Entrevista con el bajista Carlos del Puerto

 

 

 

 

 

 

Por Patrick Dalmace

Especial para Herencia Latina


 

Parte del texto siguiente, fue recogido entre octubre del 2006 y enero del 2007, el mismo sirvió de base a la entrevista publicada en la revista francesa Jazz Hot en su número 638 (de abril 2007)



 

¿Como te relacionaste con el pianista Chucho Valdés?

 

Conocí personalmente a Chucho en 1966 durante una descarga en el Hotel Habana Riviera. A partir de ese momento hice una serie de trabajos como bajista suplente de Chucho Valdés y su Combo. En 1967 los dos integramos la Orquesta Cubana de Música Moderna y desde ese momento comencé a tocar en todos sus diferentes proyectos.

 

   

La Orquesta Cubana de Música Moderna en el año 1968

Foto de la colección de Carlos del Puerto

 

 

¿Participaste en un disco hoy olvidado, pero muy importante en la historia de Jazz afrocubano, «Jazz Bata»? ¿Puedes recordarnos que fue de este disco y su importancia?

 

A finales de 1971 Chucho me propuso que tocara con él en su próximo disco como solista. Él ya había grabado algunos discos de ese tipo, tocando versiones sobre canciones cubanas y algunas de sus propias composiciones, pero me explicó que para ése nuevo proyecto estaba pensando en algo completamente diferente. Su idea fundamental fue la de grabar con un trío de Jazz CUBANO, que fuera diferente a los tríos de Jazz convencionales y donde utilizáramos solamente ritmos cubanos. Nos reunimos con Oscar Valdés, que en aquellos momentos era uno de los percusionistas de la Moderna y decidimos utilizar los instrumentos típicos y folklóricos de la música cubana en lugar de los drums.

 

Comenzamos a grabar de una manera muy creativa, porque pensábamos que lo más importante eran los clímax que se fueran creando entre nosotros y que éstos determinarían la forma final de cada tema. Experimentamos con diferentes familias de tambores e instrumentos afrocubanos como los batá, arará, yuca, bongoes, claves y hasta un peine, para algunos efectos. En uno de los temas llamado «Son nº 2» comenzamos a utilizar un tipo de acompañamiento donde el tiempo era libre, es decir que aún cuando estaba basado en el ritmo de Son no manteníamos una métrica o tiempo estable, sino que lo cambiábamos o lo combinábamos con otros estilos etc.  Esa forma de acompañamiento fue la verdadera base de lo que sería años después el trabajo de la sección rítmica de Irakere en los temas de Latin Jazz  y de mi estilo personal.

 

 

 

Carlos en el contrabajo en el Conservatorio Amadeo Roldán en La Habana
Foto de la colección de Carlos del Puerto

 

 

Como una anécdota simpática de esta grabación te diré, que en aquellos momentos era imposible encontrar en Cuba un pick- up para contrabajo. Entonces comencé a buscar soluciones y finalmente le adapté a mi contrabajo el micrófono de un teléfono público roto que encontré en la calle, y grabé con el.


Este disco fue sin duda alguna el verdadero antecedente de Irakere  por muchas razones, incluso el nombre del grupo se tomó del primer tema de ese disco que se llamaba “Irakere”. Esa palabra en lengua yoruba quiere decir bosque, zona de una vegetación impenetrable y era también como llamaban a una zona boscosa donde se tocaba mucha percusión. También gracias a ese disco, el trío se dio a conocer internacionalmente y Chucho, Oscar y yo comenzamos a viajar a diferentes festivales de la canción Europeos. Fuimos al Festival Orfeo de Oro acompañando a Omara Portuondo y otras cantantes cubanas y al Festival de Sopot en Polonia donde además de acompañar a los artistas cubanos tocamos una versión de la “Misa Negra” con las Orquestas de la Radio y la TV Polacas.

En 1973 se crea el grupo Irakere en el cual  vas a tocar por casi 25 años. ¿Pudiste participar de las discusiones iniciales que mantuvo Chucho Valdés con varios futuros integrantes del grupo como Oscar y Paquito o por el contrario, entraste una vez se lanzó la idea?


