo física y mentalmente...

 

La puerta de cristal del café Río se abrió sigilosamente. Tan furtivamente quiso penetrar el que llegaba que ni siquiera se valió de las manos, hundidas en el fondo de los bolsillos del abrigo. Proyectó la punta del zapato entre el marco y la hoja de la puerta, encorvó la rodilla y empujó... Por la abertura se escaparon hasta la acera de enfrente de la avenida Lenox las notas del montuno de Manteca.

 

Era Eusebio Muñoz, El Cabito.

 

Con las manos aún en los bolsillos del abrigo, El Cabito se afincó en el piso, buscó un claro por entre los circundantes y cuando Chano, en uno de los giros de la danza, le presentó el pecho, sacó la diestra y la alzó a la altura de los ojos.

 

Sonó un disparo y Chano se desplomó, cortado el baile por un tajo brutal, con el corazón partido por el balazo. Eusebio Muñoz, lívido el rostro todavía y apretados todavía los labios, dio varios pasos al frente, se aproximó al cuerpo inmóvil de Chano, lo miró durante un segundo y sin pronunciar palabra volvió a descargar la pistola una, dos, seis veces sobre el bongosero y compositor, inerte en un charco de sangre.

 

En la victrola, la aguja seguía enroscándose en la traducción mecánica de los compases postreros de «Manteca.» (Aquí se termina la cita)

 

 

Por su parte en la introducción que hace José Luis Estrada en una entrevista a Ileana Rodríguez,  realizadora del documental  “Chano Pozo la Leyenda Negra”, apunta lo siguiente:

 

“Era el 3 de diciembre de 1948, víspera de Santa Bárbara, y el increíble Chano Pozo, sin darle mucha importancia al altercado que había tenido con el puertorriqueño Eusebio Muñoz, El Cabito, se dirigió al café Río, de Harlem. Como de costumbre, se encaminó hasta la vitrola y eligió Manteca, el tema suyo que no paraba de sonar en la radio. Las melodías inconfundibles de la trompeta de Gillespie y el repicar sin igual de los cueros del bongó de Chano se fundieron para elevar al popular bebop a la cúspide del arte, e inundar el lugar. Y Chano, hijo de Shangó, rompió a bailar como lo que era: el rumbero mayor. La danza, pura alegoría a la vida, terminó en muerte cuando El Cabito, con la pistola humeante en la mano, lo vio caer rotundo en el suelo.

 

«Es cierto que la historia de la muerte de Luciano Pozo González —Chano— tenía todos los ingredientes para que llegara hasta nuestros días, sin embargo, eso es lo que más ha trascendido, cuando por su aportes a la música cubana y universal se ganó un sitio de privilegio», comenta a Juventud Rebelde la realizadora Ileana Rodríguez Pelegrín al ser interrogada sobre los motivos que la impulsaron a dirigir el documental Chano Pozo, la leyenda negra, ganador del premio Cubadisco 2007.”

 

Pero en la edición del sábado 4 de diciembre de 1948 del periódico El Diario de Nueva York se puede leer lo siguiente:

 

Chano Pozo, el músico afrocubano, fue muerto a tiros en el barrio Harlem

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La policía, que detuvo al matador, trata de averiguar el móvil que originó la tragedia ocurrida en el bar “El Río”.

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     Luciano Pozo, más conocido en el mundo de la farándula por el nombre artístico de “Chano Pozo” y uno de los representativos más destacados de la música afrocubana resultó abatido la noche anterior de seis certeros balazos que le fueron hechos por otro cubano, Eusebio Muñoz, en el interior del bar “El Río” situado en la calle 111 esquina a Lenox, en el barrio de Harlem.

 

      Según la versión de la policía, “Chano Pozo” se encontraba en el citado bar y cuando se disponía  a poner un disco en la vitrola, el de su último hit musical, recientemente grabado intitulado “Manteca”, se presentó de improviso Muñoz, generalmente conocido como “El Cabito” y le hizo los disparos que le ocasionaron la muerte.

 

       Son varias las opiniones sobre el móvil del suceso, pero las que más parecen ajustarse a la verdad es la que se refiere a la existencia de una mujer por la cual tuvieron un disgusto los protagonistas, y la otra a una diferencia habida entre “Chano Pozo”  y Muñoz, por causa de la compra de cierto producto que el primero y un amigo de él, le hicieron a Muñoz y después se negaron a pagar.

 

        Realizó la captura del matador el policía Martín Duffi, quien se hallaba de posta cerca de la cantina en donde ocurrió la sangrienta tragedia, que priva al mundo musical de uno de los más típicos exponentes de la música afrocubana.

 

ANTECENTES ARTISTICOS

 

        Chano Pozo nació en el Barrio de Pueblo Nuevo, de la Habana, Cuba, producto del pueblo, desde niño sintió la música, como si sus antecesores africanos, le hubieran puesto la emoción y la inspiración musical de la selva. Era muy querido por todos y admirado por su arte y su maestría con el bongó, que era parte de él como un vibrante y hermoso juguete.