Se ha especulado mucho en entrevistas, artículos, libros y hasta en películas sobre los fundadores de Irakere. Si bien algunos de los primeros integrantes habíamos tocado por muchos años en diferentes grupos con Chucho, éste proyecto fue diferente en todos los sentidos y no todos los que tocaron en el, fueron realmente sus fundadores.


La idea de conformar un grupo mayor surgió dentro del trío. Y fuimos Chucho, Oscar y yo los que comenzamos a pensar en agregar a éste, alguno de los músicos que habían tocado en el Combo y que para esos momentos tocaban con nosotros en la Moderna como también a músicos de otros grupos.

 

Los primeros músicos que se unieron al proyecto fueron: Carlos Emilio Morales (guitarra), Paquito D' Rivera (saxo), Jorge Varona (trompeta), Bernardo García (drums) y un hermano de Oscar al que llamábamos El Tato, en las congas. Ese fue el Irakere con el cual grabamos nuestro primer disco: “Bacalao con Pan”.

 

 

 

 

Irakere en  el Carnegi Hall en el año de 1978

Foto de la colección de Carlos del Puerto

 



¿Que papel específico tuvo el bajo en el trabajo afrocubano de Irakere?

 

Desde su primer tema “Bacalao con Pan”, Irakere dio al bajo una nueva dimensión en la música cubana, utilizando a este instrumento no solo como acompañante sino como una parte importante del desarrollo melódico de los arreglos. En la inmensa mayoría de los temas del grupo se comenzó a utilizar el bajo en frases melódicas con la guitarra, el sintetizador, los metales o la percusión, creando así unas líneas de bajo que además de acompañar, participaba en diálogos con las otras secciones del grupo. Los acompañamientos se liberaron de la forma tradicional del Tumbao cubano para dar paso a frases más complejas. Estas frases tenían que ser interpretadas exactamente igual a como lo hacían los otros instrumentos, así que me vi obligado a utilizar recursos de la técnica de la guitarra para lograr esas sonoridades y la agilidad. Esa manera de utilizar el bajo no era nueva en la música popular, ya que en el Jazz y en algunos grupos de música Pop y Rock se usaban esporádicamente ese tipo de frases, pero el Irakere los desarrolló al máximo dentro de la música latina utilizando complicadas células rítmicas y armónicas.

 


¿Cuáles son las características del trabajo en el bajo de Carlos Del Puerto?


Creo que una de las características principales de mi trabajo en el grupo fue la de tratar siempre, de crear un acompañamiento que estuviera relacionado no solamente con la armonía y el ritmo, sino también con la melodía, los diferentes ambientes que creaban los solistas o los integrantes de la sección rítmica  y hasta con la letra de la canción.

Los arreglos del grupo tenían siempre un gran por ciento de creación colectiva, es decir, que Chucho, Paquito o cualquier otro músico que hacía un arreglo escribía solo las partes que tenían determinadas frases o efectos que ellos querían y luego daba margen a que cada instrumentista hiciera sus propios aportes basados en la idea principal. Por supuesto,  la sección rítmica era la que más libertades tenía y por eso yo podía darle a cada tema mi toque personal.

 

 

 

La música continua durante el servicio militar obligatorio en 1969.

Foto de la colección de Carlos del Puerto

 

 

En el Teatro Bellas Artes año 1968.
A duo con Chucho Valdés.
Foto de la colección de Carlos del Puerto

 

 

Como en el grupo se utilizaban muchos de los instrumentos de la percusión folclórica afrocubana —que en algunos tienen frecuencias muy bajas y se mezclan con el sonido del bajo— decidí usar la púa (pick)  para pulsar las cuerdas. Esto me daba la posibilidad de un sonido más percutivo y claro, que se diferenciaba del de esos instrumentos y que a su vez  me ayudaba a poder interpretar mejor las frases con la guitarra, dándole más unidad a la sección.

 

Además el piano, la guitarra y el bajo en Irakere, trabajábamos en una estrecha colectividad, oyéndonos uno al otro y tratando de enfatizar las buenas ideas de cada uno, por supuesto, aportando las propias. Como habíamos trabajado juntos por muchos años en la OCMM como también en otros grupos, conocíamos perfectamente los estilos de cada uno y de esa manera nos era fácil asimilar y relacionar nuestras ideas. Aunque la mayor parte de mis líneas de bajo eran improvisadas y hasta un poco atrevidas para la forma convencional del bajo latino de aquella época, estas funcionaban bien dentro del contexto de la música del grupo; con el tiempo cambiaron un poco la forma de acompañar los ritmos afrocubanos de muchos otros bajistas.