 

         Su primer número fue “Blen Blen”, el cual le hizo los arreglos Anselmo Sacasas, de la orquesta Casino de la Playa, de la cual era administrador y cantante Miguelito Valdés.

 

         Después ha escrito “Nague”, “Son los dandies”, “Ariñara”, “Anana”, “Boroco”, “Tinde”, “Muna san finba”, “Un cabito” y como otras cien más.

 

          Vino a los EE.UU. en 1946. Trabajó en clubes nocturnos y teatros.

 

         Su último número el número, el más popular que hay de rumba “Be-bop”, que grabó con la orquesta de Dizzy Gillespie.

 

MIGUELITO VALDES

 

          “Para mí ha sido un dolor muy grande enterarme de la muerte de Chano Pozo. Fue mi amigo bongosero y compañero de toda la vida. Era un gran valor artístico. Anoche llamé a Cuba para dar la triste nueva y estoy haciendo los arreglos para enviar su cadáver a la Habana”, nos dijo emocionado el gran cantante y director de orquesta cubano, Miguelíto Valdés.

 

           Chano Pozo era único en su arte, su bongó cantaba y una de sus más grandes admiradoras era Lena Horne,  la famosa cantante de la raza negra, que iba al lugar en donde Chano tocaba con Gillespie para observar al famoso “negrito”, con su contagiosa alegría, su mímica inigualable y sus manos mágicas que hacían cantar y llorar al bongó con sus ritmos de selva africana.

 

           El otro policía que realizó el arresto con Duffy, fue Joseph Nardoza. Informa que el nombre de la esposa de Pozo es Caridad Martínez, del 127 Oeste, calle 111.

 

          Muñoz se halla detenido en la prisión municipal, sin fianza, como es costumbre en estos casos y su juicio se ventilará ante el Gran Jurado.

 

Hasta aquí la noticia del periódico El Diario de Nueva York. Y  en el periódico La Prensa en su edición del sábado 4 de diciembre de 1948, se registra la noticia de la siguiente manera:

 

EUSEBIO MUÑOZ DETENIDO EN RELACION CON LA MUERTE DE LUCIANO POZO G. AQUI

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   Eusebio Muñoz de 35 años de edad, vecino del No 1079 Kelly  St. Bronx, y a  quien se ha detenido en relación con la muerte de Luciano Pozo González, con domicilio en el 127 West 111 St., declaró ayer a las autoridades que éste lo había hecho víctima de un robo, según informes recogidos por un reportero de este diario.

 

Muerto a balazos

 

Dice el expediente policíaco, que Pozo González fue agredido a balazos en la noche del jueves, a eso de las 10:15, cuando se hallaba hablando con unas jóvenes  en el “Río Bar Grill”. Situado en el 25 de Lemox Ave.

 

En el lugar había numerosos otros parroquianos a la sazón. Sonaron cinco o seis balazos y Luciano cayó mortalmente herido en el pecho, produciéndose en el recinto la consiguiente confusión.

 

Muñoz fue conducido posteriormente al precinto de la policía de la calle 123 Oeste, donde se le tomaron las primeras declaraciones.

 

El herido en estado sangriento fue conducido al Sydenham Hospital, a donde llegó ya cadáver.

 

De la investigación de los hechos se ha encargado al fiscal James Yeargin, quien ayer tomó declaraciones a varios testigos presénciales y volvió a interrogar a Muñoz.

 

 

 Hasta ahí la noticia del periódico de Nueva York, La Prensa. Ahora bien, en un video documental en homenaje a Chano Pozo, aparece una persona que dice haber estado presente  en el momento en que el cabito le disparó a Luciano Pozo. En su narración anota cosas tan importantes como la de haber visto cuando el Cabito le entregó el dinero a Chano Pozo para que le consiguiera “La Manteca” (heroína), encontrarse en la misma mesa donde estaba sentado Chano al momento de la llegada del cabito y escuchar las palabras que se cruzaron ambos antes de los disparos. Hemos tratado de reproducir esas declaraciones del video y aquí están.

 

 

 

 

VIDEO

 

 

 

El tercero de izq. a der.  es  Eusebio Muñoz, " Cabito", el asesino de Chano Pozo, a su lado  Monguito Iquian “El Único”.

 

Ciudad de México para medidos de los  años 50’s.

Foto de los archivos de ©Jaime Jaramillo.

 

Miguelito Valdés junto al cadáver de Chano Pozo.

Miguelito fue quien conveció a Chano a ir a Nueva York y fue quien llevó su cadaver a Cuba.

Foto de la Revista www.lajiribilla.cu

 

 

Herencia Latina

De izquierda a derecha: Francisco "chino" Pozo, mujer sin identificar, Cacha y Celina

en el velorio de Chano Pozo

Foto de la Revista www.lajiribilla.cu .

 

 

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