 
¿Porque dejaste el grupo en 1997?


En realidad yo no dejé Irakere, sino fue que Chucho decidió crear uno nuevo. El grupo había tenido muchísimos cambios desde su fundación hasta esa fecha y seguramente él pensó que seria mejor renovarlo completamente.


A mi me propusieron que formara un grupo con los músicos que habían salido de Irakere, pero yo tenía otras ofertas para trabajar en USA y Europa, entonces decidí seguir solo. Los otros músicos siguieron juntos y formaron Habana Ensamble.

 

 

 

Carlitos del Puerto. Una evocación de La Habana

 

 

¿Que haces después de tu salida de Irakere?

 

Inmediatamente después de mi salida del grupo, viajé a USA donde comencé a dar una serie de workshops en diferentes conservatorios y universidades, tales como Stanford, Duke Ellington Fundation, etc. Estuve alrededor de cuatro meses y luego regresé a Cuba. En aquellos momentos mi hijo Carlitos, que también toca bajo, había grabado los dos primeros discos de Cubanismo, una excelente banda que dirigía Jesús Alemany. Ellos estaban preparando su primera gira internacional y mi hijo no podía hacerla, pues había recibido una beca para estudiar en USA. Él me propuso que la hiciera yo y de esa manera comencé con la orquesta. Con Cubanismo estuve tocando por más de dos años, grabé su disco “Reencarnación” e hice giras por más de veinte países.

 

En el 2000 salí de Cubanismo y comencé a trabajar en Nueva York con el Bass Collective. Esa es una escuela que dirigía en aquellos momentos John Patitucci y que reunió a algunos de los mejores maestros del bajo del mundo. Yamaha Corporation of America me dio un sponsor y comencé a hacer workshops, conferencias y conciertos para ellos. Como artista exclusivo de Yamaha hice conferencias en Berklee College of Music, el Nanm show donde presenté el modelo Silent Bass de esa compañía, entre otros.

 

¿Como llegaste a Finlandia?

 

Creo que vivo en Finlandia porque estaba escrito en mi destino. Finlandia fue el primer país capitalista a donde viajé con Irakere y donde grabamos nuestro primer disco para una empresa extranjera. El disco se grabó durante nuestra segunda gira a este país, en 1977 y se realizó para la compañía Love Records, el disco se llama “Chekeré”. Irakere volvió a Finlandia muchas veces para tocar en distintos Festivales de Jazz además de otros  espectáculos, fue de esta manera que empezó a gustarme el país.

 

Mas tarde comencé a venir más a menudo porque a Malene mi nueva esposa —que también es bajista— la contrató un grupo español y vinieron a trabajar..... a Finlandia. Ellos hacían temporadas aquí, trabajando en barcos de turismo y en hoteles por todo el país. Siempre que yo finalizaba alguna gira venia a verla y permanecía aquí hasta mi próximo trabajo.

 

En uno de esos viajes me propusieron que trabajara como productor musical en unos proyectos que tenía la Viking Line, que es una de las empresas de los cruceros de turismo finlandés. Esos proyectos se llamaron: Latino, Latino, y para ellos comencé a buscar y traer grupos de Cuba, Brasil, etc... que trabajaban por un mes en los cruceros de la compañía. Por esa razón dejé mi trabajo en USA y  me dediqué a viajar a Cuba, y otros países preparando los show. Además, siempre que estaba aquí hacía workshops y conciertos.

 

Mi esposa quedó embarazada de nuestra hija mayor Amanda y pensamos que no deberíamos seguir viviendo separados por los asuntos de nuestras giras. Y aunque ella es danesa y adora a Cuba, no sé por qué decidimos vivir en Finlandia (¿sería el destino?) y aquí nos quedamos.

 

 

En el contrabajo con la "Finnish Russian Chambers Orchestra"

Foto de la colección de Carlos del Puerto

 


¿Como te has adaptado a tocar con otra clase de músicos y música?

 

Desde muy joven me preocupé por conocer, entender y disfrutar de todo tipo de música. Creo que los diferentes estilos son como las diferentes comidas, que aunque personalmente tengas algunas preferencias es bueno, VITAL, el que puedas disfrutar y saber cocinar la mayor cantidad y variedad que puedas.

 

El tocar con otra clase de músicos representa para mí una gran suerte, en lugar de un problema. Es algo que me obliga a buscar lo mejor de mí y la esencia real de la música. Cuando tocas siempre con el mismo grupo, aprendes las reglas del trabajo de equipo, te adaptas a la manera de tocar de tus compañeros y ellos se adaptan a la tuya. Eso crea, por supuesto, una buena interrelación, sinergismo y ajuste, pero también tiende a convertirse en una rutina. Cuando tocas con personas que no conoces y que incluso no hablan tu propio idioma, entonces el lenguaje musical es la verdadera comunicación, no hay espacio ni restricción para la incomprensión, tienes que hablar con tu instrumento, en el único y más maravilloso lenguaje universal: LA MÚSICA.

 

¿Como se puede mantener la "cubania" viviendo en el exterior?

 

En realidad yo no siento que tengo que preocuparme por mantener la cubanía, porque ella  no es solo una parte de mí, es el todo. Es imposible que un árbol se sostenga sin sus raíces, no podría alimentarse, ni mantenerse en pié, eso es la cubanía para mí, mis raíces, lo que me hace diferente donde quiera que voy y cubano aún cuando viva fuera de Cuba.

 

Cuando les enseño a mis alumnos a tocar los ritmos latinos no les pido que cambien su idiosincrasia o su personalidad, por el contrario trato de que encuentren la parte de sus sentimientos que los conecta a esos estilos. Personalmente creo que los maestros, los libros de historia musical y los músicos latinos, hemos sido muy injustos con los europeos.

Nadie trata encontrar lo que nos une, pero si lo que nos separa. Son muy pocos los que le dicen a sus alumnos o compañeros de grupo en Europa, que durante más de dos siglos, la única música que se escuchaba en América era la europea, además, los instrumentos, los idiomas, los estilos, la forma de escribir y hasta nuestra forma de bailar fueron modificaciones, mezclas y fusiones de la cultura europea, y por supuesto de la música africana.  De esa mezcla se creó la cultura latinoamericana. Vivo en Europa así como estoy seguro de que vivió alguno de mis antepasados y conservo mi cubanía, como el vino francés quien conserva su sabor y su calidad aunque se lo estén bebiendo en La Habana.


¿Como ha evolucionado tu manera de tocar?

 

Creo que con los años, lo que ha evolucionado en mi es mi forma de pensar, de sentir y de interpretar la música. Ya no me preocupa que la gente piense que toco MUCHO, sino de que les llegue mi mensaje, que sientan que toco para ellos, para comunicarme con ellos.


¿Qué consejo le darías a tus jóvenes colegas, los bajistas?

 

Les aconsejaría que trataran de encontrar la esencia de la función del bajo, más que el virtuosismo. Que se sientan orgullosos de ser la base, la conexión  entre todas las secciones de un grupo musical. Que acepten y disfruten con saber que su misión es MUY IMPORTANTE, —aunque muchísima gente no lo considere así. Si sus aspiraciones son otras, es mejor que cambien de instrumento o de profesión.

 

 

 

Con Impacto Cubano en el 2005

Foto de la colección de Carlos del Puerto

 

                                                     

¿Como grabaste tu CD  “Impacto Cubano”?

 

Además de los espectáculos que traje para los cruceros, en donde actuaron grandes figuras de la cultura cubana como los Papines, el Ballet de la televisión etc..., recibí proposiciones para trabajar en diferentes festivales y por esa razón comencé el proyecto Impacto Cubano. La idea básica era la de unir a músicos de diferentes grupos y generaciones para mostrar la evolución y el desarrollo de la música en Cuba. Además esa era una gran oportunidad para mí de reunirme con viejos amigos y de conocer a las nuevas generaciones de músicos cubanos. El primer Impacto lo creé para el Pori Jazz Festival 2001 y para esa gira traje a mi gran amigo Oscar Valdés. No nos habíamos visto en cinco años, pero como siempre él aportó al proyecto mucha de su magia y sabor y además  vino con  algunos excelentes músicos jóvenes como el percusionista Eliel Lazo. En ese grupo tocaron también algunos cubanos que viven en España como el guitarrista y bajista Enrique Pessino entre otros. Hicimos quince conciertos y trabajamos durante cuatro días en el Pori Jazz.

 

Luego hubo otras giras donde volvieron a venir Los Papines y otros grupos, hasta que en el 2005 traje a la banda que grabaría el disco. Me habían propuesto hacer dos conciertos en el Abril Jazz Festival además de algunos otros y por esa razón decidí traer un grupo de Cuba. Yo no había visto a mi hija Grethel que es una excelente flautista desde hacía seis años y también quería reencontrarme con César López quien había sido saxofonista de Irakere y a quién estimo como a un hijo. César me propuso traer a algunos de los músicos de su grupo Havana Ensemble además a mi hija y al  trompeta Miguel Valdés que en esos momentos trabajaba con Omara Portuondo. También vinieron el maravilloso pianista Alexis Bosch, el magnifico cantante Joaquín Moré y el joven baterista Amhed Ponce. El congero fue Eliel Lazo con el que ya había hecho muchos otros trabajos.

 

Además de lo que representó para mí el encuentro con ellos, esos han sido algunos de  los músicos  con los que más rápidamente he encontrado la comunicación artística. Hicimos los dos primeros conciertos y la compañía finlandesa Ensio Music Ltd me propuso grabar uno de los conciertos en vivo. Yo acepté con la condición de que si no me gustaba el resultado final no se editara. Unas semanas después oí lo que habíamos grabado, quedé fascinado y acepté que se hiciera el disco.

 

 

 

En España con Paquito de Rivera, Amadito Valdés, Rembert Egües, entre otros. Noviembre de 2005.

Foto de la colección de Carlos del Puerto

 

 
¿Qué haces actualmente?

 

Actualmente vivo en Turku, Finlandia  donde soy director del Big Band,  profesor de contrabajo y bajo eléctrico en dos conservatorios: TSMO y LSMO. Hago arreglos para  algunos cantantes finlandeses además dirijo mi propio grupo de latin Jazz llamado Nganga. He seguido grabando, haciendo giras, workshops y conferencias.

 

Estoy grabando un disco llamado “Simetría” con Heikki Sarmanto uno de los más importantes compositores y pianistas de Jazz finlandeses —que en estos momentos reside parte del año en Paris.

 

Otro de mis nuevos proyectos es una orquesta de cámara que dirige el maestro Vesa Pekka Hiukkanen la cual está integrada por músicos clásicos rusos y finlandeses y en la que me incluyeron a mí ¡!!. Con esta orquesta hacemos realizado varias giras de conciertos entre los dos países.

 

 

Como director de la Big Band

Foto de la colección de Carlos del Puerto

 

 

En Noviembre del 2005 hice una serie de conciertos en España con mi viejo hermano Paquito D`Rivera allí también me reencontré con grandes amigos, como el famoso percusionista Amadito Valdés y el pianista y director de orquesta  Rembert Egües.

 

En estos días estoy escribiendo junto a mi colega  finlandés el profesor Pasí Lyysaarì un libro de bajo para los conservatorios finlandeses.

Tengo 56 años, cuatro hijos cubanos —tres de ellos músicos— y dos niñas de mi nuevo matrimonio: Amanda de cinco años y Susan Sofie que tiene un año y medio.

 

Si me preguntaras que es lo que más me gusta hacer en estos momentos te diría que enseñar, porque siempre aprendo algo de mis alumnos y porque puedo ayudarlos de alguna manera a realizar sus sueños, como muchas otras personas me ayudaron a realizar los míos.

 

En pocas palabras, soy un viejo bajista cubano, un eterno luchador y lo más importante, soy un hombre FELIZ.

 

 

 

Otros elementos biográficos y discográficos sirvieron para la página dedicada a Carlos en el sitioweb Montuno Cubano.

 

http://www.montunocubano.com/Tumbao/biographies/del%20puerto,%20carlos.htm

 

Las fotografías -salvo mención contraria- son del archivo personal de Carlos del Puerto.

 

 

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